Los tres sucesos mayores –en mi opinión- de la ufología española, 11/11/79, Manises, Valencia; 5/3/79, Canarias y 22/6/76, Canarias, son al mismo tiempo la historia de tres falsificaciones periodísticas, tres ejemplos destacados del proceder retorcido, interesado e histórico del sensacionalismo de los divulgadores del mito de los platillos volantes en España.
Me quedo ahora con el tercero, del que hoy se cumplen 40 años.
Este caso de 22/6/76 es también conocido erróneamente como “el ovni de Gáldar”, por proceder de un barrio de esta localidad grancanaria el relato del testigo al que los ufo-periodistas encumbraron como “testigo estrella”.
Todavía hoy es posible hallar a más de un interesado, seguro conocedor de la literatura crítica, que sigue centrándose incomprensiblemente en el testimonio del que hablaré más adelante; y lo que peor: llevando al lector poco versado la misma interpretación torpe y falseada que otros fabricaron décadas atrás, incapaz de poner en duda la ortodoxia de los platillistas patrios y su carisma cateto. El falso “testigo estrella” al que me refiero fue el médico grancanario Francisco Julio Padrón León, fallecido en 2014, que aportó la versión menos creíble y más distorsionada de lo observado. Bien es cierto que la prensa local en aquellos días lo colocó en el centro de las especulaciones debido a lo extraordinario de sus declaraciones; pero el fenómeno no tuvo en absoluto carácter local, aunque sí fue un suceso único. Los periodistas especializados que acudieron después no fueron capaces de darse cuenta de este detalle fundamental; o no quisieron. Vayamos al grano.
En torno a las 22:15 horas comenzó a divisarse desde numerosas localidades canarias un punto luminoso ascendente que, según algunas versiones, dio la sensación de quedar estabilizado, aunque otras hablaron de dos “objetos” rojos con movimiento anárquico o una espiral roja. Esta fase inicial del fenómeno es la que dio lugar a variadas descripciones, probablemente debido a las condiciones de visibilidad de una isla a otra y al momento en que comenzó a ser observado. Con posterioridad, se expandió una burbuja semiesférica de gases de color azulado y otras tonalidades con la base apoyada en el horizonte -ésa fue la impresión que dio- hasta alcanzar un diámetro enorme; pasado un cierto tiempo, cerca de media hora, comenzó a desvanecerse.
Entre los numerosos testimonios que aparecieron en la prensa los días posteriores destacan los siguientes:
Fue detectado de 22:15 a 22:30, y según uno de nuestros informantes, domiciliado en la zona del Valle de Aridane (La Palma), a esa hora se observó como un cohete que surgía del mar para remontarse hacia el pico del Time despidiendo intensa luz roja. El mismo fenómeno fue detectado en Tazacorte (también La Palma). El ferry Villa de Agaete, procedente de Las Palmas, poco antes de entrar a Santa Cruz de Tenerife, pudo observar, exactamente a las 22:20 horas, un gran resplandor. Éste, que duró unos cinco minutos, daba la impresión de ser un cohete que hubiese salido del mar” (El Día, 23-6-1976).
La Provincia, también del 23, aportaba estas informaciones complementarias:
Anoche, alrededor de las diez y media, un objeto extraño se divisó desde distintos puntos de nuestra geografía, de forma especial en la zona de Gáldar y Telde (Gran Canaria), desde donde más llamadas telefónicas al respecto fuimos recibiendo. Nuestros interlocutores nos indicaban que se trataba de un objeto redondo y a medida que iba ascendiendo iba creciendo enormemente con claridad perfecta hasta difuminarse.
El citado fenómeno comenzó con dos objetos rojos que se movían en zig zag, formando una especie de espiral, en cuya parte inferior quedaban tres franjas a distinto nivel, superpuestas y con cierta separación entre sí. Eran de un intenso color rojo y fueron desapareciendo paulatinamente. Encima de estas franjas había una especie de dos potentes focos de color azul, que luego comenzaron también a disminuir de intensidad hasta convertirse en una débil bruma.
Este segundo párrafo de la noticia periodística es especialmente relevante, ya que es el hilo del que tiró el “testigo estrella” hasta que su mente lo convirtió en una manifestación alienígena.
Destaca por su importancia la observación desde la corbeta Atrevida de la Armada Española, que navegaba paralela a la costa sur de Fuerteventura. El capitán, cuyo testimonio figura en el expediente oficial 760622 desclasificado por el Ejército del Aire en junio de 1994, se expresó de esta manera (p. 66 del expediente):
A las 21:27Z (22:27 hora local) del día 22 de junio, se vio por primera vez un foco luminoso, de color amarillo azulado intenso, saliendo de tierra y elevándose en altura con dirección a nuestra posición… Una vez tomada cierta altura (15º-18º) quedó quieto, girando su proyección luminosa, dejándose ver el foco de origen. Se mantuvo así dos minutos aproximadamente, originándose un gran halo de luz amarillo azulado intenso, que permaneció en la misma posición, durante cuarenta minutos, aún después de haber desaparecido el fenómeno que dio origen al mismo.
A los dos minutos el foco se fraccionó, quedando una parte más pequeña abajo, en el centro del círculo luminoso, formándose una nube azulada y desapareciendo la fracción que dio origen a este núcleo azulado. La superior tomó altura en espiral de una forma rápida e irregular, desapareciendo posteriormente. Todos estos movimientos no afectaron para nada al halo circular inicial, que quedó siempre en las mismas condiciones, alumbrando parte de tierra y mar, lo que hace suponer que no fue un objeto lejano, sino próximo.
Aunque más adelante me ocuparé del más peculiar de los testimonios, el del médico F. J. Padrón, adelanto que éste, junto con el taxista que le acompañaba, fue el único que dijo haber visto dos seres vestidos de rojo en el interior de la gran esfera. Y, como hemos hecho constar, hubo docenas, tal vez cientos, de testigos, que describieron el fenómeno de manera bastante menos subjetiva, lo que da idea del grado de malinterpretación en lo observado por el doctor Padrón.
Fenómeno único
El fenómeno de 22/6/76 tuvo su origen en un suceso único con un amplio número de testimonios, algunos de los cuales han sido reproducidos más arriba. No consistió en dos sucesos independientes, es decir, por un lado los fenómenos más o menos vagos retratados por la prensa sobre la semiesfera apoyada en el horizonte, reflejos rojizos, tonos azules, etc., y, por el otro, la observación de médico de Guía, que relató a la prensa su versión sobre la esfera con dos seres vestidos de rojo en su interior frente a unos paneles de control de la nave. Tanto el médico como el resto de centenares de testigos estaban contemplando el mismo fenómeno, ya que las horas reportadas y la dirección coinciden en todos ellos.
Por ejemplo, El Día de 23-6-1976 se refiere a que “Alrededor de las diez y media de la noche se recibieron en esta redacción varias llamadas telefónicas de nuestros corresponsales en Granadilla y Tacoronte dando cuenta de un fenómeno que estaban observando sobre la isla de La Palma”, y también desde igualmente desde el Centro Emisor de Televisión Española en Izaña, en el centro de la isla, muy cerca del Teide. “Desde la isla de La Palma”, continúa el diario, “fue observado a la misma hora”. La Tarde, 23-6-1976, informó de que “a las 22:20 horas fue observado desde el ferry Villa de Agaete” y a las 22:14 por una señorita del Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane, en La Palma. El Eco de Canarias, en sus ediciones del día 23 y 24, cita las 22:30, al igual que La Provincia del 23. “Por otra parte, desde Valle Gran Rey, en la isla de La Gomera, también se observó el fenómeno”, apunta el vespertino La Tarde el día 23.
Un testimonio aún más interesante es el que publicó en una de sus obras el fallecido recopilador de anomalías científicas William R. Corliss (Lighning, Auroras, Nocturnal Lights and Related Luminous Phenomena). El buque carguero Osaka Bay, que viajaba desde África del Sur hasta Southampton, divisó el fenómeno cuando se encontraba a 400 kilómetros al sur de La Gomera y a la misma hora aproximadamente, localizándolo en el horizonte noroccidental. No sólo coincide con los avistamientos canarios al oeste de las islas, sino que demuestra palpablemente la enorme magnitud del fenómeno y, sobre todo, su lejanía del archipiélago.
Relató que al principio fue observado un resplandor de color naranja pálido cerca del horizonte. Dos minutos después podía verse además un disco blanco a unos 10º de elevación, a través del cual eran visibles las estrellas. Este disco fue creciendo hasta el punto de que a los diez minutos de aparecer se extendía desde la línea del horizonte hasta una elevación de 24,5º, máxima elevación que llegaría a alcanzar. El disco permaneció a la vista unos 25 minutos mientras que el resplandor anaranjado, que durante la observación había ido tomando una forma alargada, fue visible durante unos cinco minutos más.
Todas las horas citadas en la prensa canaria coinciden –solo he citado algunas-: alrededor de las 22:15 – 22:30 horas, con predominio de la segunda. También el informe desclasificado por el Ejército del Aire cita, en los diez testimonios recogidos por el juez instructor, las 22:30 horas (21:30 Z), con gran exactitud en todos ellos. Es decir, el fenómeno fue observado simultáneamente desde toda la geografía de Canarias, lo que demuestra que se trató de un suceso único que todos los espectadores vieron distante y sólo el médico F. J. Padrón interpretó que estaba a escasos metros de distancia.
El “testigo estrella”
Como indiqué, al aparecer en la prensa (La Provincia, 25-6-1976) el testimonio de cierto observador del espectacular fenómeno, aquél que ofreció la descripción más sensacional de lo sucedido, todo el caso giró en torno al mismo, el médico Francisco Julio Padrón León, fallecido en 2013. El primer investigador en poner en cuestión su testimonio fue Manuel Borraz, que desde el cómodo sillón de su domicilio en Hospitalet (Barcelona), analizando los testimonios y comparando los datos conocidos, propuso un escenario racional y completamente verosímil por el cual el citado médico habría observado el mismo fenómeno que el resto de canarios, exactamente lo mismo que observaron los palmeros, los tinerfeños y el resto de habitantes de estas “mágicas” islas.
Borraz explica en su ensayo Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios (p. 38) que es necesario adoptar una perspectiva suficientemente amplia: “No podemos conformarnos pues con tratar el suceso de Las Rosas (Gáldar) aisladamente. Hay que remitirse a un contexto más amplio: el de las numerosas observaciones canarias que tuvieron lugar la misma fecha y a la misma hora aproximadamente”. Es decir, ¿cómo es posible que una supuesta esfera de 30 metros de diámetro con dos seres de cerca de tres metros vestidos con ceñido traje rojo, fuera vista en la localidad de Las Rosas, en el municipio grancanario de Gáldar, a unos 15 o 20 metros de distancia y muy cercana al suelo, cuando a la misma hora exactamente se estaba observando un espectacular fenómeno de forma esférica y tonalidades rojizas en su interior desde todo el archipiélago canario? Las pequeñas diferencias horarias obedecen únicamente al momento en que los diversos testigos centraron su atención en el fenómeno, pues éste se desarrollo durante media hora aproximadamente. Las condiciones de visibilidad orográfica en las islas también pudieron influir. Todo apunta a que su mente le jugó a este testigo una mala pasada, distorsionando aquello que, al igual que miles de canarios, tuvo la oportunidad de observar, y que tenía lugar a más de 700 kilómetros al oeste del archipiélago.
La parte clave del relato del F. J. Padrón, extraída del expediente oficial 760622, pp. 32-36, es la siguiente (tanto el citado como su acompañante y el taxista se dirigían a visitar a una enferma y eran las 22:30 horas):
Al remontar el último repecho fuerte del camino los faros del coche enfocaron una esfera luminosa que estaba estacionaria, creo que muy próxima al suelo pero sin poder precisar si lo tocaba; era de material totalmente transparente y cristalina ya que a través de ella se podía ver las estrellas del cielo; de color azul eléctrico, pero tenue sin deslumbrar, su radio era como de 30m., en el primer tercio inferior de la esfera se veía una plataforma de color aluminio como si fuera metálica y tres grandes consolas. A cada lado de la central había dos figuras enormes de unos 2,50 a 3,00 metros pero desde luego no más altos de tres metros enteramente vestidas de rojo dándose frente una a la otra, de forma que siempre las vi de perfil, jamás se volvieron hacia nosotros.
A este testimonio, enormemente subjetivo como se puede comprobar, fue al que se le otorgó una mayor fiabilidad, basándose en su condición de médico. Sorprendentemente y con el transcurso de los años fueron olvidados los numerosos testimonios que desde cualquier punto de la geografía canaria dieron una versión mucho más cercana a la realidad de lo observado.
La única investigación, por aquella época, con ánimo objetivo –al margen de la encuesta del juez informador del Ejército del Aire- fue la realizada por el doctor de origen húngaro Alejandro Carlos de Gyorko-Gyorkos, aficionado a la parapsicología. Gyorko conversó con el médico Padrón sobre su observación. Sus conclusiones no fueron ciertamente positivas: “No pude encontrar nada que avalara el testimonio del testigo”. Gyorko llegó a pensar que la versión de Padrón podía ser una simple broma que se le escapó de las manos, por el gran revuelo periodístico a que dio lugar, de la cual no quiso renegar. No parece probable este extremo porque nuestro protagonista continuó realizando diversas declaraciones con el paso de los años, cada vez más extravagantes. Por ejemplo:
1976: Entrevista de J. J. Benítez dos meses después de la observación: “¡Me gustó ver aquello! Me agradó. Y no sé exactamente porqué. Quizá por su gran perfección en el trazado”.
“Y es que aquel objeto -fíjense bien en lo que voy a decirles- iba acompañado, no sé si psíquicamente, de un extraño fenómeno de alegría”.
Todo aquello, parecía ir acompañado de una serie de fenómenos de tipo espiritual. Superior. Desconocido para nosotros. De grandeza. ¿Cómo podría definirlo yo…?1977: Diario de Las Palmas, 7-5-1977: Aquello era de color azulado, transparente y se vieron aquellos seres dentro. La nave es inmaterial. Tiene una propiedad que yo pude observar y es que crece a voluntad, no hace ruido. Al poco tiempo de estar allí aquello empezó a crecer. Primero me dio una sensación de frío que me duró tres días. Yo no estaba temblando, simplemente tenía esa sensación de vibración interna. Es un frío celular.
La autora de un artículo publicado en 1992 en Diario de Las Palmas glosa el suceso y al final indica que:
La visión de la nave borró en el médico, por otra parte, todas las huellas intelectuales que tenía. “Es decir –habla ahora el médico-, huellas de antiguas vivencias. Me quedaba solo la imagen de la nave. No sé si eso corresponde a lo físico o son los psiquiatras quienes tienen que analizarlo. Otra influencia que experimenté fue la de una gran clarividencia. Después de la observación de la nave, noté en mi inteligencia una gran claridad para el diagnóstico y una gran seguridad en mí mismo. No sólo como médico sino también como persona, y de ahí en adelante una gran seguridad en las cosas que voy a hacer” (estas afirmaciones fueron tomadas de la entrevista al testigo en el mismo medio el 7-5-1977).
En 1994 el mismo diario volvió a entrevistar al médico Padrón León con motivo de la desclasificación del expediente elaborado y conservado por el Ejército del Aire. Se presentó la entrevista en portada como una “réplica” al citado informe: Allí el “testigo estrella” del caso realizó declaraciones como estas:
Tienen la propiedad [los seres de la nave] de hacer que tu mente se borre, todo cuanto suceda. Y vas a ver dentro de tu mente durante meses, quizás un año, lo que ellos quieren que tú hagas. Sustituyen en tu cerebro una energía. Ahí está el problema.
He observado, desde hace tres años, el caso de personas que me han hecho daño públicamente y a los seis o siete meses han muerto. Hay como ocho personas a las que les ha costado la muerte, y todas ellas por cáncer.
El articulista agrega que Padrón deja claro que:
… todavía conserva aspectos que no quiere revelar acerca de conocimientos que yo haya podido extraer de lo que se me enseña. Vienen a mi mente y ya está.
Entre estas perlas, que son las más destacables, el médico declaró que el Ejército lo amenazó y que Gyorko-Gyorkos era un personaje “sobre cuya ética no deseaba insistir”, insinuando que todo era una trama de mentiras urdidas para desprestigiarle. Cuando hablé personalmente con Alejandro Carlos de Gyorko-Gyorkos en su despacho de Las Palmas de Gran Canaria en diciembre de 1992 me comentó que la conclusión que obtuvo es que Padrón podía llegar a interpretar como real cualquier cosa que imaginaba; es decir, que uno de sus rasgos psicológicos era lo que los psicólogos denominan “personalidad con tendencia a la fantasía”. Y respecto a las amenazas del juez informador, el testigo no se refirió a ellas hasta 1994, cuando se desclasificó el expediente. Sospecho que se vio impelido a ello por algunos informadores interesados en vender historias truculentas sobre secretismos y amenazas uniformadas, en particular en el contexto de la desclasificación de los informes sobre ovnis del Ejército del Aire español (1992-1998). Al mes siguiente de ocurrir los hechos (julio de 1976), una colaboradora por entonces de Centro de Estudios Interplanetarios de Barcelona en Tenerife, Irmi Heimann, solicitó a Padrón información sobre su visión. Padrón respondió el 20 de julio, indicando que no podía comentar nada porque “el Ministerio del Aire envió a mi domicilio un juez instructor, quien nos manifestó que no puedo manifestar a nadie lo observado, bajo pena militar”. Esto era lo habitual por entonces, pero no supone una amenaza como tal ni la automática declaración como loco del testigo, como contó tiempo después.
En cualquier caso, sospecho que la imprevista observación provocó el pánico en el doctor Padrón: en El Eco de Canarias de 26-6-1976 el taxista que acompañaba al citado y a uno de los hijos de la enferma afirmo que “el doctor Padrón se bajó del coche y llamó a muchas personas que por allí se encontraban”. Y en mi última visita a la zona de Las Rosas, hace dos semanas, otro de los hijos de la paciente me comentó que el médico entró en la casa en un estado de gran nerviosismo, pidiendo que cerraran las ventanas de la vivienda, así como que durante muchos años era frecuente verlo por la zona intentando volver a ver la “nave”, hasta el punto de que en una ocasión hubo que ayudarlo a salir de un barranco por el que se había deslizado su coche.
Volvamos al trabajo de Borraz ya citado. En todo episodio ufológico, más si éste posee cierta complejidad, es posible distinguir dos enfoques, señala el autor: uno objetivo, mediante el cual pretendemos reconstruir las características de la observación del ovni y los estímulos que dieron origen a la misma; y otro, subjetivo, centrado en la experiencia, en el relato ofrecido por el testigo. Es este segundo el que nos interesa ahora. Según Borraz, “¿por qué lo que para unos no era más que un círculo conteniendo dos formas rojas constituyó para el médico de Guía una verdadera teofanía con matices tecnológicos?… Cabe pensar que cuando el testigo percibió una nave de gran perfección con dos seres a bordo, todo ello desprendiendo una gran espiritualidad, se colmaban algunos de sus más íntimos deseos y expectativas -no necesariamente ufológicos-, su sed de transcendencia quizás.” (Los gigantes de Gáldar…, p. 60) Es decir, se ha dado un valor preeminente al testimonio más subjetivo de todos, al “más completo”, se dijo en cierta ocasión, el que adornó, involuntariamente pensamos, su observación con matices religioso-morales. No está de más recordar que en la entrevista concedida por el testigo a Diario de Las Palmas el 7 de mayo de 1977 se le presenta, además de cómo un médico con prestigio, como “un hombre profundamente creyente en el terreno religioso”.
Un enfoque más psicológico de la visión de Padrón es el que ofreció el estudioso norteamericano del mito ufológico Martin S. Kottmeyer a V. J. Ballester Olmos en 2007. Para Kottmeyer, el testimonio del médico pertenece al mismo tipo de fenómeno que se produce cuando detectamos caras en las nubes (pareidolia), una especie de test de Rorschach de grandes dimensiones, y no tanto al terreno de las alucinaciones. Las nubes producidas artificialmente por los lanzamientos de misiles abundan en estímulos visuales, y la mente del testigo organizó selectivamente diversos fragmentos de forma significativa: lo que para la inmensa mayoría de los testigos era una semiesfera o una gran bola transparente, para el médico era una nave esférica a través de la cual se veían las estrellas; y lo que para los primeros eran destellos rojizos para el segundo fueron dos seres de elevada estatura vestidos de rojo, con el acompañamiento de paneles de control al lado. También es significativo que el doctor Padrón –añadió Kottmeyer- se refiriera que la ausencia de ángulos rectos en la “nave”, algo lógico tratándose de una nube de material gaseoso eyectado en expansión.
Hay otro aspecto de la descripción del médico del que merece la pena dejar constancia. La observación de esferas traslúcidas a modo de naves comandadas por tripulantes antropomorfos no es algo exclusivo de este caso: el motivo es frecuente en la literatura ufológica y en la de ciencia ficción. En mi archivo conservo numerosos ejemplos al respecto. Aquí incluyo dos, pero primero, para mayor comodidad, insertaré de nuevo el dibujo basado en la descripción del médico Padrón León que figura en el expediente desclasificado del EA y reproducido hasta la saciedad de ahí en adelante:
Compárese ahora con esta imagen, que corresponde a la portada del número de agosto de 1952 de la revista Other Worlds. Science Stories:
Fue incluida por Martin Kottmeyer en sus impresiones de 2007 en torno al caso, destacando especialmente que se trata de dos tipos vestidos de color rojo que viajan por el espacio en una esfera traslúcida en la que se divisan diversos controles de formas rectangulares.
Aún mayor es la semejanza con esta otra imagen. Se trata del dibujo realizado por una de las testigos que observaron un presunto objeto volador a las 23:20 horas del 13 de octubre de 1968 desde Lakeland, Florida (EE.UU.):
Mi intención no es sugerir que el doctor Padrón se inspirara directamente en estas imágenes ni en otras muchas, aunque es posible. El citado testigo seleccionaba muy bien con quién hablaba y con quién no, de tal forma que quienes podrían haber sondeado un posible interés del ya fallecido sujeto por la ciencia ficción, la literatura y la imaginería ufológica antes de ser casualmente testigo del fenómeno de 22 de junio de 1976 nunca lo hicieron, información que en un caso como este era imprescindible conocer. Debe bastarnos con saber que esa representación ya flotaba en “imaginario colectivo” de la cultura espacial, como un ejemplo más del banco de imágenes a disposición de quien pudiese necesitarlo en un momento dado.
Sobre el campo de cebollas quemado
El Diario de Las Palmas, en su edición del día 25 comenta: “… anoche se repitió otro extraño fenómeno en la zona Noroeste de Gran Canaria. Algunas personas, que no han querido revelar sus nombres, afirman haber visto un objeto extraño, redondo y transparente, de dos pisos de altura y que se posó en las cercanías de Piso Firme, entre Agaete y Gáldar. Esas mismas personas dicen que observaron en los alrededores del objeto, dos figuras de color rojizo que se movían, despegando con el aparato a los pocos segundos”. Aquí empieza la confusión. Sin duda, la fuente citada tomó estos testimonios retrasados del día 22 por una nueva información originada el día 24. Es probable, además, que hubieran leído las noticias de los días anteriores y trataran de aumentar el misterio con la aparición de una zona quemada en una huerta de cebollas, aprovechando que el médico Padrón habló de que la esfera transparente estuvo cerca del terreno.
Es la propia prensa la que confunde las dos noticias y las empareja; así se expresa La Provincia el día 25:
Un OVNI con lo que podrían ser dos “ocupantes” se posó anoche, durante largo rato (unos veinte minutos), en las inmediaciones de los lugares conocidos por Piso Firme y El Hornillo, entre Gáldar y Agaete. Así de tajante nos llegó anoche la noticia, con el aval de unas sesenta personas, entre las que se encontraba un médico.
A continuación describe la observación, ya con los aditamentos del médico grancanario. Es de suponer que la confusión reinante en aquellas jornadas respecto de la espectacular observación de la noche del día 22 y el que los testimonios del médico y el taxista no se divulgaran hasta el día 24 impidió que los periodistas se apercibieran de que ese relato no constituía novedad alguna, sino que era una nueva y distorsionada versión de lo que cientos de canarios habían divisado el 22.
Alejandro Gyorko-Gyorkos recogió muestras del supuesto terreno de las cebollas quemadas o aplastadas y no halló pruebas de nada extraño, como puso de manifiesto en unas breves declaraciones a Diario de Las Palmas en su edición del día 28-6-1976. El juez instructor del Ejército del Aire, comandante Antonio Munaiz Ferro-Sastre, llegó a igual conclusión respecto al testimonio de Padrón:
No se puede dar carta de credibilidad de forma indiscutible a lo declarado por el Dr. Padrón y el taxista Francisco; por ello y el no poder presentar pruebas concluyentes que confirmen sus declaraciones debemos rechazarlas, por el momento,
según consta en la página 82 del expediente desclasificado por el Ejército del Aire en junio de 1994. Mientras, el propietario de la finca aseguraba: “Yo regué las cebollas ayer mismo (el día 24) y hoy me encuentro con este círculo muy dañado” (La Provincia, 26-6-1976). La información es confusa porque se refiere a la “repetición” del fenómeno del martes día 22, de lo que no hay prueba alguna ya que se trató, como aclaré anteriormente, de una confusión por parte de la prensa al atribuir los testimonios retrasados del citado martes a una nueva aparición el día siguiente. Al parecer, José Gil González, propietario de una finca de cebollas en Piso Firme, observó la mañana del día 24 que un sector de su finca estaba afectado, como si hubiesen quemado algunas de las cebollas. Muy probablemente el autor fue algún bromista que quería aumentar la confusión de aquellos días o un simple acto vandálico sin conexión con el fenómeno que tanta expectación despertó. No debemos descartar una tercera posibilidad: que fuera una acción perpetrada para reforzar el testimonio del doctor Padrón, que acababa de conocerse (sin que él tuviera la menor responsabilidad), o para que la zona volviera a ser protagonista en la prensa.
La fotografía del fenómeno
En marzo y abril de 1977 la prensa de Canarias publicó la única fotografía conocida del suceso:
Una nota incluida al final del expediente del Ejército del Aire desclasificado indica que la fotografía fue depositada por un turista en la recepción de un hotel de Maspalomas (Gran Canaria). Allí fue localizada por la Guardia Civil, que colaboró con el juez informador del EA nombrado al efecto, el ya citado comandante Antonio Munaiz. Posteriormente se localizó el estudio fotográfico donde fue revelada, Heinze, pero desconocían el nombre del fotógrafo que captó la espectacular luz desde lo que aparenta ser la zona turística del sur de Gran Canaria.
La instantánea es engañosa: esos dos brazos luminosos que atraviesan la bola refulgente no son reales. Se trata de reflejos producidos por la potente luz en la lente de la cámara. El fenómeno consistió –en una de sus etapas- en esa esfera que reflejaba la luz solar a gran altura. Es probable que ese juego de la luz haya llevado a más de uno a creer en la presencia de un platillo volante sobre Maspalomas aquella noche, retroalimentando el rumor del falso aterrizaje de Las Rosas.
Siempre sentí curiosidad por esa pequeña mancha que se observa debajo del fantasmal haz luminoso de la izquierda. Creo recordar que en alguna ocasión fue interpretada como un supuesta navecilla disponiéndose a entrar de la “nave madre” (en la jerga de los pseudo-ufólogos) o poco después de salir para inspeccionar, por supuesto. El investigador Enrique Tomás Rodríguez me comentó recientemente que tiene toda la apariencia de tratarse de una mota en el objetivo, circunstancia habitual y que sólo se evidencia al fotografiar un objeto muy brillante. A la izquierda de la imagen y en otras zonas se puede detectar manchas semejantes de diversos tamaños. También lo confirma la nitidez de contorno de la misma: si fuese algo a la misma distancia que la luminosidad tendría los contornos más difusos.
Diario de Avisos la publicó en su portada del 22 de marzo de 1977 y Diario de Las Palmas también en la portada y en la novena página de su edición del día 26 del mes siguiente, donde aprovechó para refrescar los detalles del episodio, añadiendo la información falsa de la detección de radar, que no se produjo como es lógico, y algún absurdo como que para el gobierno español se trataba de una nave de de más de cien metros de diámetro.
El planteamiento y explicación de Manuel Borraz
Borraz aporta (Los gigantes de Gáldar…, p. 49) algunos datos técnicos que permiten adoptar la perspectiva adecuada, situando espacial y temporalmente el suceso. A través de las descripciones proporcionadas por la prensa y diversos cálculos astronómicos, divide el fenómeno en cuatro fases, aunque aquí nos conformaremos con la primera de ellas, referente al inicio de la observación. Se trata del momento en que se ve aparecer el punto ascendente, poco antes de las 22:30 horas: el ángulo de depresión del Sol bajo el horizonte era de 13,7º; el acimut solar de 307º y el del fenómeno aproximadamente oeste; la latitud geográfica del punto de observación, 28,5º N, y la longitud, 15,75º O, tomadas en un punto imaginario en el centro del archipiélago. Estos datos permiten asegurar que el fenómeno se encontraba a unos 762 kilómetros al oeste de las Islas Canarias y a unos 46 kilómetros de altura (ambos son valores mínimos). Estos dos valores van progresivamente aumentando a medida que se van sucediendo los estadios de la observación, llegando, en el momento de desaparición, a los 1.062 kilómetros de distancia y a los 90 kilómetros de altura sobre el nivel del mar. Ésta es la imagen típica producida por pruebas espaciales y lanzamientos de misiles balísticos, que es lo que realmente produjo el fenómeno. Por supuesto, este escenario explicativo fue poco menos que una ofensa para los creyentes en visitas alienígenas al planeta, de la que Gáldar es un ejemplo señero. La dinámica y apariencia del fenómeno observado desde todas las islas fueron las habituales en esos lanzamientos, en este caso desde un submarino en aguas atlánticas, al oeste del archipiélago.
La desclasificación del expediente oficial del Ejército del aire y el reforzamiento de la explicación balística
El “ovni de Gáldar”, designación errónea puesto que el suceso fue divisado desde todas las islas simultáneamente, se convirtió en el clásico de la ufología de las islas al menos hasta que el 5 de marzo de 1979 tuvo lugar otro fenómeno similar pero con mayor repercusión: si hasta entonces el caso 22/6/76 era “el ovni de Canarias”, a partir de ese momento el de 1979 se convirtió en el auténtico “ovni canario”, solo que tampoco fue un ovni, sino un efecto artificial producto de una prueba de armamento humano (no extraterrestre, aclaro), como el caso que nos ocupa ahora.
Con motivo de la desclasificación del caso, en junio de 1994, la prensa local volvió a ocuparse de él. Diario de Las Palmas, en su edición del 12 de agosto de 1994, afirma: “La posibilidad de que se tratara del lanzamiento de un misil superficie-aire fue descartada de inmediato, dado que el comportamiento del fenómeno avistado (traslado horizontal, parada, elevación hasta unos 35 o 40 grados de ángulo, producción de un halo luminoso por espacio de veinte minutos) no se corresponde con el lanzamiento de un misil. Aparte de ello, en el área de las islas no existían bases conocidas de lanzamiento”. Es curioso; son precisamente esas características mencionadas –entre otras- las que suelen presentar los lanzamientos de cohetes a centenares de kilómetros de unos observadores y en condiciones de luminosidad adecuadas: de noche en tierra, pero a grandes alturas cualquier objeto puede ser aún iluminado por los rayos solares, más si emite gases enormemente expandidos por el enrarecimiento de la atmósfera, condiciones que se dieron en esta y otras observaciones canarias. Tengamos en cuenta además los efectos ópticos debidos al ángulo de observación, la falta de puntos de referencia en algunos casos y el estado de excitación y nerviosismo que provoca en testigos desconocedores de su verdadera naturaleza.
En 2001 publiqué con V. J. Ballester Olmos en la Revista de Aeronáutica y Astronáutica el artículo “¡Identificados! Los OVNIS de Canarias fueron misiles Poseidón”. Allí incluimos la siguiente tabla relacionada con este caso, extraída de la base de datos de lanzamientos de misiles balísticos de Jonathan McDowell.
Dos fueron por tanto los lanzamientos aquella noche de junio de 1976. Muy probablemente ambos fueron visibles y sus despliegues luminosos debido a la luz solar reflejada se mezclaron, aumentando así su espectacularidad. La primea columna indica el número de identificación del lanzamiento; la segunda, la fecha en calendario juliano; la tercera, la fecha en calendario gregoriano; la cuarta, la hora GMT (coincide con la hora canaria); la quinta, tipo de misil; la sexta, plataforma de lanzamiento (submarino); la séptima, organización responsable del lanzamiento (USN, United States Navy). La diferencia de una hora entre la hora del fenómeno (GMT+1) y la consignada en la base de datos de McDowell se debe a un error de compilación: descartando este error, el día y la hora de los lanzamientos coincide con la observación desde Canarias de la esfera en expansión al oeste de las islas. La causa del fenómeno no fue otra que los efectos en la atmósfera de las sucesivas etapas de dos misiles Poseidón lanzados desde un submarino, concretamente el USS Von Steuben, al oeste de Canarias, en horario nocturno. La gran altura alcanzada propició que los gases fueran iluminados por el Sol situado bajo el horizonte, invisible a esa hora para los habitantes de Canarias.
Una “investigación de campo” más, por favor
Con objeto de mantener siempre actualizadas mis credenciales de “investigador de campo”, me presenté en el barrio de Las Rosas hace escasas fechas, donde ya había estado hace veinte años. De esta forma, cumpliendo con el precepto de visitar el lugar del misterio al menos una vez en la vida –yo ya llevo dos- pateé la zona, anoté cosas en un cuaderno de papel cuadriculado, realicé fotos y hablé con los vecinos. Solo me falto hacerme una instantánea señalando con el dedo a la nada, pose clásica del ufólogo campestre. Algunos residentes del barrio me indicaron amablemente el lugar exacto, el punto cero del misterio: la casa que visitara el “testigo estrella”, Francisco Julio Padrón León. En un pequeño patio trasero, resguardado del fuerte sol y del viento del aquel día, se encontraba uno de los hijos de la paciente, Ilino Díaz Mendoza. Para Ilino y su mujer Pilar fue casi rutinario que otro tipo más apareciera por el lugar preguntando por la historia de Padrón. Ellos no llegaron a ver nada, solo recordaban los comentarios de la época y lo que unos y otros han ido curioseando y preguntando en numerosas visitas a lo largo de estos cuarenta años.
Al despedirme de los dos ancianos, regresé por la pista asfaltada hasta la entrada al barrio, que continúa hacia Piso Firme. En ese punto se halla el solar, convertido ahora en aparcamiento de coches, en el que según los rumores de un par de días después del 22 de junio el “ovni” habría descendido hasta quemar un cultivo de cebollas, detalle comentado con cierta sorna por los vecinos, bulo nacido al calor del impacto de los abundantes testigos del fenómeno artificial observado aquella noche y del revuelo consiguiente propiciado por la prensa y las numerosas y muy subjetivas versiones de los hechos.
El caso 22/6/76, Canarias es un magnífico ejemplo de diversos aspectos fundamentales de la creencia en los ovnis en tanto que visitas de naves extraterrestres a la Tierra, reunidas bajo el paraguas de la ufología. En esta ocasión sabemos que en su origen se encuentra un suceso real y objetivo (lanzamiento de un par de misiles desde un submarino), toda una ventaja. Pero de ahí en adelante entraron en juego factores clásicos: la enorme sorpresa y temor de los testigos, que ignoraban la naturaleza auténtica del fenómeno que contemplaron; el papel de la prensa, que cometió el error inicial de centrarse en el testimonio más aberrante de cuantos se divulgaron; la injerencia de los creadores de misterios, gasolina para el fuego del sensacionalismo y la confusión de los interesados mantenida durante décadas; la promoción acrítica y canónica de relato del falso “caso Gáldar” (véase el programa correspondiente de Cuarto Milenio), etc.
Hoy en día el suceso se ha consolidado como un rumor local muy superficial en sus detalles pero fácilmente detectable en cualquier residente en la zona. En cierto sentido, el caso 22/6/76, Canarias, al igual que otros muchos, puede ser interpretado como un “experimento natural”, un ejemplo destacado de cómo influye un sector de las creencias contemporáneas en la percepción e interpretación de un acontecimiento aparentemente incomprensible y de cómo el folclore espacial se convirtió en un recurso del que echar mano para dar sentido a lo “no identificado” que se aparece en lo alto.
Este artículo nos lo envía Ricardo Campo, Doctor en Filosofia en la Universidad de La Laguna y autor de libros como “Los OVNIs vaya timo“, Luces en los cielos. Todo lo que siempre quiso saber sobre los ovnis. En la actualidad mantiene el blog mihteriohdelasiensa.
Referencias:
“Un OVNI, cerca de La Palma”. En: El Día (Santa Cruz de Tenerife), 23-6-1976, portada y p. 2.
“Vuelven los ‘OVNIS’ a Canarias”. En: La Provincia (Las Palmas de Gran Canaria), 23-6-1976, p. 34.
“Extraño fenómeno observado en el cielo de las islas”. En: La Tarde (Santa Cruz de Tenerife), 23-6-1976, p. 2.
“Extraño fenómeno observado en el cielo de la isla”. En: El Eco de Canarias (Las Palmas de Gran Canaria), 23-6-1976, p. 28.
“Ahora sí creo en los ‘ovnis’”. Báez Bolaños. En: El Eco de Canarias (Las Palmas de Gran Canaria), 24-6-1976, p. 28.
“El ‘OVNI’ se posó entre Gáldar y Agaete”. Davil Hatchuell. En: La Provincia (Las Palmas de Gran Canaria), 25-6-1976, p. 36.
“Prácticamente confirmado que era un meteorito”. En: Diario de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria), 25-6-1976, p. 24.
“Ovni: una plantación aplastada en Piso Firme”. Santiago Betancort Brito y Sigfrido Calero Aguiar. En: La Provincia (Las Palmas de Gran Canaria), 26-6-1976, p. 36.
“Más de cien personas presenciaron el acercamiento a tierra de un ‘ovni’”. Antonio Bautista. En: El Eco de Canarias (Las Palmas de Gran Canaria), 26-6-1976, p. 8.
“La sociedad de parapsicología investiga el ‘ovni’ de Gáldar”. En: Diario de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria), 28-6-1976, p. 16.
“Un ‘ovni’ gigantesco sobre Maspalomas”. En: Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife), 22-3-1977, portada.
“Fotografía auténtica del ‘ovni de Canarias’”. En: Diario de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria), 26-4-1977, portada y p.9.
“Lo he vuelto a ver en dos ocasiones”. En: Diario de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria), 7-5-1977, portada y pp. 4-5.
“El avistamiento de la nave en Las Rosas, con tripulantes, un hito”. Ángela Merino. En: Diario de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria), 6-7-1992, p. 31.
“Un comandante del Ejército me amenazó con declararme loco”. Javier Bolaños. En: Diario de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria), 15-8-1994, portada y pp. 20 y 21.
Lighning, Auroras, Nocturnal Lights and Related Luminous Phenomena. William R. Corliss. The Sourcebook Project, Glen Arm, MD 21057, USA, 1982, p. 37.
Expediente 760622 – Canarias, Mando Operativo Aéreo, Ejército del Aire. Desclasificado el 20 de junio de 1994.
“Los gigantes de Gáldar y los avistamientos canarios”. Manuel Borraz Aymerich. Monografía 1, Cuadernos de Ufología, Santander, 1992. Accesible con un prólogo de R. Campo para su edición digital en: http://www.ikaros.org.es/galdar.pdf
“¡Identificados! Los OVNIS de Canarias fueron misiles Poseidón”. V-J Ballester Olmos y Ricardo Campo. En: Revista de Aeronáutica y Astronáutica, 701, Ministerio de Defensa, 2001. Accesible en: https://www.academia.edu/16027101/Identificados_ Los_OVNIS_de_Canarias_fueron_misiles_Poseidon
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