Visionlab y su bola de fuego de tamaño equivocado

Por Arturo Quirantes, el 7 julio, 2014. Categoría(s): Astronomía • Física

Sol Visionlab

Estoy harto del analfabetismo científico de las películas, y si chirriase los dientes cada vez que un caza imperial hace ruido en el espacio ya estaría yo sin dientes. Algunos cineastas intentan hacer las cosas bien, pero a otros no les importa lo más mínimo con tal de que la peli sea taquillera. Vale, gana dinero con ella, pero ten un poco de profesionalidad.

Bien, pues ahora el acientificismo se extiende a los anuncios televisivos. Hace un par de años fuimos testigos de cómo Scientia montó en cólera cuando vio a Jennifer López llamar proteína a la arginina, que en realidad es un aminoácido. La osadía le costó cara a L´Oreal, que acabó cambiando el anuncio y llamando a la arginina «activo» en un extraño «ni pa tí ni pa mí.» Si se dedicase a examinar y criticar todos los errores de los anuncios de cosméticos y alimentación, no tendría tiempo para nada más.

Pues creo que me voy a apuntar al escuadrón fustigador publicitario, y para comenzar nada mejor que este anuncio de VisionLab que me acaban de pasar por Twitter. Un chavalote te explica los perjuicios de ver una puesta de sol de la siguiente forma:

Creemos que ver una puesta de sol es bonito y romántico, pero estamos engañados. No es bonito ver una puesta de sol, porque en realidad estamos treinta minutos quietos mirando una bola de fuego incandescente del tamaño de veinte Tierras que explota y tira fuego y gases y no tiene control ninguno. Mirar esta bola de fuego no es romántico, no te dan ganas de besar y abrazar a tu novia. Y vamos y nos quedamos quietos mirando como baja y avanza la bola de fuego incendiada echando gases y explorando. Estamos muy engañados con el sol. El sol no es lo que nos venden. Protégete de él con unas gasas de sol VisionLab.

Aquí hay un fallo garrafal inexplicable, pero dejen que me ponga en modo deGrasse Tyson porque voy a criticar todo el anuncio. Para empezar, el Sol no «tira fuego» ya que es una gigantesca masa de hidrógeno con algo de helio, y no hay nada incandescente en su superficie, no es como un lingote de hierro que se ha calentado hasta el rojo blanco. Tampoco es cierto que «no tenga control alguno.» Al contrario, el equilibrio entre las fuerzas nucleares y las gravitatorias es tan sutil y perfecto que nuestro sol lleva miles de millones de años iluminando con regularidad casi total. Si le faltase el control, no estaríamos aquí para verlo.

Luego veo algo peligroso en este anuncio, y es el mensaje de que una puesta de sol ha de verse durante nada menos que media hora, y eso es una barbaridad. Intenta eso y se te quedarán los ojos para tirarlos al contenedor de reciclaje. Peor aún, el mensaje asociado es que con ponerte gafas de sol, todo arreglado. Eso es peligroso. Tan sólo durante los instantes finales, cuando la luz del sol ha sido filtrada por una gran cantidad de atmósfera, es posible mirar directamente sin peligro.

Pero lo peor no es eso. Resulta que la voz en off nos dice que el Sol tiene el tamaño de veinte Tierras. Por supuesto, los miserables escépticos como yo podemos ir rápidamente a la Wikipedia para comprobar esa afirmación… ¡y resulta que es incorrecta! En realidad, el diámetro de nuestro astro es unas 110 veces superior al de la Tierra. Ciento diez, no veinte.

Y ahora, la gran pregunta: ¿de dónde han sacado esa cifra de veinte? ¿Se la han inventado en la sala de juntas? Señores, señoras, no espero que todo el mundo conozca el diámetro solar, pero cuando no se sabe no hay más que preguntar, y con un universo digital de información accesible a dos toques de pantalla no hay excusa. Es sencillísimo comprobar cuántas veces el radio del Sol contiene al de la Tierra, tan fácil que hasta un publicista puede hacerlo. Y en eso van y la cagan.

Entiendo que los de L´Oreal no quieran llamar aminoácido a la arginina, porque es un término poco glamuroso. El ciudadano medio no comprará alegremente algo terminado en -ácido para echárselo a la cara, y por eso antes lo llamaban proteína y después activo. Vale. ¿Pero qué ganan los de VisionLab sustituyendo el número 20 por el 110? ¿Tan difícil es comprobarlo y poner el dato correcto?

Puede que esto les parezca una pataleta de un profe de física aburrido y picajoso, pero les aseguro que no lo es. Uno de los problemas que tenemos en docencia es la existencia de «anclas,» o piezas de conocimiento que se han introducido en la mente de los escolares como consecuencia de otras experiencias pasadas en cine, televisión, tebeos, etc. Si en el aula intentas explicar algo al alumno, la presencia de ese ancla te ayuda; peo si el ancla es incorrecta, el conocimiento no arraiga.

Yo utilizo esas «anclas» que nos proporciona Hollywood en el aula, y con bastante éxito, creo decir; no hay más que ver lo bien que se lo pasan mis alumnos. El problema es que las anclas de conocimiento suelen ser malas, y con demasiada frecuencia proporcionan datos incorrectos.

Por eso multitud de norteamericanos creen que los dinosaurios y los humanos coexistieron. De pequeños ven los episodios de Los Picapiedra, y cuando el profe les cuenta la verdad, no la asimilan bien. El resultado es que, en demasiadas ocasiones, el personaje de dibujos animados de la tele acaba teniendo más ascendiente sobre el chaval que el aburrido y pesado profesor del colegio.

De igual modo, miles de personas que jamás han estudiado nada de astrofísica (o que lo hicieron y ya se les ha olvidado) irán por ahí creyendo que el Sol es veinte veces más grande que la Tierra. No parece que sea un fallo de conocimiento particularmente grave, pero se acumulará a otros muchos. También creerán que la arginina es una proteína, que las vacunas son malas, que los tendidos eléctricos de alta tensión inducen cáncer a los niños, que puedes atravesar un vidrio sin más que algunos pequeños rasguños en la cara, que los organismos modificados genéticamente son perjudiciales… ¿necesito seguir?

Finalmente, chavalote de VisionLab, y sea lo que sea el Sol, ver su puesta sí que es bonito y romántico. Si no te has dado nunca un paseo con tu chica al atardecer, si no te dan ganas de abrazarla y besarla es tu problema. Eso sí, no cometas el error que me pasó a mí hace años. Una rubia estupenda me preguntó en cierta ocasión cuál era el origen de esta bonita y fascinante capa de color marrón que se extendía sobre el horizonte, justo encima del mar. Yo, que trabajo estudiando sistemas de partículas en la atmósfera, cometí el error de responderle. Fue la última vez que me preguntó sobre Física.



Por Arturo Quirantes, publicado el 7 julio, 2014
Categoría(s): Astronomía • Física