La previsible y educativa historia de la muerte, a plazos, del sedentario y buen califa “al-Mustansir Bi-llah” Al-Hakam II.

Por Azuquahe, el 20 diciembre, 2011. Categoría(s): Curiosidades • Humor • Medicina

El buen al-HakamII era un califa honrado, más propenso a destrozar la cabeza de un buen bogavante o partir la pierna de una suculenta res, que a partirlas o destrozarlas en la batalla. Leía y pensaba… y mira si habremos retrocedido desde entonces.

Adelgazó para hacerse la estatua. Creo...

Era un tipo de pelo blanco tirando a rojo, de grandes ojos negros, nariz aguileña, voz fuerte,piernas cortas y cuerpo fornido. Tenía el cuello corto, antebrazos demasiado largos y un acusado prognatismo.

Cuando llegó al trono optó por llamarse al-Mustansir Bi-llah (“el que busca la ayuda victoriosa de Alá”, la fracasada que se la quede otro), aunque le costó decidirse, de hecho, en algún momento se planteó llamarse “el que busca por todo el palacio a la libidinosa y concupiscente Radhia”, quien más tarde se convertiría en su mujer, pero una concubina esclava se lo quitó de la cabeza. Digamos que le sonreía la suerte*.

Sin embargo, el 30 de noviembre de 974 se le paralizó un lado del cuerpo. Lo fue notando; mano débil, muy débil, muerta. Y también su pierna. Y quizá su rostro.

Para cuando se dio cuenta de lo que sucedía tuvo que pedir ayuda a los asistentes para no caer al intentar levantarse del asiento. Tenía paralizado medio cuerpo, estaba hemipléjico**. Como si Dios lo hubiera castigado como hizo antes a Jeroboam y Zacarías, solo que ellos se recuperaron al instante —así es Dios***— mientras el pobre al-Hakam pasaría todo un mes luchando contra sus secuelas.

“Sufrió el califa un ataque de enfermedad que le impidió aparecer ante los dignatarios de su reino”

Estaba sufriendo un ictus isquémico, un infarto cerebral —no había TC ni RM en la época para saber si fue isquémico o hemorrágico pero, dado que el porcentaje entre ambas posibilidades está en torno al 85/15, vamos a suponer**** que se trató de un ictus isquémico; una arteria se ocluye e impide que la sangre llegue a la parte correspondiente del cerebro, provocando daño o no dependiendo del tiempo que tarde en recanalizarse. Si es que lo hace—patología para la que había estado preparándose gran parte de su vida.

“…su enfermedad de la apoplejía…”

Hay que ver, al-Hakam, siendo tan joven… y cuidándote como te cuidabas. Obeso y sedentario, seguro. Hipertenso, con el colesterol por las nubes, diabético;nos atrevemos a suponerlo.

El principal factor de riesgo no modificable para tener un ictus es la edad. A mayor edad, mayor riesgo (la incidencia se duplica aproximadamente cada 10 años a partir de los 55 años). Al-Hakam contaba con 59 añitos cuando sufrió su primer ictus —sí, lo de primer es un spoiler—, buena edad para la Edad Media. Sin embargo, no era sólo una cuestión de edad; la hipertensión arterial, el colesterol, la obesidad, el sedentarismo… factores todos que podemos suponer se combinaban en el buen califa —quizá no todos, quizá alguno más— son reconocidos factores de riesgo cardiovascular, esos que tu médico de cabecera pretende que evites cuando te dice que cambies la dieta, que comas con menos saloque hagas un poco de ejercicio. El buen califa no tenía médico de cabecera. Bueno, sí lo tenía, pero ni puñetera idea tenía él de estas cosas*****.

“Sus súbditos mostraron interés por su estado e hicieron públicas oraciones a Dios altísimo para impetrar su pronto restablecimiento”

Fíate de Dios y no comas…

Tuvo la suerte de recuperarse tras un mes de convalecencia, que no siempre se tiene esa suerte, y se retiró a pensar en qué era la vida y por qué le había tocado a él. Lamentablemente, la medicina de la época, incluidos los métodos ancestrales que han sobrevivido hasta nuestros días pese a perseverar en su ausencia de eficacia, no tenía —como ya dijimos— ni idea sobre por qué le sobrevino la parálisis ni cuál podría ser el tratamiento para su mal. Dios tampoco tenía ni idea. Así era imposible saber que el riesgo persistía y en qué medida. Así era imposible intentar evitarlo.

La falta de comunicación entre el Príncipe de los Creyentes, postrado por la enfermedad, y todos los dignatarios de su reino duró desde el 30 de noviembre hasta 15 de enero del año siguiente.

Lo único que se les ocurrió a los buenos médicos del califa fue aconsejarle que abandonara Medinat-Al-Zahra, que por allí hacía un frío de cojones y eso revuelve los humores que es cosa mala, y se trasladara al Alcázar de Córdoba.

Por aquellos días había consultado con Dios la decisión de abandonar el alcázar de al Zahra, porque estaba demasiado expuesto al frío de la sierra y porque sus médicos le habían pronosticado que revolvía sus humores y recomendado dejarlo.

A decir verdad, no está del todo claro si el tiempo afecta o no en esto de tener un ictus, pero sí son más frecuentes en invierno que en verano. Eso sí, parece que tiene más que ver con los cambios de presión atmosférica que con la temperatura. En cualquier caso, el buen al-Hakam era un califa sabio y obediente y abandonó su residencia habitual para trasladarse a Córdoba, donde vivió y trabajó con total naturalidad desde entonces… hasta la noche del primero de octubre de 976, noche del sábado al domingo, cuando sufrió un nuevo ictus que acabó con su vida. Tenía 61 años y habían pasado unos 20 meses desdeel primer episodio.

Había abandonado el frío y cedido los derechos al trono a su hijo. Persistió en su afán por el buen comer y en su natural instinto de reposar durante buena parte del día ante el libro de oraciones. Y no estuvo mal lo de orar; el riesgo de ictus no disminuyó lo más mínimo pero, ¿y las cienes y cienes de vírgenes que le esperaban en el paraíso?

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Notas:
*Evidentemente, que se sepa, el buen califa nunca quiso ponerse ese nombre. He dicho, que se sepa.
**Seguramente tenía algo más, pero así son los periodistas —los de entonces y los de ahora— que cuentan lo que les da la gana.
***Ecumenicemos a Dios. Por la Virgen.
****Podríamos suponer otras cosas, pero como aquí manda servidor…
*****Por ajustar un poco las cosas, al-Hakam parece que tuvo un ictus isquémico aterotrombótico… si hacemos caso a las conclusiones de este genial artículo.



Por Azuquahe, publicado el 20 diciembre, 2011
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