El otro oro negro

Por Colaborador Invitado, el 24 enero, 2011. Categoría(s): Curiosidades • Química

Pausa para café. 5 minutos. Vuelta al trabajo. Por fin empiezo a despertar….

Esta sería la descripción de una jornada de trabajo habitual de muchos, con el ciclo repitiéndose n veces y en el caso de algunos sustituyendo café por Coca-Cola o bebida energética o en el de los más golosos algo con chocolate.

En cualquier caso lo que estamos haciendo es administrarnos una dosis de cafeína.

¿Cuánta cafeína es demasiada cafeína? algunos dirán fácil: cuando ves a tu compañera con los ojos desorbitados, corriendo espídica por el lab y con un pulso peor que el de un parkinsoniano (con perdón) sabes que se ha tomado uno o dos cafés de más.

Esta simple molécula es la culpable

En realidad, se habla de que la dosis de cafeína diaria no debería superar los 500-600mg (Clinica Mayo) lo que equivaldría a unos 5 o 6 cafés (aunque no todos los cafés tienen el mismo contenido en cafeína, como he podido comprobar desde que llegué a Alemania).

Es difícil morir por sobredosis de cafeína, pero no imposible.

De hecho el año pasado en Estados Unidos un chico murió en una fiesta porque ingirió cafeína en polvo en una dosis de unos 20 gramos, unas cien veces más que la dosis normal (un café cargadito tendría 200mg de cafeína), y sólo con 2 gramos irías directo al hospital. Scicurious tiene más detalles de cómo se muere uno por sobredosis de cafeína (en inglés) pero yo quería hablar un poco más de su lado bueno.

Entre los efectos obvios están que disminuye la fatiga y aumenta el estado de alerta, o sea: nos despierta, y además mejora el rendimiento en tareas sencillas que requieren atención aunque cuando la tarea es más compleja no está tan clara su contribución, lo mismo ocurre con la memoria no se ha podido demostrar que haya claros beneficios cognitivos asociados al consumo de cafeína aparte, claro está, de que dormido es difícil estudiar, por citar un ejemplo (ref.1).

Sin embargo, sus efectos varían de persona a persona, de hecho puede generar insomnio y ansiedad en personas súper-sensibles, que presentan determinadas variantes genéticas en el receptor de dopamina (neurotransmisor asociado con la sensación de recompensa y placer) y adenosina (es el receptor que también interacciona con la cafeína, ref.2) y en todos los casos cuando uno se «quita» aparece como efecto secundario el mal humor (ref.1). También se ha descrito que la cafeína puede resultar de ayuda en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer (ref.3) y Parkinson (ref.4) así como en demencias. Estudios epidemiológicos encontraron una correlación inversa entre la ingesta de cafeína y la incidencia de Parkinson o Alzheimer (o sea, aquellos que tomaban cafeína de forma regular en la vejez sufrían menos frecuentemente de enfermedades degenerativas) y aunque este tipo de estudios en  ocasiones arroja resultados discutibles, experimentos en modelos animales parecen corroborar la causalidad: esto es, la cafeína tiene un efecto beneficioso per se (en resumen, ref.5).

También, y para mi sorpresa, existen incluso protocolos sobre como sacarle el máximo partido a la cafeína para incrementar el rendimiento (ergogénico) de atletas basados en el doble efecto de la cafeína sobre los sistemas nervioso y muscular (ref.6).

Un metaestudio (que compara los resultados de estudios publicados hasta la fecha) sobre los efectos de la cafeína sobre el rendimiento señalan mejoras a partir de 3mg/kg masa corporal aunque también apunta las carencias en cuanto a cuáles con los protocolos ideales de administración y en qué deportes se observan los mayores beneficios (ref.7). Sin embargo desde 2004 la cafeína ha salido de la lista negra de las agencias antidoping porque la cafeína en dosis de 3-4mg/kg de masa son las normales de los «habituales», para más detalles recomiendo el artículo de la Fundación Miguel Induráin.

Así la cafeína es buena para los estudiantes, los deportistas, los trabajadores en turno de noche, los papás, las mamás, los niños (o que creéis que tiene el ColaCao), los ancianos y por supuesto ¡los científicos! eso si, consulta primero tu genotipo si no quieres tener problemas de ansiedad y controla la dosis, que hay mucho vicio.

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El artículo nos lo envía Rosa María García-Verdugo, una bioquímica que, tras probar en varios campos, acabó decantándose por la Neurociencia  y por la emigración al Max-Planck de Munich, donde estudia plasticidad en el sistema visual



Por Colaborador Invitado, publicado el 24 enero, 2011
Categoría(s): Curiosidades • Química