El miedo a parecer un doctor Frankenstein

Por Irreductible, el 12 agosto, 2010. Categoría(s): Historia • Medicina
Hyman Pacemaker

El armatoste que podéis observar en la foto superior ha pasado a la historia como uno de los primeros marcapasos artificiales. Fue diseñado y construido de manera independiente por el cardiólogo Albert Hyman en 1932 con la ayuda de su hermano Charles Hyman. Según algunas fuentes el dispositivo fue probado de manera eficiente en varios experimentos con animales e incluso con un humano.

Fue el propio Hyman quien lo bautizó como «marcapasos artificial» y con ese mismo nombre ha llegado hasta nuestros días. Aun así, el dispositivo de Hyman no tuvo mucho éxito en sus días por el rechazo de la sociedad hacia un aparato que extendía la vida de una manera antinatural. Por esta razón el cardiólogo jamás llegó a revelar en público datos de su uso en humanos puesto que estaba muy al tanto de las reticencias de la sociedad en este aspecto, tanto por la mala publicidad que de su aparato dieron los medios de la época como de las críticas de algunos sectores de la comunidad médica.

Sin embargo, hubo muchos otros científicos que, antes que Hyman, anticiparon la posibilidad de reanimar un corazón mediante impulsos eléctricos. Entre ellos, un doctor australiano del Hospital Royal Prince Alfred de Sydney, llamado Mark C. Lidwell.

En 1928, Lidwell y el físico Edgar H. Booth, lograron salvar la vida de un bebé mediante un aparato portátil que «conectado a un punto de luz» aplicaba impulsos eléctricos al corazón del recien nacido.

El aparato de Lidwell consistía de dos partes: Por un lado, uno de los polos se envolvía en una almohadilla empapada en una solución de sal fuerte, mientras que el otro polo terminaba en una aguja aislada, excepto en su punto, que hundió en la cámara cardiaca del bebé. La tasa de marcapasos oscilaba entre 80 y 120 pulsos por minuto, utilizando una tensión 1,5 a 120 voltios. Quote

El corazón de aquel recién nacido del  Crown Street Women’s Hospital de Sydney,  tras 10 minutos de impulsos eléctricos, logró volver a latir por su cuenta.

En 1929, Lidwell presentó sus avances en el tercer Congreso de la Sociedad Médica Australiana. La reacción no fue la esperada y aquel primer marcapasos, que debería haber llevado a la fama a Mark C. Lidwell, le obligó a permanecer en el olvido durante el resto de su vida.

Lidwell eligió el anonimato, debido a la polémica surgida en torno a sus investigaciones y al poderoso tabú de la ampliación de manera artificial de la vida humana. Las creencias religiosas y la encorsetada ética de la sociedad de aquella época eran aún demasiado fuertes e inmiscuirse en algo tan sagrado como el cerebro o el corazón de manera «antinatural» provocaban un profundo rechazo.

El australiano incluso rehusó solicitar la patente de su marcapasos, apartándose de las investigaciones en ese campo.

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Fuentes y más información: El artículo surgió tras leer el tweet de Jorge Alcalde. Buscando un poco sobre la biografía de Albert Hyman (aquí, aquí y aquí) descubrí que en realidad no fue el primer inventor del marcapasos, aunque sí se topó con los mismos recelos que Lidwell. Puesto que voluntariamente eligió el anonimato, no hay mucha información sobre Lidwell, aunque si os ha interesado el tema de la historia del marcapasos os recomiendo A brief history of cardiac pacing. Aquilina O. Images Paediatr Cardiol 2006;27:17-81.



Por Irreductible, publicado el 12 agosto, 2010
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