Somos 175 mil millones de humanos «equivalentes»

Por Carlos Chordá, el 7 marzo, 2014. Categoría(s): Divulgación

Los animales consumimos alimentos como fuente de materia y también como fuente de energía, a diferencia de las plantas y otros organismos fotosintéticos cuya fuente de energía es la radiación electromagnética solar (estos organismos utilizan en casi todos los casos las frecuencias visibles excepto la verde; de ahí el color verde de las hojas). Al respecto, hace ya algún tiempo que en muchos envases de alimentos destinados al consumo humano viene indicado el aporte energético:

100 gramos de este alimento proporcionan 133 kilocalorías, o lo que es lo mismo 558 kilojulios.
100 gramos de este alimento proporcionan 133 kilocalorías, o lo que es lo mismo 558 kilojulios.

Como seres vivos que somos, valga la redundancia, necesitamos un aporte energético continuo para fabricar y reponer nuestras estructuras y para llevar a cabo nuestras actividades, como mantener una temperatura constante, movernos, digerir los alimentos, filtrar la orina… y otras menos evidentes para el no iniciado como muchas rutas del metabolismo celular.

La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda un aporte calórico de 2000 a 2500 kcal/día para un varón adulto y de 1500 a 2000 kcal/día para las mujeres. Se me ocurre, con estos datos, y considerando que no todos los seres humanos son adultos, que podríamos decir que un humano promedio consume 1800 kcal/día (no voy a entrar en que, por desgracia, muchos seres humanos tienen graves problemas para conseguir su dosis de nutrientes).

Me vais a permitir que cambie la unidad de caloría a Julio (J), la unidad de energía en el Sistema Internacional, para unificar con lo que os cuento más tarde. Como 1 cal = 4,1869 J la cosa va a quedar tal que así:

Consumo energético diario de un humano promedio: 7540 kJ

Con este dato es sencillo calcular la cantidad de energía que obtiene la humanidad a partir de su consumo de alimentos en un año. Basta con multiplicarlo por los 365 días que tiene el año y por los aproximadamente 7000 millones de seres humanos que poblamos este nuestro planeta. Resultado:

El consumo energético «biológico» de la humanidad es de 2 · 1019 Julios al año.

Se trata de una cantidad muy grande, claro; es que 7000 millones es mucha gente. Si toda esa energía se liberara de golpe, equivaldría a la explosión de unas tres millones de bombas como las lanzadas en la Segunda Guerra Mundial sobre Hiroshima o Nagasaki.

Somos muchos, pero lo somos precisamente porque vamos más allá de lo meramente biológico: antes del Neolítico, antes de la gran revolución que supuso el desarrollo de la tecnología conocida como agricultura, la población humana rondaba los diez millones de individuos. No podían ser muchos más en un mundo donde los únicos alimentos disponibles eran los que se podían recolectar o cazar. Precisamente la tecnología, así en general, es la que nos ha conducido a esta superpoblación.

Fijaos en que en el cálculo de arriba he remarcado lo de consumo «biológico», el consumo energético obtenido a partir de la ingesta de alimentos, exactamente el mismo tipo de consumo que tienen los demás animales. Los ciervos, pongamos por caso. Pero la especie humana es diferente: el consumo energético de los ciervos consiste exclusivamente en su consumo biológico mientras que la nuestra es una especie que trasciende lo biológico, somos una especie con una dimensión «suprabiológica», si me permitís el palabro. Como parte de nuestra naturaleza hemos ido desarrollando tecnologías progresivamente más complejas y, con ello, los requerimientos energéticos para su funcionamiento han ido creciendo. Pensad en medios de transporte, minería, industria, comunicaciones, mantenimiento de ciudades, viviendas, infraestructuras de ocio…

La energía que obtenemos de la naturaleza para transformarla hacia formas más cómodas de utilizar se conoce como energía primaria. El viento o el petróleo son ejemplos de energía primaria. Cuando la transformamos (electricidad, gasolina) hablamos de energía secundaria.

Evidentemente, el funcionamiento de toda nuestra tecnología requiere una gran cantidad de energía. En 2012, el consumo mundial de energía primaria superó los 12 000 millones de toneladas equivalentes de petróleo. Esta curiosa unidad, la tonelada equivalente de petróleo, es la energía liberada por la combustión de una tonelada de petróleo, unos 4,2 · 1010  J. Unos sencillos cálculos et voilà:

El consumo energético «tecnológico» de la humanidad es de 5 · 1020 Julios al año.

Comparado con el biológico, calculado más arriba, resulta que el consumo tecnológico es ¡25 veces mayor! Dicho de otra manera: cada uno de nosotros, como promedio (porque no todos consumimos igual, no todos estampamos la misma huella ecológica) consumimos 25 veces más energía que la que nos zampamos para subsistir. De otra manera más: la energía que nos proporcionan los alimentos, la que utilizamos como un animal más, es el 4% del total. En definitiva: si toda la energía que extraemos del planeta la obtuviéramos en forma de alimentos, podrían comer con ellos 175 mil millones de seres humanos. Me saco de la chistera al ser humano «equivalente» y afirmo, con perdón:

Somos 175 mil millones de seres humanos «equivalentes».

¿No os parece que nos podríamos calificar como una plaga de las gordas? ¿Queda claro que las actividades humanas tienen necesariamente un efecto muy intenso sobre la salud del planeta? Pues eso.