Este artículo trata de ovnis. Bueno, de ovnis que no fueron ovnis, sino misiles lanzados desde submarinos, aunque suene raro, así que no voy a molestar al lector con peroratas de extraterrestres ni a reclamar su apertura mental, todo con tal de que usted pique un anzuelo, se asombre, compre mi producto y, como consecuencia, me pague una cena gracias a su credulidad.
No, este artículo no pertenece al mundo del misterio, ni del más allá, ni a los fenómenos de frontera, ni será catalogado como enigma insólito, ni cualquier otra expresión vacía de las usadas por el lamentable periodismo del misterio nacional (el de hace décadas y el actual), que es ese colectivo que recibe alabanzas por su inutilidad e incompetencia a la hora de explicar los supuestos misterios de que se ocupa. Versa este artículo, concretamente, de unos espectaculares “ovnis” vistos desde Canarias y Madeira el 22 de noviembre de 1974, el primero de una familia de episodios con una misma causa.
En los años 70 se observaron desde Canarias, la costa africana e incluso la mitad sur de la Península Ibérica en algunos casos, una serie de fenómenos que tuvieron su origen en el lanzamiento de misiles balísticos Poseidón de la Armada norteamericana. Los lanzamientos, con fecha 22/11/74, 22/6/76, 19/11/76, 24/3/77 y 5/3/79, se produjeron a centenares de kilómetros al oeste de Canarias y los espectaculares fenómenos luminosos a que dieron lugar ocurrieron a decenas de kilómetros de altura, al reflejar la luz solar los gases expandidos que emitían los misiles. Centenares de testigos en cada isla interpretaron cada suceso como pudieron, ya que nadie, aparentemente, sabía qué estaba realmente contemplando.
Las observaciones desde Canarias
Del primero de estos casos, 22/11/74, se cumplen hoy 40 años. Desde Madeira fue, además, fotografiado. Como ocurrió en este tipo de casos, la prensa local publicó numerosos testimonios aunque normalmente sin interrelacionarlos, a pesar de coincidir fechas y horas. De esta manera, daba la impresión de que fueron múltiples los fenómenos observados. No debemos exigir a la prensa que se preocupara de analizar cuidadosamente el conjunto de testimonios hasta comprobar que se trataba en realidad de una única observación de la que hubo innumerables testigos, ya que su misión, en primera instancia, era ofrecer la información en bruto. En cambio, sí era obligación de quienes se presentaban como “investigadores” o “expertos” -en ovnis y en cualquier cosa que sonara a raro- realizar un análisis de la información y tratar de hallar un escenario en el que encajar las numerosas declaraciones; pero, al contrario, los voceros de lo oculto agrandaban las imperfecciones y fomentaban el aparente misterio. Veamos, por tanto, cómo reflejó la prensa canaria la sorprendente visión. La tarde del 22 de noviembre de 1974 anocheció en Canarias a las 18:11 horas. Alrededor de las 19:30 los canarios empezaron a divisar un sorprendente y grandioso fenómeno luminoso al oeste.
El Día, en su edición del día 23, hacía referencia en primer lugar a las observaciones recogidas en La Palma. Los vecinos de Fuencaliente “apreciaron alrededor de las siete y quince un gran círculo plateado en el cielo, del que se alzaba un objeto de forma triangular y de color rojizo, que dejaba tras de sí unos chorros parecidos, pero no iguales, a los que dejan los aviones a reacción”. En Los Llanos de Aridane observaron “como una especie de cuatro bengalas que subían y estallaban en el aire, produciendo un gran cerco luminoso”. También desde Bajamar y Punta del Hidalgo, en Tenerife, fue divisado el fenómeno, que apareció como un fuerte resplandor sobre la isla de La Palma, similar a una explosión que se repitió tres veces.
El vespertino La Tarde se refiere también el 23 a las observaciones desde El Hierro: tres objetos luminosos que se les vio aparecer en el horizonte marino con intervalos de dos minutos y “adentrarse luego en la tierra, a una altura que no parecía ser excesiva”. El Eco de Canarias llega a decir el día 24 que “se detuvieron unos instantes” y que “Al llegar a este punto del cielo [sobre El Pinar] no siguieron la trayectoria más o menos horizontal que traían sino que se elevaron verticalmente hasta perderse de vista”.
Finaliza la noticia del 23 en La Tarde refiriéndose a José Miguel Hernández Cabrera, que se encontraba en El Pinar, al sur de la isla herreña. Al parecer, tuvo la oportunidad de realizar 16 fotografías del fenómeno. En 1992, gracias a un anuncio que inserté en la prensa local, pude localizar a esta persona. Desgraciadamente, no conservaba las fotos: el autor envió la película fotográfica a Tenerife para que la revelasen -no había estudios en la isla herreña aquel año- pero fue destruida ya que no se apreciaba nada, probablemente debido a su mala calidad.
La Provincia del día 24 se hizo eco de un testimonio procedente de Lanzarote, según el cual vieron en el firmamento, a la altura de la montaña Mina, “un extraño objeto luminoso que lanzaba destellos intensamente resplandecientes, con una pequeña esfera roja en su interior”. Desde San Bartolomé sus habitantes lo contemplaban con cierto pánico. Desde Tetir, en Fuerteventura, observaron “tres objetos luminosos que parecían estáticos hasta que por fin se juntaron”. Y desde cerca de la costa africana (La Provincia, 1-12-1974) un grupo de cinco barcos sardineros tripulados por cien pescadores también contempló las evoluciones del sorprendente espectáculo luminoso.
Las impresiones desde La Gomera son especialmente interesantes:
… se trataba de un resplandor a modo de cilindro, de un rojo vivo, que ascendía a gran velocidad para luego distenderse en forma circular y posteriormente emitir una luz amarilla o naranja de gran intensidad que abarcaba una gran extensión en el cielo; seguidamente se quedaba una nube vaporosa y, antes de extinguirse ésta, volvía a repetirse el fenómeno con la reaparición del resplandor rojo (El Día, 24-11-1974).
Según los aterrados marineros que estaban faenando en la pesca del calamar –como indica el periódico- no podía tratarse de bengalas porque no pueden producir semejante fulgor. Desde tierra pensaron que algún volcán de La Palma había vuelto a entrar en erupción (en 1971 había estado activo el Teneguía).
Se trató, por tanto, de un fenómeno que se repitió aparentemente tres veces, muy espectacular y que fue contemplado simultáneamente desde todo el archipiélago canario, e incluso desde el brazo de mar existente entre Lanzarote y la costa africana. Las diversas horas indicadas no son más que reflejo de la escasa exactitud de los testigos al referirse a este detalle, más ante un fenómeno que no fue instantáneo, sino que sus efectos se prolongaron durante largos minutos.
Los pescadores del Nuevo digno del querer
Una última colección de testimonios apareció en la prensa el 12 de diciembre. Incluía una errata en la fecha que, durante un tiempo, llevó a los interesados a catalogarlo como otro suceso más del mismo tipo. Fue el desaparecido vespertino La Tarde el que publicó la observación del patrón y marineros del Nuevo digno del querer, que se hallaba, supuestamente el día 28 de noviembre, frente a las Islas Salvajes, pequeñas islas deshabitadas situadas al norte de Canarias. Cerca se encontraban otros pesqueros pero se desconoce si sus tripulaciones observaron algo. Eran las 20:00 horas aproximadamente cuando algunos pescadores llamaron al patrón porque habían visto una luz extraña. En palabras del patrón, Antonio Tavío Peña, era una especie de disco luminoso cerrado en la parte inferior con forma de abanico, con un punto luminoso en el centro, del que salían arcos concéntricos de luz de diferentes colores y que abarcaban todos los del arco iris.
El centro podría compararse con el que presenta una estrella muy luminosa y de gran tamaño. Al parecer, de este punto luminoso “emergió un tubo de luz que cambiaba de color (blanco, azul, rojizo) que a gran velocidad se acercaba al barco; mientras se acercaba emitía un ruido muy fuerte parecido al de potentes turbinas. Retrocedió y se escuchó un estallido como de mortero de artillería. Se repitió dos veces más, durando toda la observación una media hora. Uno de los pescadores intentó tirarse por la borda debido a la gran impresión que le causó la visión, pero fue retenido por sus compañeros.
Los tripulantes del pesquero realizaron declaraciones similares, coincidiendo en un significativo detalle: el parecido del fenómeno con el lanzamiento de algún tipo de cohete: “Y era lanzado hacia arriba exactamente igual que los cohetes americanos o rusos que tan acostumbrados estamos por la televisión a ver lanzar”; “Lo que vi fue una especie de cohete con un cerco, por tres veces”. “El segundo cohete lo vi clarito, flotando sobre nosotros”; “Me tiré al suelo y, cuando ya se iba, me levanté y vi cómo se levantaba, como los foguetes de la tele, dejando un chorro de fuego y haciendo ruido como cuando explota algo” (La Tarde, 12-12-1974).
En abril de 1994 tuve la oportunidad de conversar con el mencionado patrón del pesquero, que puede ser considerado testigo principal ya que aportó una descripción más amplia y detallada de lo observado, confirmando lo visto hacía veinte años:
El fenómeno en sí era como un torpedo de estos o mortero, como si lanzaran un proyectil; se oía, además, y luego el ruido típico de superar la barrera del sonido.
Pensaba que el acercamiento del tubo de luz pudo ser una apreciación subjetiva:
Como aquello estaba tan alto pues podía haber sido provocado por la reflexión del Sol en el objeto.
Esta impresión de Tavío sobre el “tubo de luz que cambiaba de color (blanco, azul, rojizo) que a gran velocidad se acercaba al barco” recuerda a algunos testimonios del “ovni de Minsk”, el 7 de septiembre de 1984, cuando la tripulación de un avión que volaba sobre la citada ciudad bielorrusa observaron un brillante objeto frente a ellos, ligeramente a la derecha. Cambió de forma, enfocó hacia ellos y hacia el suelo con una especie de reflectores y envolvió la nave con un misterioso rayo de luz. El fenómeno fue observado también desde Suecia y a falta de confirmación oficial, se trató de un lanzamiento desde un submarino soviético en el mar de Barents.
Una importante puntualización permite subsumir este caso en el ocurrido seis días antes, como un testimonio más. La razón reside en que en la referencia periodística de este suceso, La Tarde, 12-12-1974, el testigo cita que la Luna estaba en cuarto creciente. Pero, como me advirtió Manuel Borraz en su análisis del suceso, el día 28 la Luna mostraba el 99% del disco iluminado, prácticamente Luna llena. Por tanto, o el testigo se equivocó en su apreciación o la fecha asignada a la observación es errónea.En este segundo caso, que creemos el más probable, el suceso habría tenido lugar el día 22,fecha en que la Luna sí se encontraba en cuarto creciente.
Ante su propia comprobación se pregunta Borraz: “¿No se tratará de un nuevo testimonio del fenómeno del día 22/11/74, figurando una fecha errónea y un horario sólo aproximado?” (comunicación personal, enero 1995). Existe un desfase de media hora entre los testimonios del día 22 y el que consideramos, probablemente debido a los numerosos testimonios, a la duración del fenómeno y a los diversos horarios aportados del primero. El citado dato astronómico nos permitió integrar la observación colectiva del pesquero entre las ocurridas el 22 de noviembre.
El único dato anómalo en esta observación es la percepción de ruidos por parte de los tripulantes del barco pesquero. Sin duda, esos ruidos en forma de “turbinas muy fuertes” o “mortero de artillería” no podían proceder de los lejanos lanzamientos. ¿Pudo tratarse de sonidos procedentes de alguno de los otros barcos pesqueros que había en la zona asociados erróneamente al fenómeno divisado en la lejanía? No parece un efecto tan subjetivo como los que se puede encontrar en otros sucesos semejantes[1]. No obstante, uno de los tripulantes le comentó al patrón, yendo hacia Lanzarote, “si había visto las antenas y las ventanillas” (sic), que es una interpretación muy subjetiva influida por la imagen habitual de las naves espaciales o antiguos satélites divulgada por los medios de comunicación. No es la única ocasión en que tales testimonios han sido comunicados con motivo de la observación de fenómenos naturales como las grandes estrellas fugaces o los bólidos[2].
Además, no hubo ni un solo testimonio, de los muchos que aparecen en la presa canaria y madeirense, que informara sobre la percepción de esas detonaciones. ¿Cómo es posible que se escuchara algún sonido de un fenómeno situado a centenares de kilómetros de distancia? No parece lógico pensar que el barco pesquero se hallara mucho más cerca del punto de lanzamiento, puesto que había fondeado muy cerca de las Salvajes, a 165 kilómetros al norte de Canarias.
¿Pudo deberse el sonido a un despliegue pirotécnico? No desde tierra, pues ya he mencionado que las Salvajes son islas deshabitadas y se encontraban muy lejos de Canarias para escuchar voladores; ¿desde alguno de los barcos que se encontraban faenando en las cercanías? No tiene mucho sentido, a no ser que los pescadores estuviesen de celebración… ¿Alguna experiencia similar a la que se estaba observando desde tierra pero mucho más cercana al pesquero, lo suficiente como para percibir sonidos? No parece probable que alguno de los cuatro lanzamientos balísticos de aquella jornada –fueron divisados tres- tuviera lugar de una zona de pesca habitual y cerca de unas islas, aunque desiertas.
Manuel Borraz, tratando de interpretar cómo pudieron escuchar entonces los sonidos que mencionaron, me comentó que tal vez la distancia a la que se realizaban las pruebas no fuese tan elevada y unas especiales condiciones atmosféricas hubieran permitido la transmisión de sonidos lejanos y potentes. Otra posibilidad es que las evoluciones de estos cohetes se produjeran en dos fases:
– Una primera, próxima, en la que fueran observados exclusivamente a causa de su luz propia (sistema de propulsión), más percepción de ruidos.
– Una segunda fase, a gran altura, con efectos luminosos más espectaculares, donde la luz solar sí habría jugado algún papel, ya sin ruidos (comunicación personal enero 1995).
Desde mi punto de vista, como ésta fue la única ocasión en que, en los cinco sucesos observados desde Canarias y cercanías, se informó de este detalle (con docenas de testigos identificados y miles potenciales), pienso que, sin descartar completamente otras posibilidades, se trató de un efecto psicológico sonoro asociado a la espectacular visión que tenían la oportunidad de contemplar en alta mar de noche un grupo de, por momentos, aterrorizados pescadores que jamás habían visto algo similar.
Las observaciones desde Madeira
Desde el archipiélago de Madeira, situado a unos 400 Kms. al norte de Canarias, también observaron el triple fenómeno aquel anochecer. Y la impresión causada entre los testigos fue, según cuenta la prensa local, aún mayor que en el caso canario. El Jornal de Noticias del día siguiente apuntaba como hipótesis más probable que se hubiese tratado de cohetes o misiles lanzados por buques de guerra en maniobras, pero fue el miedo ante lo desconocido lo que resaltó el diario:
“¡El mundo se va a terminar!”, exclamaron algunos, según el Jornal de Notícias el día 23. Gente de muchas poblaciones de las zonas rurales de Madeira empezó a juntarse alrededor de las iglesias, pidiendo confesión y amparo divino.
Verdadero pánico se creó en determinadas zonas de la isla, cuando, ya de noche el cielo madeirense se llenó por tres veces de vivísimos e inexplicables clarones que salían del mar. Pusiéronse rosarios al pecho, se encendieron lamparillas, los hijos se agarraron a sus madres”. Además, hubo escenas indescriptibles de pánico, con frecuentes desmayos.
A pesar del terror originado, la prensa de Madeira parecía estar mejor informada que la de Canarias, ya que el Jornal comenta a continuación que:
La hipótesis que se admitió como probable fue la de que se tratase de cohetes o misiles por buques de guerra en maniobras.
El Diário de Notícias del día 23 presenta una descripción del caso semejante a las ya consignadas más arriba, con “el interés de numerosos testigos que siguieron el suceso hasta el final con gran interés e intriga”, e indica igualmente que llegó a pensarse como explicación de lo visto en ejercicios navales, “hipótesis rechazada después de una consulta a la autoridad marítima”. Como es de suponer, la autoridad marítima de Madeira no tenía por qué saber la auténtica causa del fenómeno.
Pero, por encima de cualquier testimonio, ya fuera canario o madeirense, destacan las instantáneas realizadas por periodistas del Diário de Notícias, reproducidas en las ediciones de día 23 y 24:
El día 24 este diario insiste en la posibilidad de que el fenómeno hubiese sido provocado por el lanzamiento de misiles: “Provável explicação do fenómeno”, e incluye una foto a pie de página que remite a la página 11 de esa edición:
Las imágenes tienen escasa calidad pero la suficiente como para comprobar que se trata de un fenómeno con gran parecido con las típicas campanas gaseosas en expansión y estadios previos y posteriores que provocan los lanzamientos de misiles en la lejanía (véase el apéndice a este artículo). No fue posible, a pesar de diversas gestiones, localizar a los periodistas madeirenses que captaron estas imágenes.
En dicha página se informa de que:
Todo lleva a creer que el “extraño fenómeno” ocurrido en el cielo de Madeira fue el resultado de lanzamientos de misiles balísticos efectuados a bordo del Henri Poincaré.
Gracias a las averiguaciones de V. J. Ballester Olmos en 1999, no fue el buque Henri Poincaré el responsable de los lanzamientos, que estuvo en los días previos en el puerto de Madeira (también hubo otros buques científicos en los puertos canarios en las jornadas previas, como los soviéticos Musson y Professor Viese y el norteamericano USS Dutton), sino el submarino de la USN SSBN 658 Mariano G. Vallejo (Ballester y Campo, 2001, p.).
La explicación del triple fenómeno
Desde que a finales de los años 80 Manuel Borraz examinó la información existente de este caso la “hipótesis misil” cobró fuerza. La observación de grandes bolas luminosas en expansión, con diversos colores y extrañas dinámicas como aparentes acercamientos, detenciones, cambios de forma, giros, aceleraciones, etc. es habitual en las descripciones de los lanzamientos de misiles desde bases terrestres y submarinos, y en realidad se trata de gases de combustión afectados por los vientos a diferentes alturas, las variaciones en la temperatura y los juegos que la luz solar causa al reflejarse casi como en un espejo en esas sustancias de desecho dilatadas. Son divisados por multitud de testigos en la lejanía, a centenares de kilómetros, en particular cuando los lanzamientos se producen en horas crepusculares o nocturnas.
En el caso 22/11/74 los testimonios proceden de Canarias, Madeira y un barco pesquero localizado a medio camino, cerca de las Salvajes, y se refieren al fenómeno situándolo al oeste de sus respectivos puntos de observación. En su ensayo de 1992 Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios, Borraz establece que el fenómeno debía encontrarse en su última fase a unos 244 Km. de altura mínima y a unos 1.735 de distancia de los observadores en el caso de que su altura angular hubiese sido 0º (Borraz, 1992: 51), aunque no parece ser este el caso ya que, como se puede apreciar en el esquema de la observación anteriormente reproducido, el patrón del pesquero dibujó el espectáculo luminoso con cierta elevación sobre el horizonte; por tanto, esta distancia mínima sería menor. En el caso extremo esta distancia habría sido nula, encontrándose el fenómeno justo en la vertical del barco, pero, en cualquier caso, siempre se habría hallado a una altura mínima (y por tanto también distancia mínima) de 244 kilómetros para que pudiera ser iluminado por el Sol, que, en aquellos momentos, -20:30 aproximadamente según la hora inicial indicada por Tavío- formaba un ángulo de 31,2º de depresión bajo el horizonte, suponiendo que se encontraban en las coordenadas 30º N y 15,75º O.
En 1999 V. J. Ballester Olmos consultó con el experto Jonathan McDowell (Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics) las cinco fechas de probables ejercicios balísticos observados desde Canarias, encontrando que las cinco coincidían con lanzamientos de misiles Poseidón al oeste de Canarias. En algunos de los casos, como es lógico, la hora de los lanzamientos y la de los fenómenos observados desde Canarias coincide al minuto, aunque en el suceso que nos ocupa este dato está ausente en la tabla de los lanzamientos de aquel día que facilitó McDowell; pero sí figura el día:
Las columnas indican: 1: numeral de lanzamiento; 2: la fecha en calendario juliano; 3: fecha en calendario gregoriano; 4: hora GMT (no consignada en este caso); 5: tipo de misil; 6: plataforma de lanzamiento (submarino); 7: entidad responsable del lanzamiento, United States Navy (Ballester y Campo, 2001: 204).
Quedó así cerrada la polémica, ficticia y sensacionalista la mayor parte de las ocasiones como suele ser habitual en la ufología comercial y platillista, en torno a la obvia naturaleza artificial tanto de este suceso como de los otros cuatro similares observados desde el archipiélago canario (y, al menos, en esta primera ocasión, desde Madeira). Su espectacularidad, su duración, en torno a media hora, la ausencia de luz a nivel de tierra, la reflexión de la luz solar a gran altura en los gases expulsados por los cohetes, el desconocimiento por parte de la población (que llevó a informar a los testigos de horas dispares debido a la duración de fenómeno y, en algunos casos, detectar inverosímiles cabriolas, paradas y cambios de dirección, presencia de humanoides, etc.) y la aparición en la prensa y en medios especializados de noticias que alimentaban el misterio contribuyeron a convertir estos casos en paradigma de los “misterios de Canarias”.
Este artículo nos lo envía Ricardo Campo, Doctor en Filosofia en la Universidad de La Laguna y autor de libros como “Los OVNIs vaya timo“, Luces en los cielos. Todo lo que siempre quiso saber sobre los ovnis. En la actualidad mantiene el blog mihteriohdelasiensa.
Apéndice:
Son numerosas las ocasiones en todo el mundo en que los lanzamientos balísticos tanto desde submarinos en alta mar como desde bases aéreas en tierra han producido espectáculos luminosos en la atmósfera que han sido tomados por extrañas apariciones o directamente ovnis, con la implicación semántica correspondiente en nuestra cultura. En España, al margen de los cinco casos canarios citados, destacan los de fecha:
– 12 junio 1974, observado desde diversas zonas de Cataluña (La Vanguardia Española Barcelona, 13-6-1974: http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/1974/06/13/pagina-6/34248246/pdf.html?search=OVNI).
– 21 marzo 1989, observado desde el Mediterráneo Occidental y provocado por el lanzamiento de un misil balístico S-3 desde el Centre Essais Landes (http://serge.bertorello.free.fr/ovni/ovni.html).
En otras partes del mundo, merecen la pena ser recordados episodios como:
– El ovni en forma de medusa de Petrozavodsk (la capital de Carelia), el 20 de septiembre de 1977, en realidad subproducto del lanzamiento del satélite soviético Kosmos-955 desde el cosmódromo de Plesetsk (http://debunker.com/texts/soviet.html; http://www.jamesoberg.com/ufoosm-petrozavodsk.PDF; http://www.escepticos.es/node/3488).
– El misil Minuteman III observado el 19 de septiembre de 2002 desde Simi Valley, California: http://youtu.be/_6Uibqf0vtA
– El cohete Progress M-03M lanzado desde la estación espacial de Baykonur el 14 de octubre de 2009. Unas bonitas fotografías pueden contemplarse en estos enlaces:
http://www.energia.ru/rus/iss/iss21/progress-m-03m/im/photo_10-15-07.jpg
http://www.energia.ru/rus/iss/iss21/progress-m-03m/im/photo_10-15-08.jpg
http://www.energia.ru/rus/iss/iss21/progress-m-03m/im/photo_10-15-09.jpg
– Y el más reciente: el lanzamiento fallido del cohete ruso Bulava observado desde Escandinavia, el 9 de diciembre de 2009, que hizo correr ríos de tinta en la prensa digital mundial: http://tinyurl.com/bulavaenglish
Notas:
[1] El más popular fue el 22/6/76, cuando un médico de Gran Canaria interpretó un fenómeno semejante a éste como si se tratara de una nave esférica de 30 metros de diámetro dentro de la que se hallaban dos entidades antropomorfas de tres metros de altura. Véase: http://es.scribd.com/doc/225659885/La-verdad-sobre-el-caso-22-6-76-Islas-Canarias
[2] Véase “Meteoros con ventanillas”. Manuel Borraz, 1990. Accesible en este enlace: http://es.scribd.com/doc/67067923/Meteoros-con-ventanillas
Referencias:
El Día (Santa Cruz de Tenerife), 23-11-1974, portada.
La Tarde (Santa Cruz de Tenerife), 23-11-1974, portada.
El Eco de Canarias (Las Palmas de Gran Canaria), 24-11-1974, p. 24.
El Día (Santa Cruz de Tenerife), 24-11-1974, p. 8.
La Provincia (Las Palmas de Gran Canaria), 24-11-1974, p. 22.
La Provincia (Las Palmas de Gran Canaria), 1-12-1974, p. 20.
La Tarde (Santa Cruz de Tenerife), 12-12-1974, p. 24.
Jornal de Notícias (Funchal, Madeira), 23-11-1974.
Diário de Notícias (Funchal, Madeira), 23-11-1974, portada y p. 3.
Diário de Notícias (Funchal, Madeira), 24-11-1974, portada y p. 11.
Ballester Olmos, V. J. y Campo, R. (2001). “¡Identificados! Los OVNIS de Canarias fueron misiles Poseidón”. En: Revista de Aeronáutica y Astronáutica, 701, marzo, pp. 200-207. Accesible en: http://tinyurl.com/meybrhu
Borraz, Manuel (1992). Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios. Monografía 1 Cuadernos de Ufología, Santander. Accesible con una introducción de R. Campo para la versión digital en esta dirección: http://www.ikaros.org.es/galdar.pdf
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