El futuro es… hoy

Por Naukas, el 21 octubre, 2015. Categoría(s): Cine
04:30 - 21 de octubre 2015
04:30 – 21 de octubre 2015

Si el condesador de fluzo y el DeLorean funcionan correctamente, y si este post aparece publicado a la hora correcta, hoy hemos llegado al futuro… bueno, al menos al futuro que Marty McFly y Doc Brown vivían en la trilogía de Back to the future, y más concretamente en la segunda parte estrenada en 1989 (Back to the future II).

Han pasado 30 años desde aquel lejano 1985 en que se estrenó la primera entrega y la imagen de futuro que tenían en la película dista mucho del verdadero 2015 en el que vivimos, por eso nos ha parecido una buena idea echar la vista atrás tres décadas y escribir unas palabras sobre lo que esperábamos del futuro en aquellos tiempos en los que vimos la peli…

A mí el 2015 me sonaba a colonias permanentes de humanos en la luna, alguna que otra en Marte y múltiples misiones robóticas a lo largo y ancho de nuestro sistema solar… nada de una Soyuz como única nave con capacidad de poner humanos en la órbita baja de la nuestro planeta, una luna sin una sola huella nuestra desde la última misión del Apolo o un proyecto muy vistoso en Power Point de viaje hacia Marte allá por los años 30-40.

Quizás era soñar con los ojos abiertos…

Juan José Gómez @JuanjoGom

A mí lo que más me marcó de la película era toda la domotica del hogar. Esa vivienda automatizada, las videoconferencias y todo ese tema… Que, ! Ya tenemos aquí! Quizás no al nivel de la película, quizás incluso mejor en algunos aspectos aunque peor en otros. Pero en temas de domotica e informática del hogar, me parece que vamos muy bien.

JJ Gallego @Raven_neo

Yo voy a hablar como ciudadana de un país desarrollado (no lo olvidemos). A mí me pilló la época dura del SIDA con la tontería de la adolescencia. En aquella época pensaba que el futuro sería la clave para librarnos de esta enfermedad con la que nos aterrorizaban, y no sin motivo. Pese a que ahora el SIDA es una enfermedad controlada, he encontrado a gente joven que corre situaciones de riesgo con una falta de luces impresionante. Ojalá el futuro fuera el fin de la estupidez… Para no amargar a los optimistas, diré que, para mí, los avances en medicina y en tecnología han sido tan impresionantes, que a veces creo que ya vivo en el futuro…

Natalia Ruiz Zelmanovitch @Bynzelman

«Cuando seas mayor habrá coches voladores por todas partes» Eso me decía me mi madre. Supongo que maduraré el día que el cielo se llene de coches. Al margen de eso (y de los hipsters) no estamos tan mal, no usamos SunBlock 5000 para salir a la calle, sigue habiendo ballenas en el mar y la realidad virtual está (una vez más) a la vuelta de la esquina.

Antonio Osuna @biotay

Salgo ahora mismo de clase. He hablado de la enfermedad de Parkinson, y les he puesto como ejemplo de paciente famoso a Michael J. Fox…solo que la mayoría de los estudiantes de primero no tienen ni idea de quien es, ni han visto la película. Supongo que el futuro es esto.

Carmen Agustín @CarmenAgustin

Creo que Regreso al futuro fue la primera película que vi en la que aparecía una maquina del tiempo, al menos no recuerdo haber visto ninguna otra. Yo tendría 10 o 12 años y realmente pensé que en el futuro habría máquinas del tiempo… evidentemente acerté, lo único que ocurre es son muy lentas y tardan 30 años en viajar hasta 2015…

Javier Peláez @Irreductible

Yo creía que ya habríamos llegado a Marte y que tendríamos centrales de fusión, coches voladores como en la película, y, sobre todo, que la moda sería ir con los bolsillos por fuera de los pantalones.

Creo que fue allá por el año 2000 —cuando volvieron a retrasar el viaje tripulado a Marte, seguían quedando 20 años para la fusión, como hacía 50, y ni rastro de coches voladores en el cielo— cuando mis sueños terminaron de resquebrajarse y tuve que aferrarme a lo de los bolsillos por fuera, que al menos en eso —junto con el aeropatín— sí podemos parecernos a la película.

Miguel Santander @Migusan

Desde aquella niñez esperaba que, a estas alturas, ya hubiéramos contactado con algún tipo de civilización inteligente, pero seguimos con la llamada en espera. Por un lado, las cuentas nos dicen que tendría que haber muchas… pero ni los contactamos ni vemos rastros o señales de algo artificial por allí arriba, lo que llamamos la Paradoja de Fermi… cachis.

Javier Fernández Panadero @javierfpanadero

Siempre pensé que en 2015 habría muchas cabinas de teléfono en las que poder hacer videollamadas, como en “Blade Runner”. Y ya no quedan cabinas…. Snif, snif.

Fernando de la Cuadra @ferdelacuadra

El día de Navidad de 1985, mis padres dejaron a mis hermanas con mi abuela y me llevaron al cine. Vimos «Regreso al futuro». A mí me faltaba un mes para cumplir once años. Salí del cine profundamente marcado y haciéndole mil preguntas a mi padre sobre lo que significa viajar en el tiempo, las posibilidades reales que tenemos de ello y las paradojas que se derivan. Poco después leí «Momo» de Michael Ende, y la idea de manipulación del tiempo se convirtió en uno de mis temas favoritos de ficción. Hace treinta años que estrenaron la película. Exactamente el mismo número de años que Marty McFly viaja al pasado a esos Estados Unidos rockeros de los cincuenta donde se conocen sus padres y el número de años que viajan al futuro cuando, al final de la película, Doc E. Brown suelta «¿Carreteras? A donde vamos no necesitamos carreteras» y el DeLorean se convierte en una máquina del tiempo voladora que usa como combustible una única piel de plátano y los restos de una lata de cerveza. Sólo el diseño futurista de la ropa de Brown y la máscara de maquillaje de viejo que se quita para volver a parecerse a cuando era joven en los cincuenta, muestran los posibles avances en moda, maquillaje y cirujía estética de ese futuro de 2015, que no nos mostrarían en su plenitud hasta el estreno de la segunda parte, en 1989.

No sé si me creí ese futuro de coches voladores. Creo que no, pero tampoco tenía una edad en que me pusiera a especular, sino que me creía lo que me decían y lo único que parecía claro en ese entonces era que el petróleo se iba a acabar. Nadie hablaba aún del cambio climático y yo vivía al margen del conflicto internacional de la guerra fría. Así que lo único que tenía claro era que los coches acabarían funcionando con pieles de plátano, volaran o no. Sobre todas las especulaciones de la segunda parte, incluyendo patines voladores y el estreno de «Tiburón 19″, me lo tomé como puro divertimento. Lo que sí quiero apuntar son tres cosas que la ciencia ficción popular nunca adivinó completamente: internet como un mundo en el que vivimos permamentemente conectados con cualquiera en cualquier parte del mundo, la telefonía móvil y el poder llevar un ordenador en el bolsillo que en el 85 ocuparía un edificio entero, y el avance tremendo de los gráficos por ordenador, los videojuegos y la realidad virtual, que sí empiezan a parecerse a lo que se ha venido especulando en ciencia ficción. Por lo demás, seguimos con las ciudades llenas de coches contaminantes que van a petróleo, y tardamos más de 10 horas en llegar a México desde Europa. Este sí que no era el futuro prometido.»

Alex Méndez @Txapulin

No hay nada que más se parezca al pasado que el futuro que se imaginó antes. Las pelis de «Regreso al futuro» me pillaron ya muy talludito, y me pasa con ellas como con todo lo producido en los años 80 (incluyendo las fotos que me hicieron): la forma de vestirse y peinarse se me hace tan insufrible que constatar que repetiremos en el futuro algo así me quita la confianza en la Humanidad. Puede parecer una fruslería, pero siempre en ese futuro que se imaginaba primaron las modas y los prejuicios del presente que se vivía.

Mi infancia vivió las utopías del mundo de conquistas espaciales y colonización a escala planetaria de todos los recursos y tecnologías, antes de que nos alertaran con los límites del crecimiento, lo que llegó en mi preadolescencia con las primeras crisis del petróleo y los miedos a un mundo que podría acabarse. Posteriormente el mundo del futuro se separó en dos: el mundo casi feliz que todos querrían para sus hijos o el infierno que todos temíamos dejarles. Y «Regreso al futuro» funciona mejor precisamente en ese registro: confrontar las dos posibilidades, aunque lo trivialice (es una peli, no un tratado de prospectiva).

Javier Armentia @JavierArmentia

Yo también aluciné mucho con el monopatín volador y las videollamadas, y era de lo que más me llamaba la atención en Regreso al futuro. Pero lo que más me llamaba la atención de las películas futuristas eran los ropajes de la gente: esas vestimentas plateadas, parecidas a trajes de astronautas cómods, con botas chulas… En serio, me fascinaba el mal gusto (o no), de la gente que imaginaba la ropa del futuro, porque la mayoría de las veces no sabía si me gustaban o no, pero en cualquier caso eran bastante divertidas.

Pero un pensamiento que me rondaba mucho por la cabeza cuando empezó mi interés por los animales en general y los dinosaurios en particular, era el de poder ver dinosaurios conviviendo con los humanos, así que cuando estrenaron Jurassic Park también la disfruté un montón. ¿El actual proyecto del Chicken-o-saurus de Jack Horner podrá contentar ese deseo infantil o no llegaré a verlo…? Habra que tener paciencia.

Carlos Lobato @biogeocarlos

Los sueños del futuro pasado son como comida pasada de fecha: no puede garantizarse que sean agradables al paladar. En 1985 yo soñaba, como todos, con coches voladores. De hecho, recuerdo algunos vagos detalles de cómo a mis once años estaba intentando diseñar uno. Iba a parecerse más a un híbrido de dirigible de bolsillo con helicóptero que a un coche propiamente dicho, pero ya por entonces tenía la intuición física de que sin fuentes de energía extremadamente compactas el coche volador no iba a hacerse realidad. En aquel lejano año aprendía, también, mi primer lenguaje de programación: el BASIC, en su versión del añorado ZX Spectrum; también soñaba con implementar, algún día, una inteligencia artificial benévola que me haría compañía. Y es que tenía otra intuición: que dadas mis aficiones y mi floreciente acné iba a necesitarla.

Pero el futuro, obviando las pequeñas pesadillas adolescentes, aparecía un poco más brillante en el horizonte. El cometa Halley estaba a la vuelta de la esquina y una flotilla de sondas se acercaba para saludar. Como siempre, se hablaba de la futura misión tripulada a Marte, aunque se planificaba visitar lugares algo más interesantes que los desiertos pedregosos de las Viking con nuevas misiones automáticas. ¡Qué poco nos imaginábamos que la catástrofe del Challenger echaría el freno a las aspiraciones de una generación! Marte seguiría siendo, para mí, unas pocas fotos borrosas en libros de divulgación hasta 1997. Hoy los coches se obstinan en no volar siguiendo las viejas leyes de la física. Los monopatines, para disgusto de la industria de las vendas y las escayolas, tampoco vuelan. La ropa no lleva secador incorporado. Las persianas no proyectan imágenes de un exterior falso e idílico. Y no tenemos carteles de películas en 3D.

Al menos Sharknado 2 compensa no haber podido ver «Tiburón 19».

Iván Rivera @brucknerite

En el año 2015 habremos acabado con el cáncer y con las enfermedades infecciosas. Conoceremos el fondo del mar con tanta precisión como el relieve de las tierras emergidas. Los coches se conducirán solos. Podremos ponernos una mochila para desplazarnos volando. Quien tenga dinero irá de vacaciones a la Luna, y la NASA habrá puesto a los primeros humanos en Marte. Todo esto nos decían. Con eso soñábamos.

A cambio –aunque Tesla y algunos escritores de ciencia ficción iban bien encaminados– casi nadie imaginaba hace 30 años que hoy existiría Internet, ni que llevaríamos en el bolsillo un pequeño aparato que nos conecta con millones de personas al instante, ni que tendríamos amigos virtuales a los que nunca conoceremos, ni que algo llamado Naukas iba a ser trending topic durante dos días al año. Paul Valéry tenía razón: el futuro ya no es lo que era.

Carlos Briones @Brionesci

Yo soñaba con que cruzaríamos el Atlántico a diario con aviones supersónicos, utilizaríamos con frecuencia un transbordador espacial para trasladar personas y cosas a una Estación Espacial Internacional, con que la fisión nuclear mejorada y segura sería la fuente de energía más popular, con que el protocolo de Montreal sería el ejemplo de una colaboración internacional continua contra los problemas medioambientales del planeta, con que se acabaría la Guerra Fría, desmantelaríamos los arsenales nucleares y miraríamos a esa época con los ojos de una civilización más madura y con que la forma de gobierno favorita de los humanos sería la socialdemocracia nórdica de los setenta. /modo sarcasmo off

Pedro J. Hernández @Ecosdelfuturo

Yo, en aquella época, estaba obsesionado con el invierno nuclear (para los jovenzuelos: estábamos en medio de una cosa llamada Guerra Fría), por lo que el futuro lo veía, básicamente, lleno de ceniza radioactiva.

Tanto era la cosa que bailaba (sí, yo era muy bailongo) hasta el paroxismo una cosa que se llamaba el «annihilation mix» del Two Tribes de F.G.H. Aquí lo tenéis, la canción como tal comienza en el 5:35 (y obviamente se cantaba a pleno pulmón): https://www.youtube.com/watch?v=r8DFDCEJ0co

César Tomé @edocet

«Regreso al futuro» se estrenó en 1985 y, sí, soy lo suficientemente mayor para recordar perfectamente el día que acudí al cine más cercano a ver el estreno de la película. Qué le vamos a hacer. Pero también recuerdo que un año antes se estrenó otro clásico de la ciencia ficción llamado «2010: Odisea Dos». Para aquellos despistados que no sepan de qué iba la trama, baste decir que hablaba de un futuro -ambientado en 2010, obviamente- en el que la Unión Soviética y los Estados Unidos colaboraban para explorar Júpiter y sus satélites. Al mismo tiempo, en la Tierra las fricciones entre ambas potencias estaban a punto de provocar una guerra nuclear total que amenazaba con aniquilar nuestra civilización por completo. No es que el guión fuese especialmente extravagante, más bien todo lo contrario, porque se limitaba a expresar los miedos y esperanzas más comunes de esa época.

Por eso, cuando en 1985 Marty McFly se desplazó hasta 2015 imaginé un futuro en el que la humanidad tendría una pequeña base en la Luna, estaciones espaciales en órbita baja y habría comenzado a preparar un viaje a Marte (no sé por qué me esperaba que el hombre pondría el pie en el planeta rojo en 2020). Además, quise creer que, de alguna forma, nuestra especie habría logrado evitar un conflicto nuclear. Tres décadas más tarde una misión tripulada a Marte sigue estando a treinta años en el futuro, pero al menos hemos explorado a Plutón y, por el momento, hemos dado esquinazo al armagedón. Que no es poco.

Daniel Marín @Eurekablog

Cuando vi la película «Regreso al futuro», lo de los coches voladores me parecía una evolución lógica. Si los aviones volaban, por qué no iban a hacerlo los monopatines y los coches. También tenían sentido las videoconferencias, porque si existía el teléfono y la televisión, hacer un combo tampoco podía ser muy complicado en 2015, que sería el FUTURO.

Lo que no me terminaba de convencer es que hubiese que conducir los coches, porque en mi casa tenía un libro sobre el futuro -publicado en 1975- que ya hablaba de lo inminente de los coches autónomos que nos librarían de los accidentes de tráfico. Ahora que ya estamos en el futuro, ni los coches vuelan, ni se conducen solos, y además los accidentes de tráfico están entre las diez principales causas de muerte en el mundo. Eso todavía no nos ha salido, por muy predecible que pudiese parecerme en los ochenta.

Para compensar esta desazón tenemos algo con lo que Martin McFly va a flipar hoy cuando aparezca en Hill Valley: interneeeeeeeeeé.

Deborah García Bello @deborahciencia

Mi recuerdo de la película esta marcado por una ausencia que creía inexplicable. ¡Robots! ¿Donde estaban los robots? Criado con los libros de Asimov, pensaba que la vida de 2015 se organizaría en torno a ellos. ¿Un anciano ser humano encargándose de dar cera a un coche? Ridículo. Los robots tenia que ser una presencia constante, no una extraña bandeja con televisor para recoger los pedidos en un bar. Ninguna casa me parecía completa sin un atento asistente robótico. ¡Es que ni siquiera se veían robots por las calles!. Aunque puede existir una justificación completamente lógica para ello. Quizás tuvieron un problema con Skynet pero consiguieron desconectarlo a tiempo.

Ambrosio Liceaga @cienciabolsillo

Yo soñaba con el teletransporte y con poder irse de vacaciones a otro planeta. Estaba convencida de que los niños irían con mochilas propulsoras volando al colegio. Y sin duda los coches volarían. Faltaría mas.

Imagen muy a cuento ;)
Imagen muy a cuento

Carolina Jiménez @OKInfografia

Pues yo debo ser muy raro, porque no creía en lo de los coches voladores.

Estaba convencido de que para 2015 contaríamos con centrales de fusión (aunque no con el pequeño generador que usa el DeLorean), pero aparte de esa las pocas predicciones que me atrevía a hacer no han ido tan desencaminadas: contamos con una estación espacial permanente (aunque se parezca poco a la que me imaginaba desde que vi «2001»), han aparecido métodos para preparar más rápidamente los alimentos, existen electrodomésticos autónomos, los coches dan los primeros pasos hacia ese piloto automático que yo creía que ya se habría generalizado a estas alturas… No podía imaginar que llevaría en el bolsillo un teléfono, y mucho menos que tuviese más capacidad de cálculo que el ordenador de 2015 con el que yo soñaba, pero creo que casi nadie lo imaginaba tampoco.

Pero coches voladores no. Y menos un DeLorean, que era muy bonito pero mecánicamente era una birria…

Fernando Frías @ferfrias

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