El imán principal de una resonancia magnética no es un electroimán normal y corriente que pueda desactivarse en caso de emergencia: la corriente de la bobina circula a través de un superconductor que se mantiene a bajas temperaturas utilizando helio líquido que necesita ser constantemente refrigerado. Si esa refrigeración falla, el semiconductor comienza a resistir el paso de la corriente, se calienta y se produce lo que se denomina quench: la rápida expulsión de un helio que se está pasando a estado gaseoso a marchas forzadas. Bajo circunstancias controladas es algo como lo siguiente:
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En condiciones no controladas, cuando no hay una vía obvia de escape para el gas o la expansión se produce de forma brusca, abre las noticias:
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El imán se puede apagar, pero el proceso es costoso: hay que vaciar el circuito de refrigeración de forma controlada, tras lo cual el electroimán queda completamente inerte; luego hay que volver a rellenarlo y volver a poner en marcha el circuito de corriente. De forma que, si una silla con partes metálicas se acerca demasiado al imán y no hay mucho tiempo para reparaciones, la única solución es palancas, fuerza y paciencia. Atentos:
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Doctor en Bioingeniería por la Universidad Carlos III de Madrid. Trabajó en el Laboratorio de Imagen Médica del Hospital Gregorio Marañón desde 2005 hasta 2014. Fue colaborador de la sección de ciencias del diario Público desde 2008 hasta su desaparición en 2012 y editó su blog personal, ‘Las penas del Agente Smith’, desde 2003 hasta 2014. Ahora vive relajado y de vez en cuando deja caer algún texto aquí o en su página de Medium.