Por qué estudiar matemáticas

Por Colaborador Invitado, el 23 mayo, 2014. Categoría(s): Divulgación • Matemáticas

matematicas

Es conocido el convencionalismo de pensar en las matemáticas como una asignatura difícil, incomprensible, aburrida e inútil.

Posiblemente esa gente posea un ordenador, un teléfono móvil, una televisión, una tarjeta de crédito… Seguramente dirá: ¿esto cómo funciona? O no tiene la curiosidad ni siquiera de pensar qué artes oscuras se han usado para crear esos objetos.

Empecemos por el tema de que las matemáticas son difíciles. Difícil es algo que presenta obstáculos o que necesita ser trabajado para poder realizarse. Si una persona normal, sin dificultades (e incluso, sin trabajar demasiado), es capaz de ententer y aprobar las matemáticas, ¿dónde están los obstáculos?

Vería más obstáculos en tener que aprenderse 20 páginas de un tema. En matemáticas ni siquiera tienes que memorizar las fórmulas, se obtienen de razonamientos lógicos.

Puedo asegurar que muchos matemáticos recientemente licenciados no saben de memoria, por ejemplo, el término general de una progresión aritmética. Y también puedo afirmar que en menos de un minuto la consiguen obtener. Con estar atento a la explicación de cómo se obtiene, aprenderse la fórmula es una pérdida de tiempo. Al fin y al cabo, las matemáticas se descubren. Memorizar la fórmula sin conocer de donde viene, es ignorante y fuera de la curiosidad.

No es verdad que las llamadas ‘matemáticas abstractas’ sean tan difíciles. (…) No creo que haya por un lado un pequeño número de personas extrañas capaces de comprender las matemáticas y por el otro personas normales. Las matemáticas son uno de los descubrimientos de la humanidad. Por lo tanto no pueden ser más complicadas de lo que los hombres son capaces de comprender.

Richard Feynman

Comentemos las aplicaciones de las matemáticas y la inutilidad de las mismas. Vamos a diferenciar entre matemáticas aplicadas y matemáticas puras; en el caso de las primeras creo que no hace falta explicar por qué útiles.

Ahora, ¿para qué me sirve hacer un logaritmo? ¿Para qué quiero saber trigonometría? ¿Para qué sirven las progresiones?

Hay un primer argumento de por qué aprender esas cosas, las clases de matemáticas se convierten en un ejercicio de racionalidad. En un mundo donde todo es exacto te abstraes a algo perfecto, un lugar de razón suprema. Los poetas se abstraen a mundos perfectos, sobre todo hablando del amor (teóricamente ven un mundo perfecto, aunque en la realidad se convierte en imperfecto).

No quiero desperdiciar a otras materias, como por ejemplo la música, donde puedes encontrar una filosofía parecida. Quizás a un ingeniero le valga con usar 3.1415, pero un matemático debe usar la letra ∏ , para ser más exacto.

Las matemáticas poseen no sólo la verdad, sino la suprema belleza, una belleza fría y austera, como la de una escultura.

Bertrand Russell

Cuando las leyes de la matemáticas se refieren a la realidad, no son ciertas; cuando son ciertas, no se refieren a la realidad

Albert Einstein

En la actualidad estamos rodeados de numerosas tecnologías que usamos en nuestra vida cotidiana. Sobre este tema puedo explayarme mucho más, puesto que conozco lenguajes de programación informática y algo del funcionamiento de esta. La amplia mayoría de alumnos y estudiantes utilizan móviles de última generación, teléfonos inteligentes. Los ordenadores, los móvile y cualquier tipo de computadora es pura matemática. El sistema binario, la abstracción necesaria para programar, y no sólo eso, la de cálculos simultáneos que debe hacer una computadora para abrir una ventana, codificar un mensaje…

Un programador de videojuegos necesita leyes físicas y capacidad para crear algoritmos. Se usan ejes cartesianos para hacer juegos o programar en dos dimensiones, y para una vista tridimensional se usaría el eje z, a parte de x,y.

Las matemáticas son la puerta y la llave de las ciencias.

Roger Bacon

La razón absoluta, usar del cerebro, comprender el mundo, la exactitud, la innovacción… todo ellos en las matemáticas.

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Este post nos lo envía Eduardo González Vaquero, alumno de ESO.



Por Colaborador Invitado, publicado el 23 mayo, 2014
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