Tycho Brahe, erudito y macarra

Por Pablo Rodríguez, el 1 diciembre, 2011. Categoría(s): Curiosidades • Personajes
Tycho Brahe

La imagen tradicional del científico es la de un ser retraído, tímido, más cómodo entre sus libros y probetas que entre otros seres humanos. Sin embargo, la historia de la ciencia cuenta entre sus filas con individuos que resultaron ser radicales contraejemplos de éste estereotipo, y TychoBrahe es, probablemente, el mejor exponente de ello.

TychoBrahe (1546 – 1601) nació en Escania, un territorio que por aquel entonces pertenecía a Dinamarca. En el Panteón de la Ciencia se le recuerda por sus meticulosas medidas de posiciones astronómicas, tarea delicada y ardua donde las haya, que sirvieron, entre otras cosas, para que Johannes Kepler pudiese desarrollar sus famosas leyes del movimiento planetario. También tiene el honor de haberse bautizado con su nombre uno de los cráteres más prominentes de la Luna.

Se le atribuyen también, y esto es menos conocido, contribuciones al mundo del macarrismo no menos meritorias, tantas, que bien podría Tarantino hacer una película sobre él. Repasemos brevemente algunas de ellas:

· Mientras estudiaba en la Universidad de Rostock, tuvo una bronca con otro noble danés durante una fiesta en casa de un profesor. El posterior duelo a espadazos le costó la nariz, que hubo de sustituír por una prótesis de plata el resto de su vida.

· Ya más mayor y asentado, se hizo acompañar en su castillo-observatorio por un enano llamado Jepp al que atribuía poderes de clarividencia. Parece ser que le hacía sentarse debajo de la mesa durante las comidas.

· Tuvo también un alce por mascota, que le acompañaba a todas partes como si de un perro se tratase. En cierta ocasión, acudió con su alce a casa de un amigo; bebieron cerveza los tres (Tycho, el amigo, y el alce), y el alce no tuvo tiempo de padecer resaca. Se cayó por las escaleras al salir y se mató.

· Tycho murió a causa de una infección renal, que quizá no hubiese revestido demasiada importancia si no fuese por las comilonas/borracheras que se agarraba. Sus últimas horas de vida las pasó en un banquete, que se negó a abandonar hasta, literalmente, sentirse morir.

Como ven, daba gusto invitarle.

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Nota: sin duda gran parte de la biografía de Tycho, como suele suceder con las biografías de cierta antigüedad, no es del todo exacta. Lo que escribo aquí lo he tomado, casi todo, de unos apuntes de un curso de “Historia de la física” que impartía la UCM. Sea como fuere, se non è vero, è ben trovato.



Por Pablo Rodríguez, publicado el 1 diciembre, 2011
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