Punset y su fractura cuántica

Por El Nocturno, el 9 septiembre, 2012. Categoría(s): Escepticismo

Eduardo Punset se ha roto una pierna. Desde aquí nuestros mejores deseos de que se recupere pronto y con las mínimas molestias posibles.

Pero Eduardo Punset ha decidido responsabilizar de su doloroso accidente no a un suelo mojado mal señalizado, a un cambio de rasante en el piso, a llevar zapatos con unas suelas de bajo agarre, a una torpeza de la que todos somos capaces, a una distracción o a cualquiera de las miles de causas que, lo sabemos, provocan que perdamos pie y demos con nuestros huesos en el suelo. Ni siquiera ha responsabilizado a la atracción gravitacional.

Eduardo Punset le ha echado la culpa a la mecánica cuántica.

Pero no, diga lo que diga Eduardo Punset sobre los físicos cuánticos (en el mismo párrafo donde nos recuerda que es amigo de muchos científicos, estrategia publipromocional bastante pobre), ninguno de ellos nos ha “advertido sobre la magnitud de la incertidumbre que nos rodea en la vida cotidiana“.

De hecho, el principio de incertidumbre de Heisenberg sólo explica que no se pueden medir al mismo tiempo la posición y la velocidad de una partícula subatómica. Al medir la posición alteramos su velocidad y al medir la velocidad alteramos necesariamente su posición.

Pero esto no se aplica, como nos recuerda el profesor de física Howard Weisman, a objetos compuestos por muchísimos átomos. Es decir, el principio de incertidumbre no implica que si conocemos la velocidad de Eduardo Punset no podamos determinar su posición o viceversa. Podemos decir con certeza que cuando detectamos a un Eduardo Punset en un coqueto taxicab londinense en la esquina de Piccadilly y Regent Street, Piccadilly Circus, Londres, Gran Bretaña, planeta Tierra, sistema solar, Vía Láctea, Universo, está viajando a una velocidad de 40 km/hora.

Esto se debe a que Eduardo Punset no es una partícula subatómica, ni un átomo, ni siquiera una molécula. Es del tamaño de la vida cotidiana, en la que no ocurren las cosas que ocurren a nivel microscópico. Así, en el nivel microscópico un átomo de carbono puede pasar entre una serie de átomos de hierro. Pero si un Eduardo Punset formado por moléculas basasdas en átomos de carbono quiere traspasar una plancha de hierro del casco de un barco petrolero, no lo conseguirá, y probablemente se produzca otra lesión de consideración.

Lo lamentable y en extremo preocupante es que sea, otra vez, Eduardo Punset, que afirma ser divulgador científico y tiene a su disposición el mayor presupuesto de los medios españoles para la divulgación científica y una atención mediática que lo ha convertido en una especie de santón de la ciencia y el pan de caja, quien diga esta monumental tontería.

Una y otra vez, los científicos se han esforzado en explicar que la mecánica cuántica no tiene nada que ver con las interpretaciones caprichosas y el uso engañoso e ignorante de sus conceptos que nos han ofrecido los más diversos mercaderes del New Age, los superpoderes (telepatía, telequinesis, adivinaciones), la magia, la pseudomedicina y en general el mundo de “lo misterioso” donde todo vale para emocionarse y ganar algún dinero ilegítimamente sin dar nunca ni una sola prueba de sus afirmaciones.

En realidad es casi triste que los científicos deban dedicar parte de su tiempo y esfuerzos a explicar que los brujos mienten, pero también es de agradecerse, como lo ha hecho el Dr. Ignacio Cirac, físico dedicado precisamente a la cuántica e investigador del Centro Max Planck de Óptica Cuántica:

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=rNZ6uOnsdQ4[/youtube]

Todas las explicaciones fantasiosas de la física cuántica y los fenómenos que describe proceden de espacios que nada tienen que ver con las instituciones, laboratorios, universidades, centros de investigación y especialistas del más alto nivel mundial (como los que trabajan en el LHC del CERN).

Es decir, vienen de personas que no saben qué es la física cuántica y no comprenden sus implicaciones reales. Sean comerciantes de la industria farmacéutica ultracapitalista internacional (como los homeópatas de Boiron, ¿o usted creía que eran una ONG?), médiums que dicen hablar con los muertos, periodistas de novena categoría, brujos vudú reconvertidos en “terapeutas cuánticos” o incluso brutales genocidas que aprovechan el tema para ocultarse entre una colección de inocentes que se creen cualquier mentira si se expresa adecuadamente, todos echan mano de la cuántica y sus conceptos para darse importancia e impresionar a sus clientes con la idea de que están utilizando los más recientes avances de la ciencia (es lo que se llama, con toda precisión, “pseudociencia”.

Y todos mienten o, cuando menos, se equivocan del todo al especular sobre la mecánica cuántica en la vida cotidiana, la vida real, la psicología, el determinismo o las visiones cómodas del postmodernismo. La cuántica es una rama de la física tremendamente complicada porque como señalaba Werner Heisenberg, precisamente el enunciador del “Principio de incertidumbre”, nuestro idioma está creado para expresar los acontecimientos de la vida cotidiana, no los que ocurren a nivel cuántico, que sólo podemos expresar matemáticamente, la expresión en el idioma cotidiano es sólo una aproximación didáctica.

Uno de los objetivos de la divulgación científica es, precisamente, darle al público general la capacidad de diferenciar entre la pseudociencia y la ciencia Por ello, señor Punset, otra vez, como cuando promovió la acupuntura o a Uri Geller o a Deepak Chopra, a Marysol Rodríguez Esterling o a otros muchos charlatanes, pseudocientíficos y embusteros, lo conducente es una disculpa y una explicación. Su público lo merece porque tiene derecho a una información fiable, certera y bien sustentada, no a devaneos de la nueva era cuyo único valor es que suenan emocionantes.



Por El Nocturno, publicado el 9 septiembre, 2012
Categoría(s): Escepticismo