La extraña bola luminosa que atacó a un Fokker 27

Por Colaborador Invitado, el 30 diciembre, 2015. Categoría(s): Escepticismo
Imagen reproducida por Diario de Avisos el 15-9-2002 (cortesía Diario de Avisos)
Imagen reproducida por Diario de Avisos el 15-9-2002 (cortesía Diario de Avisos)

¿Puede parecer sensacionalista el título de este artículo?; sin duda lo es, pero como trata de la misteriosa observación de un ovni por parte de la tripulación de un avión comercial he pensado que lo normal es ser sensacionalista y fantasioso, al menos en el título. Además, es la norma de los periodistas de misterios, los dueños de la retórica de los hechos de frontera y enigmáticos y otras matraquillas dirigidas a vender un producto entre la población necesitada. Esto fue llevado hasta el paroxismo por los ufo-periodistas desde los años 70, creando una realidad paralela de portentos inventados a golpe de kilómetro recorrido y facturado.

La observación de una extraña luz por parte de los pilotos José Álvaro González Tarife y Salvador Pardo Checa desde un Fokker 27 es un pequeño clásico de la ufología española. Un foco luminoso de origen desconocido pareció salir del mar hasta acercarse, relativamente, al avión comercial que hacía la ruta El Aaiún-Tenerife durante la madrugada de un día no especificado de enero de 1972. ¿Se trata de uno de esos casos típicos de la ufología con “testigos de elite” y otros clichés al uso? Expondré en primer lugar las características de la observación según las fuentes de información a las que he tenido acceso.

Las diversas versiones del suceso

El presentador televisivo Fernando Jiménez del Oso, que fecha el caso en enero de 1972, expone el caso de la siguiente forma citando a Pardo Checa:

A los tres minutos de haber despegado, cuando estábamos subiendo, a unos cuatro mil pies, vimos un objeto que subía desde el mar hacia el avión. Cuando llegó a nuestra altura, se quedó a unas cuatro millas de nosotros. Era un objeto blanco, de una gran luminosidad, sobre todo en su contorno. En el primer momento creímos que íbamos a chocar con él. Hicimos una maniobra de evasión, pero el objeto siguió con nosotros.

Según Jiménez del Oso, durante unos minutos trataron de quitárselo de encima como si fuese una mosca pertinaz: “Subieron bajaron, aceleraron… pero inmediatamente el ovni volvía a colocarse junto a ellos. Finalmente, reanudaron su ruta y se comunicaron con el control tierra, que también había establecido contacto radar con el objeto. El acompañamiento duró veintidós minutos”. Al cabo de ese tiempo, “el ovni se perdió a una velocidad increíble”, en expresión del piloto.

A pesar de las tres o cuatro millas que les separaban –continúa el desaparecido presentador de Más Allá-, la noche permitía una excelente visibilidad y el objeto era muy luminoso, así que en aquellos veintidós minutos hubo ocasión de observarlo razonablemente bien. Según Pardo Checa, “tenía forma de un plato con una taza encima; su tamaño era bastante grande, como el de un DC-9. Tenía dos luces de posición, una roja y otra blanca, que se encendían intermitentemente”. No apreciaron ventanas, ni ningún otro detalle de interés.

El siguiente comentarista del caso, por orden cronológico, fue Francisco Padrón en su página dominical de Diario de Avisos, el 9 de octubre de 1988, que sitúa el caso en diciembre de 1975. (Según el experto en la implicación de las Fuerzas Armadas y los ovnis Joan Plana, la fecha correcta debe ser enero de 1972, ya que en diciembre de 1975 El Aaiún, Sáhara, acababa de pasar a manos marroquíes tras la marcha verde). Padrón entrevistó al piloto Álvaro González Tarife.

Según el citado, era una noche clara, despejada y sin nubes. Desde el avión se veía la cercana costa africana y numerosos barcos pesqueros que faenaban en la zona. En un momento dado, “la vista del comandante González Tarife se vio atraída por la luminosidad de una esfera anaranjada, de tamaño similar al sol que, de pronto, emergió del océano.

González Tarife pregunta en ese momento a su compañero si ha visto esa luz, a lo que responde que “Seguramente son las luces de los barcos”. Más tarde, los tripulantes del Fokker ven asombrados una enorme esfera luminosa que aparece ante ellos a solo unos 200 metros de distancia del avión. “Yo no sabía si eso iba a estrellarse contra el avión”.

Según Padrón, el comandante ordenó al segundo piloto un viraje de 180 grados a la derecha, “a ver si dejamos atrás ese objeto”. El ovni continuaba al lado del avión; lo acompañaba cuando éste aceleraba, frenaba o se elevaba “a 12.000 pies de altitud”. “Nos estuvo acompañando hasta que llegamos a la altura de Fuerteventura, una trayectoria que duró aproximadamente media hora de vuelo, allí desapareció”.

Y se fue rumbo al sur, hacia Villa Cisneros, dejando una estela blanco-anaranjada, como de fuegos artificiales. “Era, desde luego, un objeto esférico que volaba, ya que para volar se necesitan alas. Yo no sé si habrá algún invento realizado por humanos y que tenga esas características tan fantásticas y que pueda volar. Mi gran responsabilidad eran los 44 pasajeros que llevábamos. Era responsable de su seguridad. Ellos no se enteraron. Yo estaba asustado para encima asustar a otros”.

Continúa indicando que “Los pilotos estamos habituados a escrutar el firmamento. Es difícil que uno cometa errores. Puede ocurrir en una noche con nubes. Entras y sales de esas nubes y las estrellas parece que se acercan a ti; pero son fenómenos ópticos habituales y los sabes distinguir perfectamente. Es decir, que una estrella que se mantiene a doscientos metros del avión, que si viro 180 grados vira conmigo, sería una estrella muy rara”.

Otra de las citas que obra en mi poder relacionadas con este episodio es la publicada en la revista Tiempo en 1989. Habla de nuevo Álvaro González Tarife:

Fue a la altura de la isla de Fuerteventura, serían las doce de la noche y de golpe se me puso delante del avión –un Fokker 27– una esfera luminosa, como un pequeño sol, que se movía a grandes velocidades, con desplazamientos no convencionales. Algunas veces aceleraba sus movimientos e iba dejando una estela. Fue una visión clarísima que se mantuvo durante veinte minutos como mínimo, manteniendo la trayectoria de nuestro vuelo. Nunca había visto nada igual.

En Año Cero de agosto de 1990, en otro breve comentario sobre el caso, González Tarife se expresa así:

Al llegar a la costa vimos salir del mar una esfera luminosa anaranjada… Seguí ganando altura, pero se nos puso delante, a menos de media milla. Permaneció  allí durante media hora, manteniendo la misma velocidad que el avión y acompañándonos hasta Fuerteventura. Luego aceleró, alejándose hacia Villa Cisneros.

En la misma publicación, Salvador Pardo señala que “Al principio pensamos que íbamos a chocar con aquel objeto inmediatamente. Le llamé por radio repetidamente sin obtener respuesta”.

Francisco Padrón volvió a ocuparse del episodio en su página periodística en 2002 en un artículo en el que se refiere a la entrevista que realizó a González Tarife en 1988:

Fue una noche de diciembre de 1975 [Jiménez del Oso, como vimos, lo sitúa en enero de 1972]. Hacíamos el trayecto El Aaiún-Tenerife en un Fokker y observamos que en el mar, próximos a la costa, había muchos barcos pescando. De pronto, de entre ellos, salió una luz de grandes dimensiones, una esfera anaranjada, de tamaño similar al sol. Cuando estábamos a unos dos mil metros de altura, aquella esfera, de una manera impresionante, se colocó frente al morro de avión, a unos doscientos metros de distancia. La teníamos a ‘las doce’ de nuestra posición, a la misma altura. Inquietos ante la presencia de un posible peligro –no sabíamos si aquello se iba a estrellar con el avión-, comuniqué, por radio, a control, lo que estaba sucediendo y si algo nos ocurrió era motivado por aquel objeto no identificado. Le dije al segundo piloto que virase a unos ciento ochenta grados a la derecha; es decir, dar una vuelta entera para volver a recuperar la posición inicial. Aquella esfera realizó igual maniobra. Se movía con nosotros, como si nos escuchase. Pasamos a reducir y, después, aumentamos la velocidad. El objeto luminoso repetía, simultáneamente, todas nuestras maniobras, cambiando de rumbo y velocidad. Decidimos subir a cuatro mil metros de altura –que ya era considerable en un Fokker– y, ante nuestra sorpresa, vimos como la esfera ascendía junto a nosotros. Siempre frente al morro del avión y respetando la distancia aproximada de unos doscientos metros. Así nos acompañó, durante media hora de vuelo, hasta llegar a Fuerteventura, momento en el que el objeto varió su vuelo, desapareciendo, a gran velocidad, con rumbo sur, dejando una estela de color blanco y anaranjado.

Padrón añade al año siguiente, en otro de sus artículos, el siguiente comentario:

No ha cambiando [A. González Tarife] sus iniciales afirmaciones de lo que vieron desde su avión en 1975. En el mencionado programa radiofónico [Esencia de medianoche] añadió, entre otras cosas: “Aquella esfera tenía un comportamiento inteligente. No di parte porque, en otro caso similar, ridiculizaron al compañero que lo hizo. Hay algo que nos vigila, aunque no representa ningún peligro. Después de aquella experiencia, y durante varias semanas, me despertaba inquieto, pensando en lo que había visto. A partir de ese momento sentí verdadero interés hacia esta cuestión”.

El resto del artículo de Padrón es una perorata de auto-afirmación en el convencimiento de que nos visitan extrañas naves y que los críticos son poco menos que unos demonios explicadores.

Representación artística, escasamente fiable, de la observación publicada por Diario de Avisos en un artículo de Francisco Padrón con fecha 15-9-2002  (cortesía Diario de Avisos)
Representación artística, escasamente fiable, de la observación publicada por Diario de Avisos en un artículo de Francisco Padrón con fecha 15-9-2002 (cortesía Diario de Avisos)
Imagen de Diario de Avisos, 15-9-2002, en la que se intentó representar la cabina del Fokker y la extraña luz al frente (cortesía Diario de Avisos)
Imagen de Diario de Avisos, 15-9-2002, en la que se intentó representar la cabina del Fokker y la extraña luz al frente (cortesía Diario de Avisos)
Tercera imagen reproducida por Diario de Avisos el 15-9-2002 (cortesía Diario de Avisos)
Tercera imagen reproducida por Diario de Avisos el 15-9-2002 (cortesía Diario de Avisos)

José Gregorio González entrevistó a González Tarife en 2004 en su programa radiofónico Esencia de medianoche. En uno de sus artículos periodísticos en El Día, en agosto del mismo año, escribió un resumen de la conversación. Allí sitúa el caso también en diciembre de 1975. El piloto comentó que:

Recuerdo que ese trayecto no debía hacerlo yo, pero sustituí a un compañero y finalmente despegamos a eso de las 12 de la noche, después de un día de siroco infernal y visibilidad cero. En contraste la noche se presentaba perfectamente despejada, con espléndido cielo estrellado, y mientras ganábamos altura pudimos ver un gran número de barcos pesqueros, muchos de ellos de Canarias ya que en aquella época pescaban en la costa africana. Para nuestra sorpresa, de en medio de los barcos emergió una bola de luz que comenzó a subir hasta ponerse rápidamente frente al morro de nuestro avión. Así comenzó todo.

Se trataba de una esfera anaranjada que no destelleaba ni emitía haces ni ruido alguno, como un sol y de su mismo tamaño aparente, situándose a unos 200 metros del morro del avión, guardando esa distancia y por lo tanto llevando nuestra velocidad. Aquello era sencillamente sorprendente y en cabina, además de mi segundo, viajaba un piloto de helicópteros con quienes fui comentando lo que observábamos. El ovni continuó el ascenso del avión hasta alcanzar unos 3.500 metros de altitud, manteniéndose siempre en la misma posición respecto del Fokker.

Convencidos, indica González, de lo insólito de la situación y al no deducir que fuese arriesgado para los 44 pasajeros que viajaban a bordo ajenos a lo que ocurría en cabina, González Tarife comenzó a realizar diversas maniobras, pequeños giros, cambios de altitud e incluso un giro completo de 360º, comprobando con perplejidad que “aquel sol nocturno hacía exactamente lo mismo que yo y de forma sincronizada, como si formáramos parte de las piezas de un compás”. Tras media hora de vuelo en común, la misteriosa esfera, que no respondió en ningún momento a las señales luminosas que le realizaron desde el avión, aceleró vertiginosamente desapareciendo de la vista de los testigos dejando tras de sí una fina estela, justo en el momento en que sobrevolaban Fuerteventura y alejándose hacia Dakar. Ya en tierra intentaron indagar al respecto pero finalmente optaron por no presentar ni tan siquiera un parte de lo ocurrido.

Para González Tarife, según González, aquello “respondía a un fenómeno inteligente y a una tecnología desconocida en aquella época”.

En febrero de 2006 el citado autor volvió a ocuparse del suceso con motivo del fallecimiento, en enero de ese año, de González Tarife, limitándose a reproducir el artículo de 2004 sin añadir novedad o análisis alguno. Idéntico procedimiento fue el que llevó a cabo en su libro de 2011 Canarias, territorio del misterio. Difusión del supuesto misterio sí; indagación crítica en los hechos y comprobación con fuentes competentes con capacidad de análisis, jamás.

Entrevista con el autor

En junio de 1995, en la santacrucera plaza de la Candelaria, mantuve una conversación con el piloto Álvaro González Tarife. Lo más interesante de nuestro diálogo fue lo siguiente:

Cuando llegamos a la costa después de despegar de El Aaiún estaríamos entre tres mil y pico o cuatro mil pies, había muchos barcos pescando en la zona y, como si saliese del mar, se nos pone una esfera luminosa delante del avión, pero a muy poca distancia. Entonces le digo al segundo piloto: “¡Gira a la derecha!”. Giró a la derecha y la luz también giró a la derecha, y lo mismo a la izquierda. “¡Baja, reduce la velocidad!”; él [el fenómeno] se adaptaba perfectamente a lo que nosotros hacíamos. Entonces cuando llegamos a la altura de Fuerteventura –nos estuvo siguiendo media hora- nosotros vimos cómo empieza a acelerar con rumbo hacia el sur, como a Villa Cisneros y deja una estela impresionante. Yo creo que la estela era de la velocidad, como cuando un móvil se desplaza en el aire al incrementar la velocidad, pues dejó esa estela. En esa época había un radar militar pero a esa hora no funcionaba, pero de todas formas el radar lo único que ve es la velocidad, y mantuvo la velocidad del avión hasta que desapareció, cogió una velocidad considerable.

Era de color anaranjado, como una esfera anaranjada, como el Sol, como el tamaño relativo del Sol.

Al preguntarle por su reacción y la de su compañero ante lo que estaban viendo, respondió:

Él seguía volando y yo le decía “tú sigue volando”… Ahora recuerdo que en la cabina venía un Capitán que era piloto de helicópteros del Ejército del Tierra que estaba en el Aaiún. En el Aaiún el Ejército español tenía destinados unos helicópteros y éste era un Capitán de Tierra que venía en el asiento del medio; fue también testigo (no recuerda su nombre). Claro, habría que mirar, si fue en el 72 [le indiqué esta fecha al inicio de la entrevista], quiénes estaban allí destinados; a lo mejor ese hombre hoy ya es Coronel o General. Venía ese día a Tenerife porque tenían un problema con el combustible y venía a avisar a la refinería y le dije: “pues vente en cabina”. E íbamos los tres, el segundo piloto, el Capitán y yo. Sería interesante hablar con ellos. En esa media hora yo creo que hablamos muy poco. Lo que se habló allí pues “sube, baja, arriba…”, porque, claro, era algo que nos impactó.

¿Contactó con algún radar?

Es que no había. En esa época había un radar militar en Las Palmas, pero por la noche no funcionaba. No había radares civiles, eso es reciente. Y en el avión tampoco. La pista, una torre, un radiofaro y poco más.

¿Pudo tratarse de alguna bengala de señales de barcos o…?

Sí, pero una bengala no está media hora delante de nosotros. La impresión que a mí me dio es como si saliese del mar, porque vino de abajo hacia arriba, no al revés.

José Álvaro González Tarife en junio de 1995 (foto R. Campo)
José Álvaro González Tarife en junio de 1995 (foto R. Campo)

González Tarife se interesó por el tema de los ovnis a partir de esta observación, y habló sobre esta cuestión con compañeros de profesión. Además, en el curso de nuestra conversación me comentó otras dos observaciones que le transmitieron, aunque no recordaba nombres de los protagonistas ni fechas, “probablemente en los años 70”. La primera de éstas ocurrió así:

Aeropuerto de Lanzarote: un avión parado en la pista de despegue; de repente el piloto mira para unas montañas que hay justo enfrente del aeropuerto y ve una nave espacial (sic) de la que salen unas naves más pequeñas; al cabo de un rato vuelven a entrar y desaparecen.

El segundo caso es idéntico a éste, coincidencia que le llamaba la atención. Fue un avión en vuelo, aunque, como he dicho, no recordaba detalle alguno, si siquiera la zona que sobrevolaba el avión.

A pesar del grado de rumor que tienen estas dos pequeñas anécdotas, las he consignado para poder hacernos una mejor idea del testigo y sus intereses posteriores al suceso que nos ocupa.

González Tarife no cumplimentó el cuestionario especializado que le dejé al final de nuestra entrevista de 1995. Ni siquiera realizó un dibujo de su observación. En 1996 contacté con él para preguntarle de nuevo por algunos detalles: volvió a cuantificar la distancia a que llegó a estar la esfera del avión en unos 200 metros en el momento de máximo acercamiento y no hubo detección radar en ningún momento.

He dejado para el final una fuente de información de 1991. Se trata del novelista y ufólogo Javier Sierra, que entrevistó al otro piloto, Salvador Pardo Checa. V. J. Ballester Olmos me facilitó copia de los detalles que el citado autor le hizo llegar. En la declaración de Pardo Checa destacan los siguientes detalles:

Vimos un objeto que subía desde el mar hacia el avión, quedándose localizado sobre unas 3 o 4 millas delante del morro del avión, una gran luminosidad, un objeto blanco. Al principio pensamos que era algo con lo que íbamos a chocar inmediatamente. Entonces el comandante que iba haciendo el vuelo hizo una maniobra de evasión para no tropezar con él en vuelo. Una vez que hicimos esa maniobra, al establecernos en un rumbo aproximadamente de 0,90 –la ruta que íbamos a llevar era a 305º, una ruta oeste, y quedarnos en rumbo este. Al intentar localizar aquello hicimos varias maniobras como reducir velocidad, reducir nuestro descenso, mantenernos más o menos a 5.000 pies, a ver si aquello subía o bajaba. Él se mantuvo siempre a nuestra altura. Llamamos a control y le preguntamos si tenía algún tráfico. El control militar nos dijo que no tenía ningún tráfico notificado, que el único avión registrado con plan de vuelo en el área de Canarias era este avión, el Fokker de Iberia. El objeto estuvo con nosotros durante 22 minutos de vuelo (87 millas).

Durante esos 22 minutos este ovni hizo maniobras propias de un avión que volaba muy bien. Era como un plato con una taza encima, blanco. El contorno se le pudo ver bastante bien, puesto que era muy luminoso, blanco, pero la masa de dentro era un poco más tenue. Tenía una anticolisión, una luz que se iluminaba de rojo durante 4 segundos y en blanco-amarillento durante 8 segundos, siempre con el mismo ciclo.

Una nota final añade: “Enero de 1972. Tamaño como un DC-9. Lo detectó radar meteorológico”.

Contradicciones

Hay algunas contradicciones respecto a las declaraciones de su compañero Álvaro González Tarife. En 1984 Pardo Checa indicó que la luz se colocó a “tres o cuatro millas del avión”. González Tarife a F. Padrón en 1988 señaló que “a unos 200 metros de distancia”. De nuevo Pardo Checa en 1990: “pensamos que íbamos a chocar con aquel objeto inmediatamente”, que no parece corresponder con las tres o cuatro millas de seis años antes, pero sí con esa misma distancia indicada en 1991. González Tarife en 1990 “a menos de media milla”; en 1995 “a muy poca distancia”; y en 2002 “se colocó frente al morro de avión, a unos doscientos metros de distancia”. De estas apreciaciones personales de los pilotos vemos que Pardo Checa percibió la luz a mucha mayor distancia que González Tarife, a pesar de que viajaban los dos en la misma cabina del avión: es, en definitiva, una nueva constatación de la subjetividad del testimonio humano cuando observa fenómenos que es incapaz de identificar, aun tratándose de experimentados pilotos aeronáuticos.

Respecto a la detección de radar la contradicción es aún mayor: Pardo Checa en 1984 indica que “Se comunicaron con control tierra, también había establecido contacto con el objeto”. Sin embargo, en 1991 aseguró que “Llamamos a control y le preguntamos si tenía algún tráfico. El control militar nos dijo que no tenía ningún tráfico notificado”. González Tarife me transmitió en 1995 que “En esa época había un radar militar pero que “… a esa hora no funcionaba, es que no había, en esa época había un radar militar en Las Palmas, pero por la noche no funcionaba. No había radares civiles, eso es reciente. Y en el avión tampoco”, pero a F. Padrón en 2003 le dijo que “No di parte porque, en otro caso similar, ridiculizaron al compañero que lo hizo”. Finalmente, en 2015, Pardo Checa me comunicó que “No hubo confusión, al menos el controlador no dijo nada al respecto, solo que lo tenía en contacto radar”. ¿Cómo compaginar estas evidentes contradicciones? Recordemos que ambos testigos se hallaban en el mismo lugar al mismo tiempo: la cabina de un avión de pasajeros. ¿Es producto esta grave disparidad del paso del tiempo o tiene su origen en el deseo de uno de los protagonistas de añadir un poco de extrañeza (el “sex appeal” ufológico de la detección por radar) al suceso por su cuenta y riesgo?

TABLA EN LA QUE SE MUESTRAN LAS CONTRADICCIONES EN LOS TESTIMONIOS DE LOS DOS PILOTOS TESTIGOS DEL FENÓMENO

 

Fuente Distancia Forma Detección Testigo
Jiménez del Oso (1984) A unas tres o cuatro millas de nosotros Objeto blanco, de una gran luminosidad. Tenía forma de un plato con una taza encima. Tenía dos luces de posición, una roja y otra blanca, que se encendían intermitentemente. Se comunicaron con control tierra, también había establecido contacto con el objeto Pardo Checa
F. Padrón (1988) A solo unos 200 metros de distancia del avión. “Yo no sabía si eso iba a estrellarse contra el avión”. Esfera anaranjada, de tamaño similar al Sol. “Seguramente son las luces de los barcos”.  González Tarife
Revista Tiempo (1989) De golpe se me puso delante del avión. Algunas veces aceleraba sus movimientos e iba dejando una estela. González Tarife
Año Cero (1990) Seguí ganando altura, pero se nos puso delante, a menos de media milla. González Tarife 
Año Cero (1990) Al principio pensamos que íbamos a chocar con aquel objeto inmediatamente. Le llamé por radio repetidamente sin obtener respuesta.  Pardo Checa
J. Sierra (1991) Quedándose localizado sobre unas 3 o 4 millas delante del morro del avión. Este ovni hizo maniobras propias de un avión que volaba muy bien.Era como un plato con una taza encima, blanco. Tenía una anticolisión, una luz que se iluminaba de rojo durante 4 segundos y en blanco-amarillento durante 8 segundos, siempre con el mismo ciclo. Tamaño como un DC-9. Lo detectó radar meteorológico”.

 

 

Llamamos a control y le preguntamos si tenía algún tráfico. El control militar nos dijo que no tenía ningún tráfico notificado Pardo Checa
R. Campo (1995) Se nos pone una esfera luminosa delante del avión, pero a muy poca distancia Era de color anaranjado, como una esfera anaranjada, como el Sol, como el tamaño relativo del Sol. Y deja una estela impresionante. En esa época había un radar militar pero a esa hora no funcionaba.Es que no había. En esa época había un radar militar en Las Palmas, pero por la noche no funcionaba. No había radares civiles, eso es reciente. Y en el avión tampoco. La pista, una torre, un radiofaro y poco más. no hubo detección radar en ningún momento

 

González Tarife
F. Padrón (2002) Aquella esfera, de una manera impresionante, se colocó frente al morro de avión, a unos doscientos metros de distancia. La teníamos a ‘las doce’ de nuestra posición, a la misma altura. Comuniqué, por radio, a control, lo que estaba sucediendo. González Tarife
F. Padrón (2003) Aquella esfera tenía un comportamiento inteligente. No di parte porque, en otro caso similar, ridiculizaron al compañero que lo hizo. González Tarife
González (2004) Situándose a unos 200 metros del morro del avión, guardando esa distancia. Una esfera anaranjada que no destelleaba ni emitía haces ni ruido alguno, como un sol y de su mismo tamaño aparente.Respondía a un fenómeno inteligente y a una tecnología desconocida en aquella época.

 

R. Campo (2015) No hubo confusión al menos el controlador no dijo nada al respecto, solo que lo tenía en contacto radar. Pardo Checa

 

En mayo de 2015 Julio Plaza del Olmo (http:/gluonconleche.blogspot.com.es) respondió a una consulta que realicé en una lista de correo electrónico indicando la posibilidad de que la Luna, muy cercana al horizonte, hubiese podido ser vista al comenzar a elevarse el avión y dar origen a la observación, en la que Marte cumpliría el papel de una de las luces rojas. La fecha que mejor cuadraría para la visión, a partir de esta hipótesis, es el 21 de enero (abajo figuran los cuerpos astronómicos visibles a las 23:41 horas, como hora  más propicia para la observación). La fase de cuarto creciente puede asimilarse a la de una taza. El tamaño aparente de la Luna es similar al Sol, y su cercanía al horizonte le da a veces la coloración naranja que se menciona en alguna versión del incidente (F. Padrón en 1988). Plaza interpretó que el avión da al menos una vuelta de 360º, y que, cuando la termina, el objeto sigue en el mismo punto. Luego se producen las típicas maniobras que el objeto “copia” al avión (ascenso, bajada, etc.)… “Hasta ahí”, continúa el citado analista, “creo que la explicación sería compatible”.

Representación astronómica de la Luna y Marte el 21 de enero de 1972 desde El Aaiún (cortesía Julio Plaza del Olmo)
Representación astronómica de la Luna y Marte el 21 de enero de 1972 desde El Aaiún (cortesía Julio Plaza del Olmo)

En mi respuesta al citado analista le indiqué que la dirección en la que vieron el fenómeno encaja bien con la de la Luna: al despegar de El Aaiún y dirigirse a Tenerife en primer lugar se vuela cerca de Fuerteventura, que es la isla que los testigos tomaron como referencia, todo ello en dirección oeste-noroeste, aproximadamente. En una de las ilustraciones incluidas en el artículo de Diario de Avisos en 2002 (véase más arriba) se observa la bola luminosa a la izquierda de la ventana frontal del avión, aproximadamente en la dirección en que se hallaría la Luna. En un párrafo de la descripción aportada por González Tarife a F. Padrón en 1988 (Diario de Avisos, 8-10-1988) el periodista indica: “La vista del comandante González Tarife se vio atraída por la luminosidad de una esfera anaranjada, de tamaño similar al sol que, de pronto, emergió del océano”. ¿Pudo tratarse de nuestro satélite al poco de salir con el habitual color anaranjado que adquieren los cuerpos astronómicos cerca del horizonte debido a la refracción atmosférica? En este caso, el resto de las apreciaciones de los testigos pertenecerían a la misma familia de las extravagantes interpretaciones cognitivas tan frecuentes en la casuística de “persecuciones” por parte de cuerpos astronómicos (véase: http://misteriosdelaire.blogspot.com.es/search/label/La%20Luna y http://misteriosdelaire.blogspot.com.es/search/label/Venus, así como una selección de los ensayos de Manuel Borraz en: https://es.scribd.com/maboay2001).

Paralelamente, contacté con Salvador Pardo Checa, a quien envié algunas preguntas por correo electrónico después de una muy breve conversación telefónica en la que se limitó a resumir a grandes rasgos el suceso. Le pedí expresamente que intentara situar temporalmente el suceso, respondiendo que “Creo recordar que era la semana siguiente a Reyes”. En cuanto a la detección radar a la que se refirió por teléfono, insistí preguntándole si realmente correspondió al fenómeno que estaban viendo o tal vez pudo deberse a una confusión con otro objeto por parte del radarista. Su contestación, igualmente breve, fue: “No hubo confusión, al menos el controlador no dijo nada al respecto, solo que lo tenía en contacto radar”.

Salvador Pardo Checa en 2015 (cortesía del testigo)
Salvador Pardo Checa en 2015 (cortesía del testigo)
Dibujo del fenómeno observado realizado por Salvador Pardo Checa en mayo de 2015. Para su compañero de cabina, Álvaro González Tarife, el fenómeno observado era, en cambio, una esfera luminosa de color amarillo (cortesía S. Pardo Checa).
Dibujo del fenómeno observado realizado por Salvador Pardo Checa en mayo de 2015. Para su compañero de cabina, Álvaro González Tarife, el fenómeno observado era, en cambio, una esfera luminosa de color amarillo (cortesía S. Pardo Checa).

En cuanto al dibujo incluido en el cuestionario, llama la atención que una luz esférica se convirtiera, décadas después, en una especie de platillo volante ligeramente convexo, que recuerda a los que aparecieron en La guerra de los mundos, dirigida por Byron Haskin en 1953.

Cartel publicitario de La guerra de los mundos (1953). Compárese su forma con el dibujo realizado por el piloto S. Pardo Checa.
Cartel publicitario de La guerra de los mundos (1953). Compárese su forma con el dibujo realizado por el piloto S. Pardo Checa.

Julio Plaza añadió, a la vista de estas respuestas de Pardo Checa, que la fiesta de Reyes cayó en 1972 en jueves. La semana siguiente fue del lunes 10 al domingo 16 y había Luna nueva, es decir que de haber ocurrido la semana previa el suceso, no la del 21, la hipótesis lunar se debilitaría mucho.

Conclusiones

Entre los interesados y cultivadores del mito ufológico o extraterrestre destaca la creencia de que los pilotos de aviones comerciales y militares son testigos especialmente dotados con una capacidad visual e interpretativa superior al resto de los mortales. Ello les permitiría no malinterpretar casi nunca un fenómeno extraño en vuelo, y ser especialmente exactos y fiables al deponer su testimonio ante los investigadores de lo insólito según criterios comerciales. El corolario que con frecuencia extraen los periodistas del misterio, en forma de advertencia dirigida a los críticos que cuestionan esos relatos, es que poner en cuestión la validez de los testimonios de los pilotos aeronáuticos supone desprestigiarlos, lo cual es una falacia de libro y no merece mayor comentario.

Lo cierto, como recuerda James Oberg en http://www.zipworld.com.au/~psmith/pilot-ufos.html, es que los pilotos, tanto civiles como militares, no solo malinterpretan estímulos visuales no identificados, sino que lo hacen en un grado bastante mayor que cualquier paisano.

Respecto al caso que hemos analizado, se trata, en definitiva, de un suceso interesante por sus características generales y por la duración atribuida por los testigos al fenómeno, pero las contradicciones detectadas en las declaraciones de ambos pilotos le restan fuerza, dicho gráficamente. Es probable que, ni aún habiendo realizado una encuesta a los pocos días de ocurrir los hechos ambos testigos hubiesen coincidido en todos los detalles. La contradicción más llamativa es la detección radar, ausente en el caso de González Tarife y presente en Pardo Checa, pero tampoco debemos olvidar las relativas a la distancia del fenómeno al avión y a su forma. La naturaleza última de lo observado permanece desconocida. Quizá se trató de algún fenómeno convencional –tal vez un avión militar marroquí- al que los testigos dotaron de unas características, en particular en su memoria, que lo hacen ahora irreconocible.

Este artículo nos lo envía: Ricardo Campo Pérez (Santa Cruz de Tenerife, 1965), es doctor en Filosofía por la Universidad de La Laguna y autor de los libros Luces en los cielos (Benchomo, 2003) y Los OVNIs ¡vaya timo! (Laetoli, 2006)Mantiene el blog http://www.mihteriohdelasiensia.blogspot.com.es/ y colabora en la prensa local canaria con artículos sobre pensamiento crítico y divulgación científica. Podéis leer más artículos de Ricardo Campo en Naukas en el siguiente enlace.

Referencias:

El síndrome ovni. Fernando Jiménez del Oso. Editorial Planeta, Barcelona, 1984, pp. 47-48.

“Un piloto tinerfeño de Iberia tuvo un encuentro con OVNI”. Francisco Padrón Hernández. En: Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife), 8-10-1988, p. 22.

Tiempo, 348, 2 enero 1989, p. 11.

Año Cero, 1, agosto 1990.

“OVNIS. La realidad de un mito”. Francisco Padrón. En: Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife), 15-9-2002, p. 117.

“OVNIS: ‘ver para creer’”. Francisco Padrón. En: Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife), 31-8-2003, p. 4.

“Ovnis: evidencias de un misterio”. José Gregorio González. En: El Día (Santa Cruz de Tenerife), 7-8-2004, p. 7.

“Noticias del misterio”. José Gregorio González. En: El Día (Santa Cruz de Tenerife), 25-2-2006, p. 8.

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