Hitos en la red #39

Por César Tomé López, el 26 octubre, 2014. Categoría(s): Enlace Recomendado

 

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En el día de hoy Europa ha cambiado su hora oficial a la llamada hora de invierno. Algo cuyos objetivos de ahorro energético, el que suscribe, no termina de entender. Por una parte en todas las industrias en las que he trabajado el consumo energético es independiente de la hora que marquen los relojes: máquinas e iluminación estaban encendidas el mismo número de horas; en las oficinas, también. En casa, tres cuartos de lo mismo o peor si a las seis de la tarde ya es de noche. Lo único que aparentemente tiene el cambio horario son molestias. Pero se sigue haciendo. Como los que consumen productos ecológicos o hacen malabares para evitar los productos transgénicos, que lo hacen, pero no saben muy bien por qué. Lo ilustra JM Mulet en Dos vídeos sobre comida ecológica y transgénicos.

Efectivamente, hay quien cree que mantener estos cambios horarios, o España en un huso que no le corresponde geográficamente, hay que hacerlo porque han crecido con ello, y por algo lo harían los antiguos, que sabían más (en el caso del huso de España para tener la misma hora que la Alemania de Hitler, cuando casi todo el país está al oeste de Greenwich). Parece una fe, más que una medida técnica. Pero tú puedes creer firmente en algo y no por ello anular tu espíritu crítico, como le pasa a Francisco R. Villatoro con los axiones como partículas responsables de la materia oscura: Sobre los axiones que podría haber observado XMM-Newton de la ESA.

Por cierto, si no te queda clara la diferencia entre fe y ciencia, lo mismo Ciencia, arte, religión te puede ayudar a aclararte (o no).

Los problemas que plantea el cambio horario en los humanos se deben a que existen unos relojes biológicos llamados circadianos que, como su nombre indica, marcan ciclos de actividad de duración cercana al día, esto es, 24 horas. Los cambios en la hora provocan desajustes potenciados además por las diferencias de luz solar al inicio y fin de la actividad, digamos, laboral. Pero, ¿sabías que el día en la Tierra no siempre ha durado 24 horas? ¿Que hubo una época en que duraba 5? Eso fue antes de Theia, cuando la Luna no existía. ¿No sabes de qué te hablo? Daniel Marín en Astronomía forense: reconstruyendo a Theia, la creadora de la Luna.

En efecto, los cambios rápidos de huso horario, como bien saben los viajeros que sufren el llamado jet lag, demandan del cuerpo adaptaciones significativas a las nuevas circunstancias. Salvando las distancias, como si asciendes rápidamente una montaña de cierta altitud. Juan Ignacio Pérez Iglesias ilustra con vicuñas qué pasa si decides instalarte en una, Camélidos de altura.

Por eso los cambios es bueno hacerlos progresivamente, dando tiempo al cuerpo a adaptarse. El problema con la progresividad es que si toma mucho tiempo ni te das cuenta de que algo está cambiando. Pasa con el cambio climático, o con la deforestación que provoca la agricultura de tala y quema, como nos explica Antonio Cantó en 12.000 años de desastre ecológico.

Pero si hay una circunstancia en la que los cambios oficiales de hora no influyen es cuando estás tomando una medicación pautada. Y más si te enfrentas a una infección grave y tu cuerpo aun no sabe De los anticuerpos.

Seamos sinceros. Cuando nos encontramos en una situación como el cambio horario que nos estresa ligeramente y además altera nuestro estado de vigilia, ¿qué hacemos? Pues, confesémoslo, jugar y comer chocolate. ¿Por qué no combinar ambas cosas? Juegos matemáticos con tabletas de chocolate. Y si lo que quieres es dormir, un vasito de leche caliente, a ser posible que no te provoque alergia, Hacia una leche que no produzca alergia.

En marzo volveremos a lo mismo, en sentido inverso. Si no, al tiempo.

 



Por César Tomé López, publicado el 26 octubre, 2014
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