Cómo buscar bibliografía para un artículo científico

Por Jose María Mateos, el 10 noviembre, 2010. Categoría(s): Divulgación

Buscar bibliografía a la hora de escribir un artículo científico no es una labor sencilla; muchas veces es un asunto complicado en el que los artículos iniciales que se encuentran no van en la dirección buscada, el tema que se trata en ellos es tangencial respecto al asunto que uno anda buscando, las referencias citadas son muy antiguas como para usarlas en nuestro trabajo, muchas veces no se sabe si un artículo es bueno en su campo simplemente leyéndolo sin el conocimiento previo necesario y un largo etcétera.

Lo que sigue a continuación es el pequeño puñado de cosas que he ido aprendiendo a lo largo de los años mientras me pateaba los archivos del PubMed, IEEEXplore, Google Scholar (que es utilísimo en ocasiones) y otras bases de datos. He pensado que merece la pena compartir estas pequeñas cosas, porque igual lo que a mí me parece obvio a alguien le resulta de bastante ayuda y algo en lo que yo no había pensado es una práctica común por ahí fuera[1].

  1. Una pequeña anotación para neófitos: por motivos de la estructura clásica de un artículo de investigación, la exposición de los antecedentes y la comparación de resultados con lo que puede encontrarse en la literatura, con sus correspondientes citas, están siempre (o deberían estar siempre) en la introducción y en la discusión. Es decir: al principio y al final del todo. Buscar una referencia en el material y métodos o en los resultados suele ser una labor inútil –en general.
  2. Para ir empapándose bien de un asunto basta con descargarse los tres o cuatro primeros artículos que encontremos. Luego solamente hay que ir buscando las referencias que se repiten en todos ellos: normalmente se tratará de artículos más básicos que los autores han ido utilizando para elaborar su propio trabajo. Seguramente venga muy bien echarles un ojo.
  3. La Web of Knowledge (que, hasta donde yo sé, requiere un acceso institucional) es un índice de citas que recopila, entre otras cosas, cuántas veces ha sido referenciado un determinado artículo. Cuando uno está empezando a bucear en la bibliografía, viene muy bien saber que un artículo de 1990 solamente tiene 2 citas en revistas bastante desconocidas pero otro de 1991 tiene 130. Si nos olvidamos del primero y vamos a buscar el segundo seguramente nos ahorremos mucho trabajo innecesario.
  4. Muchas veces, un determinado autor seguirá una línea de investigación durante varios años (antes de decir «que os den», «no puedo más con esto» o «hasta aquí he llegado, el que venga detrás que siga si le apetece»). Si un primer autor aparece repetidas veces en los artículos que vamos encontrando, quizá sea buena idea buscar su nombre para ver si ha hecho algo más que se podría usar. Ejemplo: durante un tiempo, estuve buscando artículos de un tal A. Sitek porque su línea de investigación iba en el mismo sentido que la mía. Ahora ya no, pero gran parte de lo que ha ido publicando me ha venido de perlas.
  5. Sin ser tan inmediato como los métodos anteriores, varias de las bases de datos mencionadas anteriormente permiten suscribirse mediante e-mail o RSS a los resultados de búsquedas mediante palabras clave. Este método no nos proporcionará información muy exacta, pero es una buena forma de mantenerse al día en los temas en los que uno está trabajando.

Hasta aquí mi pequeño libro de recetas. La búsqueda de bibliografía es un problema complejo, cada persona lo aborda de una manera diferente y está lejos de solucionarse. En PLoS Computational Biology se publicó en 2008 una estupenda revisión que aborda este asunto titulada Defrosting the Digital Library: Bibliographic Tools for the Next Generation Web y cuya lectura recomiendo encarecidamente.

[1] Durante el congreso del IEEE en el que he estado estos días atrás, uno de los asistentes me comentaba su sorpresa por el hecho de que una de las charlas tratase sobre un asunto técnico que en su grupo de investigación habían dado por resuelto hace ya bastante tiempo y ni se planteaban hablar de ello. La definición de «obvio» no es la misma para todo el mundo.



Por Jose María Mateos, publicado el 10 noviembre, 2010
Categoría(s): Divulgación