Soy de los que entiende la Humanidad a la manera de Sagan. Tomando las palabras del maestro, “somos un medio para que el Cosmos se conozca a sí mismo“. Vistas así las cosas, considero que ha habido 3 momentos clave desde tiempos de Copérnico. Para que no penséis que hago trampa, son tres tipos de cosa diferentes: un invento, una teoría y un viaje. Eso si, una misma idea.

El invento es el telescopio (1609). Precisando, el momento en el que Galileo Galilei apuntó un anteojo al cielo y comenzó a descubrir las maravillas del firmamento. Gracias a el, pudimos descubrir que la Luna tiene montañas y valles; que los planetas son redondos; que algunos de ellos presentan fases, detalles superficiales, satélites y, sobre todo, que la Vía Láctea es, en realidad, un conglomerado de miles y miles de estrellas. La materia auto-organizada daba un gran salto en su comprensión de cómo es el Universo.

La teoría es, claro, la teoría de la gravedad de Albert Einstein, es decir, la conocida como teoría de la Relatividad General (1915). Lo habitual, en Cosmología, era tratar de buscar teorías que explicaran lo que vemos. Que se ajustaran a las observaciones. Esta vez, una teoría era capaz de avanzar algo aún no observado: que vivimos en Universo en el que el espacio se expande y las galaxias se alejan entre sí (Edwin Hubble lo estaba observando de manera prácticamente paralela). Un salto cualitativo tremendo.

El viaje, como no, es el del Apolo 8. Por primera vez aquella especie que surgió en la Tierra era capaz de escapar del campo gravitatorio del planeta que la vio nacer. Y no se trata, tan solo, de que alcanzáramos la Luna y de que los astronautas de aquella misión observaran la cara oculta de nuestro satélite. Lo maravilloso de aquella misión es que, por primera vez, pudimos echar la vista atrás y observar nuestra cuna desde el exterior. Un bello planeta azul que cuelga en la inmensidad del espacio.

Tres grandes hitos que, en poco más de 400 años, han contribuido, de manera espectacular, a que el Universo sea capaz de comprenderse a sí mismo.