Macarras y mitocondrias

Por José Jesús Gallego, el 11 abril, 2013. Categoría(s): Biología

Erase una vez una tierra peligrosa y falta de recursos donde la gente se agrupaba en pequeñas comunidades rodeadas de muros, dentro de las cuales transcurría la vida de forma sencilla, intercambiando con el exterior recursos y materias primas. Pero como os contaba, era una tierra peligrosa, llena de todo tipo de seres crueles y despiadados, corría el eón Proterozoico y según algunos cuentan, existían unos macarras bastante problemáticos que se dedicaban a asaltar y destruir las pequeñas comunidades amuralladas.

Estos macarras, vivían a toda velocidad, toleraban el aire envenenado, venían de los barrios más chungos de la ciudad, y claro está, si te crías en esas zonas necesitas de todo, navaja, pistola, hacha…

Parece ser que asaltar comunidades amuralladas era algo muy rentable, estaban siempre llenas de todo tipo de recursos y aunque iban desarrollando sistemas para defenderse, los macarras siempre iban un paso por delante.

Sin embargo algo empezó a cambiar, algunos macarras después de entrar en las comunidades no las destruían, tan sólo se aprovechaban de la situación ante los asustados ojos de los habitantes de las murallas. Nadie sabe exactamente la razón, pero sin duda no puede negarse que fue un punto de inflexión. Algunos macarras probablemente se quedaban viviendo dentro hasta que un buen día se les cruzaban los cables y destruían la comunidad. Pero otros empezaron a establecerse en zonas alejadas dentro de las comunidades, y claro, esto cambió sus hábitos.

Como os decía, para los macarras que vienen de los barrios chungos, la necesidad de instrumentos de supervivencia es grande, sin embargo al empezar a vivir en una bonita barriada con todo tipo de comodidades muchas de esas herramientas dejan de hacerles falta. Se vuelven flojos y descuidados, viven tranquilamente de lo que tienen a mano. Un día pierden la navaja, al otro la pistola, el hacha…y cuando te das cuenta destruyen a la comunidad pero no de forma violenta, sino más bien por consumir sus recursos e impedir que esta pueda competir con otras comunidades amuralladas.

Volviendo al tema, os contaba que fue un punto de inflexión, la tolerancia de los macarras por el humo venenoso. La buena gente odiaba este humo y solía buscar lugares limpios para vivir pero los macarras sacaban lo mejor de si mismos en su presencia. Muchos empezaron a cortar leña dentro de las comunidades, una tarea muy peligrosa para los habitantes pero que ofrecía enormes ventajas a la comunidad en si, ya que gracias a esta actividad de quema de leña conseguían calor y energía en grandes cantidades.

Poco a poco empezaron a aparecer muchas comunidades de este tipo que incorporaban macarras, pues eran muy buenos cortando leña y haciendo fuegos que mantenían calientes las casas. Las comunidades de este tipo crecían más y tenían habitantes más productivos gracias al trabajo de nuestros peligrosos amigos. Pero, como decía antes la vida cómoda hacía que estos perdiesen cosas. Y aquí tenemos el gran problema, ¡imaginad que un macarra pierde su hacha! Esa comunidad ya no tendrá ninguna ventaja por tenerlo, incluso se convertiría en una desventaja que sólo consume recursos. Sin embargo, ¿qué ocurría si alguien del lugar, encuentra el hacha perdida y aprende a fabricarla? ¡Podrá darle al macarra un hacha cada vez que este la pierda para que siga cortando leña y produciendo calor!

Los habitantes aprenden a fabricar una herramienta propia de macarras que les ofrece una clara ventaja, y claro cuando las barriadas crecen y se dividen, comparten entre sus vecinos sus habilidades, entre ellas las de producir hachas. Los macarras sin embargo no se relacionan mucho con los demás vecinos. Tienden a forman su propia casita dentro del barrio y se dividen por su cuenta, conservando habilidades propias que sólo comparten entre ellos.

Proteobacteria llegando a una célula eucariota

Como muchos imagináis con toda esta historia me refiero a la teoría endosimbiótica mitocondrial, de como estos orgánulos con genoma propio e independiente del nuclear aparecieron en nuestras células. Probablemente las mitocondrias fuesen en otro tiempo proteobacterias libres que sacaron ventaja de la respiración en un mundo quizás dominado por otras rutas metabólicas menos efectivas. Algunos consideran que las células eucariotas se alimentaban de estas alfa proteobacterias y que a base de fagocitarlas terminó dándose este proceso, otros afirman que las predadoras eran las propias bacterias. Atendiendo a procesos similares que ocurren hoy día con simbiosis tempranas he preferido tomar en la historia a la proteobacteria como predador.

He tomado los genes como habilidades, para ilustrar que durante los procesos de simbiosis, los organismos que ocupan el papel de simbiontes terminan perdiendo capacidades, incluso básicas, en forma de genes. La razón es básicamente que no necesitan tener estas habilidades para sobrevivir, ya que el anfitrión les aporta todo lo necesario, en este ámbito los primeros genes que suelen perderse son los patógenos, aquellos que fomentarán las relaciones parasitarias. Y aquí entra el ejemplo de perder la pistola, navaja…

Otro tema interesante respecto al genoma de la mitocondria es que al ser independiente la mitocondria se divide por sí misma. Sin embargo, no todos los genes de la mitocondria están dentro del genoma de esta, algunos necesarios para procesos básicos de la misma quedaron en el núcleo de la célula eucariota, y a ellos me he referido como al “hacha” que aprendía a fabricar la comunidad. Estos genes de origen mitocondrial, son un ejemplo de herencia horizontal entre dos organismos distintos. Lo que demuestra que incluso entre especies muy lejanas se puede dar un intercambio génico. Y bueno, finalmente algo que casi sobra decir, por ese hacha y esa actividad maderera y energética quería representar el ciclo de Krebs.

Quizás no sea la forma más científica de contarlo, pero espero que guste y anime a indagar más y más en este proceso que es la simbiosis, y como una relación parasitaria o predadora puede ser un mutualismo encubierto o una simbiosis en proceso. Las relaciones entre los seres vivos están más allá del bien y del mal, son procesos complejos que requieren mucha perspectiva para poder ser estudiados al detalle.



Por José Jesús Gallego, publicado el 11 abril, 2013
Categoría(s): Biología