El contagio de la enfermedad de Alzheimer

Por Colaborador Invitado, el 21 septiembre, 2015. Categoría(s): Medicina • Neurociencia

El pasado miércoles 9 de septiembre saltaba a los medios generalistas que el mal de Alzheimer era contagioso. El origen de la noticia surgía de una publicación en la prestigiosa revista Nature. Investigadores del National Hospital of Neurology and Neurosurgery de Londres y de la National Prionic Clinic del Reino Unido publicaban el trabajo titulado “Evidence for human transmission of amyloid-b pathology and cerebral amyloid angiopathy”. Los centros donde se ha hecho el estudio deberían habernos dado alguna pista sobre la razón del revuelo mediático que se ha armado a partir de la publicación.

Inmediatamente después los tabloides ingleses se apresuraban a publicar titulares como los siguientes:

Noticia aparecida en el Financial Times (izquierda) y en el Daily and Sunday Express (derecha).
Noticia aparecida en el Financial Times (izquierda) y en el Daily and Sunday Express (derecha).

El mal de alzhéimer, según las interpretaciones anteriores, era contagioso. Lo que le faltaba a los enfermos y a sus familiares. Aparte de enfermos se iban a convertir, en un abrir y cerrar de ojos, en apestados.

El viernes yo participaba por primera vez, y espero que no última, en el evento Naukas en Bilbao, y la pregunta de César Tomé parecía irremediable (minuto 12:49)

Ese mismo día la Sociedad Española de Neurología realizaba un comunicado alertando de la malinterpretación del estudio y en el que diferenciaba entre los conceptos de transmisión y contagio. Es cierto, son conceptos diferentes, pero es que además hay varias analogías incorrectas en la interpretación del artículo, ya que tampoco es lo mismo demencia que alzhéimer, y ni siquiera se puede extrapolar patología amiloide a alzhéimer. Por cierto, y no es por llevar la contraria a la Sociedad Española de Neurología, pero en el artículo sí se menciona la palabra alzhéimer.

Pero veamos qué dice el trabajo de los investigadores británicos. El artículo versa sobre un grupo de ocho pacientes con enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, que se engloba dentro del subgrupo de las llamadas encefalopatías espongiformes. Se trata de una demencia de curso rápido y de origen priónico, y que hasta el mal de las vacas locas de los años 90 aparecía residualmente en los tratados de neurología, junto con el kuru de los caníbales de Papúa Nueva Guinea, aunque esta es otra historia que contar.

Antes de que los desarrollos biotecnológicos estuvieran a la altura a la que están, algunos fármacos provenían de restos de cadáveres humanos o animales. Es el caso de la hormona del crecimiento con la que se trata a los niños con problemas de desarrollo. Hace unos cuantos años ya, afortunadamente, se extraía de las hipófisis de cadáveres, lo que producía infecciones y enfermedades asociadas a estas prácticas farmacológicas. En el trabajo de los investigadores británicos se estudian ocho pacientes de Creutzfeldt-Jakob que fueron tratados con hormonas procedentes de cadáveres contaminados. De los ocho pacientes estudiados, cuatro presentaron patología amiloide, que es típica de la enfermedad de Alzheimer, pero también de otras enfermedades que cursan con demencia como, por ejemplo, el Creutzfeldt-Jakob. Incluso se han visto placas de amiloide en individuos sanos, como el famoso estudio de las monjas, The Nun Study. No obstante, y en descarga de los medios de comunicación, hay que decir que en algunos pasajes del artículo original los investigadores se expresan de una forma, cuanto menos, ambigua.

Así, que según lo visto anteriormente, el alzhéimer no se puede decir que sea contagioso, tal y como publicaban los medios ingleses. Y esto es lo que manifesté en la entrevista que me hizo César Tomé en Naukas15. Pero viendo posteriormente el video de la entrevista sentí que no había sido totalmente sincero. Veamos porqué.

A día de hoy se puede asegurar que el alzhéimer no es contagioso. Pero existe una teoría desde hace muchos años que asocia las infecciones cerebrales con el riesgo de sufrir alzhéimer. Yo mismo he trabajado muchos años en esta hipótesis, cuando era un investigador del grupo de Fernando Valdivieso, en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. Los estudios pioneros de una investigadora de Manchester, la doctora Ruth Itzhaki, indican que al menos una parte de la enfermedad de Alzheimer podría estar relacionada con infecciones en el cerebro del virus herpes simplex tipo 1.

Esto no significa que la enfermedad de Alzheimer sea infecciosa. Explicaba en Naukas15 que la enfermedad de Alzheimer no es genética (en la mayoría de casos), pero que sí hay genes que aumentan el riesgo de sufrir esta enfermedad neurodegenerativa. Es lo que se conoce como susceptibilidad genética.

Pues bien, la infección por herpes en el cerebro, según los datos de Itzhaki y de otros investigadores, parece aumentar el riesgo de sufrir la enfermedad, especialmente cuando se conjuga con la variante E4 de la apolipoproteína E, que por cierto es el mayor factor de riesgo genético de sufrir el alzhéimer. Se estima que en la población por encima de los 70 años aproximadamente el 90% presenta herpes latente en el cerebro, por lo que si fuera una causa directa, el 90% de los mayores de 70 años deberían desarrollar la enfermedad de Alzheimer. No es tan sencillo. Una infección cerebral aumenta el riesgo pero no provoca la enfermedad. Si la provocara, la enfermedad ya estaría curada. El herpes tipo 1 no es el único patógeno que se ha asociado al alzhéimer. La bacteria Chlamydia también ha sido propuesta como un potencial microorganismo asociado al riesgo de sufrir la enfermedad, e incluso las espiroquetas o los patógenos periodontales. En este sentido, se ha llegado a proponer al b-amiloide como un péptido antimicrobiano del sistema inmune innato que haría la función de carrier de patógenos.

Artículo que revisa el papel de la infección de diferentes patógenos en la enfermedad de Alzheimer.
Artículo que revisa el papel de la infección de diferentes patógenos en la enfermedad de Alzheimer.

En resumen, la enfermedad de Alzheimer tiene múltiples factores de riesgo, tanto ambientales como de susceptibilidad genética, que se incuban y moldean durante décadas para acabar causando este mal. La interpretación de los diferentes efectos sumatorios y sinérgicos, combinatorios y probablemente también antagónicos, nos producen un enorme ruido de fondo que nos está impidiendo determinar el foco del mal.

Es decir, la enfermedad es tan sumamente compleja que no podemos ni debemos permitirnos el lujo de hacer malinterpretaciones sensacionalistas o lanzar titulares a vuelapluma que, aparte de ayudar poco, estigmatizan a los pobres enfermos y a sus entregados familiares, que ya sufren lo suyo. Por la parte de los científicos, debemos clarificar los conceptos que publicamos y divulgamos con la menor de las ambigüedades.

Este artículo nos lo envía Javier Burgos, (@Javisburgos) Director científico de Neuron BioPharma, y precisamente hoy (día mundial del alzheimer) os recomendamos que veáis la entrevista que César Tomé le realizó en Naukas Bilbao 2015.



Por Colaborador Invitado, publicado el 21 septiembre, 2015
Categoría(s): Medicina • Neurociencia