Muerte en el espacio

Por maikelnai, el 5 septiembre, 2010. Categoría(s): Ecología • Tecnología

Ilustración de Promessión.

La NASA, la ESA y los rusos, e incluso los chinos tienen a Marte en el horizonte. Una misión peligrosa dado lo complejo de los retos tecnológicos y la duración del viaje. ¿Qué pasa por ejemplo, si a mitad de camino, uno de los astronautas fallece? Obviamente la cancelación de la misión no es una opción. Hace un par de años, traduje un interesante artículo de Paul Root Wolpe en Popular Science que trataba este mismo tema.

Uno no puede pensar en enterrar (¿enmartizar?) el cadaver en suelo marciano, puesto que eso podría contaminar de bacterias terrestres el suelo del planta rojo. Si así lo hiciéramos y años más tarde nuestros astrobiólogos encontrasen vida microbiana en Marte, la sospecha de un origen terrícola no sería sencilla de disipar (salvo que la química del microbio marciano fuera lo bastante «alienígena» como para anular las dudas).

Pero me estoy yendo por los cerros de Úbeda. Volviendo al asunto del ¿qué hacer con un cadáver en el espacio? debo recomendar la lectura de un interesante post de Mary Roach en BoingBoing titulado Death in space, por cierto magníficamente ilustrado. En él, la autora menciona una novedosa solución al asunto del tratamiento del cuerpo, ideada por los ecologistas suecos Susanne Wiigh-Mäsak y Peter Mäsak.

Ambos han inventado una alternativa a la cremación y al enterramiento llamada «Promession» que parece ser bastante amigable con el medioamiente. Básicamente la técnica consiste en colocar al cadáver del astronauta en un sarcófago flexible llamado Body Back y sacarlo al vacío del espacio para que se congele. Más tarde, un brazo robot lo haría vibrar durante 15 minutos haciendo que el cuerpo se rompiese en mil pedazos, tal y como le sucede al corazón del vídeo que adjunto bajo estas líneas.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=zLWEemhtdbE[/youtube]

Posteriormente se izaría el sarcófago, se introduciría en un microondas tamaño ataúd y se calentaría el contenido hasta que se evaporase toda el agua (recordad que el cuerpo de un humano adulto se compone en un 60% de agua). Tras este proceso, lo que queda en el ataúd es una masa de unos 25 kilos de polvo deshidratado. Después, la Body Back se mantiene en el exterior, pegada al casco de la nave, hasta que llegue el momento de la reentrada en la atmósfera, momento en que vuelve a ser introducida al habitáculo por aquello de evitar que se «cocine» su contenido.

Ya no quedaría más que plegar la bolsa para que ocupase poco espacio y guardarla en lugar fresco y disimulado para evitar que diera «yuyu» al resto de la tripulación, hasta que una vez en la Tierra los familiares del desventurado se acercasen a por los restos. Y si dicen que esta técnica fúnebre es amigable con el medio ambiente es porque, al parecer, el «astronauta en polvo» funcionaría estupendamente como compost.

¿No sería precioso que el viajero espacial puediera acabar sus días alimentando a los geranios que su apenada esposa plantó en el balcón para recordarle?

¡Ingenioso y limpio! ¿Verdad?



Por maikelnai, publicado el 5 septiembre, 2010
Categoría(s): Ecología • Tecnología