14 de marzo de 1968: un ovni de ida y vuelta

Por Colaborador Invitado, el 25 octubre, 2016. Categoría(s): Escepticismo

“Ni pánico, ni desmayos”: esta expresión del piloto comercial Andrés Ciudad Aldehuela, restando importancia al fenómeno que observó, figura en una entrevista publicada en El Eco de Canarias tres días después de suceder los hechos, y debe ser tenida en cuenta a lo largo de su exposición. A partir de entonces el suceso fue tratado por el periodismo ufológico con la carga habitual de especulación y retórica peliculera de misterios.

Por otro lado, no han sido escasos los esfuerzos analíticos por parte de los ufólogos rigurosos por hallar una explicación al caso; pero, dada la ausencia de información en algunas facetas relevantes, ha quedado como no explicado, al menos en parte. Al margen de todo ello, éste es uno de los sucesos destacados de la casuística canaria ya que apareció tanto en la prensa local como en la nacional (por ejemplo, La Vanguardia, 17-3-1968) y en algún libro sobre conspiraciones interminables. Además, el Ejército del Aire elaboró un informe al respeto que desclasificó en septiembre de 1992, en el curso de un proceso de entrega pública de la documentación que conservaba sobre ovnis que se extendió desde 1992 a 1999.

La noticia de la observación apareció, con cierta amplitud, el día 17 de marzo, a pesar de que la misma noche de los hechos algunos periodistas conocieron detalles de la observación. En la prensa nacional se había afirmado que a causa de un objeto volador visto por una tripulación de un Fokker de Spantax (vuelo IB-371/372) “cundió el pánico entre los pasajeros y la azafata se desmayó”. También en Gran Canaria el día anterior Diario de Las Palmas había insertado una nota muy breve en la que adelantaba el rumor de que un avión de la compañía Spantax había sido seguido por un objeto volante no identificado, un “platillo volante” que había volado no muy lejos del aparato, “aunque no era más que un rumor”. Por todo ello, el Ministerio del Aire se vio obligado a emitir una nota en la que restaba importancia al incidente.

Nota del Ministerio del Aire con motivo de las información publicada por la prensa local en torno a la observación. La hora indicada es errónea: la correcta es 20:30 horas, GMT y local coinciden (El Eco de Canarias)
Nota del Ministerio del Aire con motivo de las información publicada por la prensa local en torno a la observación. La hora indicada es errónea: la correcta es 20:30 horas, GMT y local coinciden (El Eco de Canarias)

El periodista de El Eco de Canarias localizó al comandante Ciudad que se hallaba a los mandos del avión aquella noche. Habló con él en el mismo aeropuerto grancanario, y lo primero que hizo fue mostrarle la nota de prensa divulgada por el Ministerio del Aire, a lo que respondió:

Eso. Nada más que eso. ¿Pero quién ha podido desvirtuar semejante e ínfima visión? ¡Si no fue nada! Tan nada que nosotros estamos obligados, al retornar al aeropuerto, a dar un parte inmediato al jefe del mismo, a la compañía, etc., de cuantas novedades dignas de particular ocurran durante el vuelo. Era tan pequeña incidencia que aquella noche, cuando regresamos de Villa Cisneros marché a casa a dormir sin preocuparme en absoluto de la cuestión.

El periodista interpreta que este tipo de cosas se exageran hasta llegar a preocupar a la opinión pública:

Fue una luz –continúa el entrevistado por el rotativo de Las Palmas- ¡quién sabe si sería una estrella o un coche en el desierto!, que la torre de control de Villa nos dijo si veíamos ya que ellos la estaban contemplando. Pero ¡cuántas luces ve uno en los vuelos nocturnos! Ni contacto ni nada. En el vuelo de ida le dijimos que no veíamos nada. Cuando despegamos de Villa Cisneros volvieron a preguntarnos y entonces sí. Pero nadie le dio importancia, al menos a bordo del avión. No sé la que se le haya podido dar en tierra. Lo que sí podemos declarar es que  la difusión de tal noticia no partió del avión, sino de tierra.

Cuando aún estaba hablado el testigo con el periodista, llamaron de Madrid para informarle de los titulares con que se había difundido la observación, a lo que Ciudad respondió:

¡Madre mía qué lío han formado! Ni se desmayó nadie ni se alarmó el pasaje. Tan cierto es que, de la cabina para afuera, nadie se dio cuenta absolutamente de la “visión”. Y la azafata tampoco cayó desmayada.

La azafata, Pimpina Gómez, y el segundo piloto, Arnau (errata: Andreu), ratificaron lo dicho por Ciudad. El autor de la entrevista finaliza así: “Así queda la cosa: nada de objeto volador no identificado. Sólo una simple visión y una aparente exageración de alguien que difundió la noticia”.

Estas declaraciones, como es de imaginar, no han sido recordadas desde entonces por ningún periodista especializado en misterios.

También el día 17 La Provincia se refirió a que el público que se hallaba esperando la llegada del Fokker al aeropuerto de Villa Cisneros pudo contemplar “un objeto rojo pálido, con grandes destellos y con una luminosidad intensa navegaba a la misma altura que el avión minutos después de despegar este con destino a Las Palmas”. Añade, de manera confusa, que “pudimos comprobar que al poco tiempo de haber sido descubierto el cuerpo extraño por uno de los empleados del aeropuerto todas las miradas se centraban en él” y que cuatro minutos antes de aterrizar en Villa Cisneros el comandante del avión lo vio “con unos prismáticos de largo alcance, pudimos comprobar personalmente esta anomalía en el espacio”.

Continua la noticia indicando que el comandante contestó a la torre de control confirmando la existencia del “objeto luminoso del que no podía determinar sus características pero sí apreciar las maniobras que efectuaba, a la par de su rumbo y situado a la derecha, ascendiendo y descendiendo en vertical para luego situarse en la misma posición”.

Dos días después La Provincia se hace eco de la expectación causada por la versión exagerada del relato de los pilotos, al mismo tiempo que el articulista especula con los lugares comunes de la ufología de la época: “El fenómeno producido en el espacio, ajustándonos a nuestra observación personal y datos obtenidos de los técnicos del aeropuerto de Villa Cisneros [no se indica qué datos son esos], escenario de lo sucedido, bien pudiera ser una nave espacial, producto de los adelantos de nuestro tiempo, o quién sabe qué ingenio y procedencia indeterminados como el que dejó sin energía eléctrica a la populosa ciudad de Nueva York, hace un par de años aproximadamente, enmudeciendo a los científicos en sus averiguaciones”.

Veamos ahora lo que la ufología comercial elucubró a lo largo de los años sobre este caso. Es conveniente que el lector tenga presente la impresión inicial del comandante del Fokker, Andrés Ciudad:

¿Pero quién ha podido desvirtuar semejante e ínfima visión? ¡Si no fue nada! […]. Era tan pequeña incidencia que aquella noche, cuando regresamos de Villa Cisneros marché a casa a dormir sin preocuparme en absoluto de la cuestión.

Parece probable que esta impresión inicial se ajustara más a la realidad de lo visto, y por tal motivo ha sido siempre ignorada.

Un encuentro con la ufología “de campo”

Juan José Benítez publicó en 1981 una entrevista con el comandante Ciudad en Encuentro en “Montaña Roja”. El fenómeno se había convertido ahora en “un gran disco luminoso, blanco y con una luz muy fuerte”. Benítez insiste y el piloto vuelve a indicar que “era como un disco que se hallaba cerca” y la impresión que les causó fue “como algo extraño y desconocido, nunca había visto cosa igual”. Tiempo después Benítez habló con Francisco Andreu, el segundo piloto, que ratificó todo lo dicho por su compañero. Según Andreu, después de contactar con la torre de Villa Cisneros, desde la que le indicaron que no tenían ningún tráfico instrumental reportado, “al hacer el giro para la toma de tierra, aquel disco desapareció de nuestra vista alejándose a gran velocidad”. Benítez vuelve con Ciudad, que no hizo comentarios sobre el hecho después de aterrizar “puesto que no estaba seguro de nada” (sic). Según Benítez, Paco Andreu conocía al oficial de tráfico y le habló de aquel “extraño disco”.

¿Y cómo es que ese impresionante disco no fue observado por ninguno de los pasajeros tanto en el vuelo de ida como en el de vuelta?, podría preguntarse alguien malpensado. O alguien con un poco se sentido crítico, simplemente.

Un minuto después de despegar para regresar a Las Palmas, les llamaron de la torre de control para decirles que “la luz estaba ahora a nuestra derecha y que se acercaba al avión”, y que, según el oficial de tráfico, “cuando rodaban ustedes [los pilotos] desde el aparcamiento a la cabecera de la pista, el objeto ha pasado sobre la torre de control y se ha detenido en la vertical del acuartelamiento de la Legión, y allí parece haber esperado el despegue del Fokker. ¡Ahora se aproxima por su derecha!”. Según Andreu, “apagamos las luces del pasaje y la verdad es que ‘aquello’ impresionaba, y allí lo tuvimos hasta que llegamos a Las Palmas en una hora y veinte minutos”. A veces cambiaba de color, del blanco al naranja, y al descender se perdió entre las nubes.

Ciudad habló también a Benítez de “los asombrosos movimientos y maniobras del ovni, tan pronto subía como bajaba, y siempre lo hacía a una velocidad desconcertante”. “En algunos momentos del vuelo –añade el periodista- “llegó a aproximarse a unas cuatro o cinco millas”. Finalmente, Benítez pregunta a su interlocutor si se habían sentido observados por aquel ovni, en un ejemplo típico de neutralidad investigadora e informativa. Ciudad respondió que “la palabra exacta sería, quizá, inquietos, la presencia de aquel disco nos inquietó”. Además, respondió afirmativamente a la pregunta, también “neutral”, de si el disco iba tripulado (sic).

Doce años después Benítez vuelve al episodio en Materia reservada, donde ilustra al lector sobre todas las inconcebibles maldades de las que fue capaz el Ejército del Aire para ocultar, vía desclasificación de los expediente sobre ovnis depositados en el Mando Operativo Aéreo, que los extraterrestres han visitado España en numerosas ocasiones. Guardar el secreto de las visitas de extraterrestres es uno de los principales cometidos de las Fuerzas Armadas, como seguramente sabe el lector. España es un país turístico, incluso en su variante interplanetaria; pero ahí está el Ejército del Aire para torpedearlo siempre que puede y que no haya por en medio un desenmascarador con carnet de periodista. Comienza el presunto ufólogo navarro resumiendo el caso, pero no cita la elevada velocidad a la que, supuestamente, se movía el “objeto” cerca del avión en el vuelo de regreso. ¡Atención!: Benítez se dispone a continuación a analizar el comportamiento y las características del aquel objeto:

Forma de disco: algo habitual en esas naves del espacio, como sabe cualquier lector de ufología. Se da por bueno y fiable, porque es “una forma que no puede ser asociada a ningún ingenio aéreo humano”.

A partir del relato de los pilotos y los testigos del aeropuerto, Benítez llega a la conclusión de que el ovni “estuvo cuarenta y seis minutos esperando el despegue del Fokker”. Por tanto, “no hace falta ser muy despierto para deducir que los seres o la inteligencia que navegaban en el interior de dicho artefacto tenían un especial interés por el Fokker en cuestión”. La conclusión del periodista es que “una nave no humana se paseó por Villa Cisneros, acompañando a un avión de pasajeros hasta las proximidades de Las Palmas”. Además, “A las cúpulas militares no les interesa reconocer que la humanidad está siendo visitada por civilizaciones ajenas al planeta”, según el citado informador. Ése es el motivo por el que los militares españoles han “maquillado” los expedientes sobre ovnis desclasificados a partir de 1992.

Para Benítez, la expresión “fenómeno no habitual” con que se califica al fenómeno en la portada del informe militar relativo al caso (desclasificado el 25 de septiembre de 1992) no es suficiente; es incluso ofensivo, ya que interpreta que se intentaba rebajar su extrañeza. Es mejor calificarlo de disco tripulado por inteligencias alienígenas, a tenor de lo que nos cuenta. El siguiente paso es interpretar la nota de prensa del Ejército del Aire publicada en la prensa el día 17 –reproducida más arriba- como si con ella el Ejército “hubiese dado la cara”. Curiosamente, en esa nota se dice que “en ningún momento se había producido anormalidad en el vuelo, ni la menor alarma a bordo del avión”. Como dije, es de suponer que los pasajeros no vieron ese gran disco pilotado por marcianos que intuye Benítez. La razón de que esa nota no fuera incluida en el expediente desclasificado debe ser achacada a un simple descuido o desaparición involuntaria de la copia del documento archivada en el expediente oficial.

El interés con el que el Ejército del Aire se tomó históricamente el asunto de los ovnis no fue muy elevado. Pero para Benítez el motivo reside en que el Ejército no podía “reconocer la existencia de un objeto no identificado sobre territorio nacional”, porque “una cosa es que una serie de testigos afirme y jure por sus muertos que han visto un disco volante y otra muy diferente que sea el propio Ministerio del Aire quien asuma ese hecho en una nota oficial”. ¿De verdad asumieron tal fantasía los militares en 1968 al hacer pública la nota en cuestión? De la expresión “objeto extraño” y “luz” (dos veces) que aparece en la nota ¿se deduce aquello a lo que Benítez quiere llegar por medio de su visión platillista? Es conveniente que el lector retroceda y lea el texto de nuevo a la vista de estas consideraciones: podrá comprobar cómo trabaja la ufología amarillista española desde sus inicios.

El periodista navarro indica que el fenómeno de la primera observación, antes de aterrizar en Villa Cisneros, acompañó a los pilotos “durante cuarenta o cincuenta segundos” (Materia reservada, p. 142). Sin embargo, en la portada del expediente oficial –material en el que se centra el citado- consta que “a los pocos segundos (10 estimados) la luz desapareció”, información que procede de la declaración del segundo piloto, F. Andreu, que declaró al juez informador que “Pocos segundos después la citada luz inició una maniobra de ascenso con pequeño ángulo”. Benítez no indica explícitamente de qué fuente obtiene ese dato de casi un minuto; es de suponer que de alguno de los  dos pilotos.

A Benítez se le olvida –de la misma forma que se le olvidó al coronel responsable del resumen incluido al principio del expediente antes de su desclasificación- las declaraciones de Andrés Ciudad en El Eco de Canarias (17-3-1968): “Eso. Nada más que eso. ¿Pero quién ha podido desvirtuar semejante e ínfima visión? ¡Si no fue nada!”. Seguramente el coronel y evaluador del caso podría haber aprovechado esa información periodística para debilitar seriamente la extrañeza del suceso. Esto solo tiene una lectura, ya sugerida: el escaso interés por la música mediática de los platillos volantes por parte del Ejército del Aire, que en ocasiones puntuales no documentaron algunos sucesos ni aunque contribuyera a esa irreal labor de minimización del enigma de los ovnis que airearon los ufo-periodistas patrios. Lo que no parece lógico es que un “investigador” experto gastador de suela de zapato omitiera en sus imaginaciones puestas blanco sobre negro esta versión tan importante y cercana al momento de los hechos.

El expediente desclasificado por el Ejército del Aire

En septiembre de 1992 fue entregado a la opinión pública el expediente oficial del Ejército del Aire de este caso, dentro del procedo de desclasificación iniciado ese mismo año.

El juez informador destaca inicialmente estos elementos de la observación:

Es de destacar la diferente apreciación sobre la distancia lateral que realiza la tripulación  estimándola en quince kilómetros y las observaciones de tierra que la sitúan en un máximo de tres kilómetros. Igualmente hay una manifiesta contracción en cuanto al color de la luz, que la tripulación del avión señala de color blanco y todas las observaciones de tierra de color naranja.

A continuación, aparecen las declaraciones de los pilotos. El comandante, Andrés Ciudad, relató que al ir a tomar tierra en Villa Cisneros:

Fui informado por el segundo piloto de la presencia de una luz brillante de color blanco en el viento de cola contrario que se desplazaba a la misma velocidad y dirección nuestra y no pudiendo apreciar qué era preguntamos a la torre de Villa Cisneros si tenían algún tráfico reportado contestándole negativamente y en ese momento la luz se apagó efectuando la toma de tierra sin más novedad.

Al regresar a Las Palmas, a los dos o tres minutos de despegar, la torre nos preguntó si veíamos una luz a nuestra derecha, a lo que contestamos afirmativamente. Era de color blanco y brillante, la distancia aproximada era de 30 o 40 kilómetros. Nos preguntaron si era peligrosa para nosotros, respondiendo negativamente. La continuamos viendo hasta iniciar el descenso para toma de tierra en Las Palmas. Durante el vuelo creímos que dicha luz cambiaba de posición, de altura, pero manteniéndose siempre con la misma posición respecto a nosotros. Mi opinión es que lo más extraño fue la visión primera relatada anteriormente cuando íbamos a tomar tierra en Villa Cisneros, no pudiendo precisar la clase de objeto que era.

La versión del segundo piloto, Francisco Andreu, es la siguiente:

La luz se desplazaba a la misma altura del avión y al parecer haciendo el mismo tráfico con viraje a la derecha sobre la pista de Villa Cisneros. Creí en principio que era otro avión que se desplazaba en las inmediaciones, por lo que consulté con la torre de Villa Cisneros, respondiendo que no tenía tráfico reportado. Pocos segundos después la luz inició una maniobra de ascenso con pequeño ángulo desapareciendo repentinamente, dando la impresión que se había apagado, descartándose que se ocultara entre las nubes ya que la información meteorológica indicaba cielo despejado y buena visibilidad.

Al iniciar el viaje de regreso a Las Palmas y poco después de despegar, la torre preguntó si observábamos una luz a la derecha, contestando afirmativamente. La luz se encontraba a distancia considerable y en ningún momento fue motivo para la tripulación de alarma o preocupación por posibilidad de colisión. Nos acompañó la totalidad del viaje y la impresión que daba era que cambiaba de plano subiendo y bajando lentamente, perdiéndose de vista al iniciar el descenso cuando penetraron en una ligera capa de estratos. Dicha luz se apreció con mucha más claridad antes del aterrizaje, en que se observó perfectamente su desplazamiento más no así en el regreso por verla inicialmente colocada estática a la derecha del avión. El color era ligeramente azulado y se descarta que fuera un avión.

De la declaración del oficial de tráfico del aeropuerto de Villa Cisneros lo más destacado es la indicación de que, cuando el avión ya había despegado con destino a Las Palmas, observó una luz que daba la impresión de ser la de navegación de otro avión, pero mucho más potente y de color rojizo menos intenso. Se desplazaba paralelamente al avión, y le fue imposible precisar si iba delante o detrás del avión. La luz se fue perdiendo en la lejanía juntamente con el avión. Los pilotos se pusieron en contacto con él más tarde para comentarle que el objeto hacía unas maniobras muy extrañas subiendo y bajando, perdiendo el contacto por radio con el avión a la media hora del despegue.

Portada del expediente 680314 del Ejército del Aire desclasificado en septiembre de 1992 (cortesía Cuartel General del Ejército del Aire)
Portada del expediente 680314 del Ejército del Aire desclasificado en septiembre de 1992 (cortesía Cuartel General del Ejército del Aire)

Otro testimonio de interés es el de un Capitán Médico incluido en la sección 1.8 del expediente oficial. Allí el citado indica que:

Salía del aeropuerto del Villa Cisneros acompañado del Teniente Practicante Don… tres minutos después de la salida del avión cuando sobre un rumbo de 40 grados y una altitud aproximada de 30 grados observó la presencia de una luz rojiza con magnitud semejante a la del planeta Júpiter. Su posición relativa con relación a las luces del avión que acababa de despegar era arriba y a la derecha.

El juez informador se refiere a este testimonio en un breve informe elevado al Estado Mayor de la Zona Aérea de Canarias, incluido en el expediente oficial (sección 1.1):

Al día siguiente de ocurrir el fenómeno se presentó en Villa Cisneros un Capitán del Artillería apellidado… que a la misma hora de despegar el avión se encontraba con un convoy a la entrada del istmo, unos cincuenta kilómetros y que ignoraba totalmente lo ocurrido la noche anterior manifestando a muchos conocidos, entre ellos el oficial del tráfico Sr… que al pasar el avión en sus proximidades observó una gran luz roja cerca del mismo. No se ha podido tomar declaración por encontrarse en Madrid.

J.J. Benítez habló con el militar en cuestión (Materia reservada, p. 148-149), Antonio Murga, que en realidad era comandante, no capitán, como indica el expediente oficial. La breve descripción de Murga cita las 18:30 horas aproximadamente y era “una esfera de color naranja, tenía el tamaño de la luna llena, no dejaba estela y volaba despacio, con rumbo sur, marchaba por la derecha del convoy y ligeramente adelantada, pudimos verla por espacio de casi media hora y desapareció en la lejanía con dirección sur”.

Curiosamente, las aclaraciones de Murga a Benítez llevan a descartar su testimonio como perteneciente al fenómeno que habrían observado los pilotos del Fokker y el personal de tierra del aeropuerto de Villa Cisneros, ya que:

  • No ocurrió a la misma hora, sino unas tres horas antes, “hacia las 18:30 o las 19 horas.
  • El convoy en el iba no estaba en el istmo, sino en La Aguerget, a unos 100 kilómetros de Villa Cisneros.
  • En ningún momento observaron el ovni y el avión simultáneamente. De hecho, nunca vieron al avión.
  • La esfera no era roja, sino amarillento-anaranjada.

Con todo, para Benítez esto “confirma la aplastante realidad de lo manifestado por los testigos del aeropuerto de Villa Cisneros”.

La observación desde La Aguerget

En un análisis de 1994 de esta observación del Capitán Médico, Manuel Borraz indicó que no puede tomarse como una confirmación directa del avistamiento de Villa Cisneros por las razones anteriormente expuestas. Ni siquiera es cierto que, como se indica en el informe del juez informador incluido en el expediente oficial “ignorara totalmente lo ocurrido la noche anterior”, puesto que Murga indica que “uno o dos días después [antes de hablar con el juez informador nombrado por el EA para encuestar el caso] nos enteramos por la prensa de lo ocurrido con el avión de Spantax, entonces a lo largo de los cinco o seis días que permanecimos en Villa Cisneros comentamos lo que habíamos visto con los amigos del aeródromo”.

La observación, continúa Borraz, tuvo lugar hacia las 18:30 o las 19:00 horas, probablemente hora GMT, y se prolongó durante casi media hora. La Aguerget se halla a unos 100 kilómetros al noreste de Villa Cisneros. Se indica que el fenómeno fue avistado hacia el suroeste, y que se encontraba sobre el mar, a la derecha del convoy, ligeramente adelantado. Estos detalles hacen pensar que debía estar situado más bien hacia el oeste, considerando que el convoy viajara en dirección suroeste, como se comprueba en un mapa. Una esfera anaranjada del tamaño de la luna llena, situada hacia poniente y “volando” despacio hacia el sur es una descripción que recuerda al aspecto que podría presentar el sol observado desde el convoy en marcha. A las 18:30 horas el astro se encontraba a unos 8º grados de elevación sobre el horizonte, mientras que a las 19:00 horas a apenas 1,5º. Borraz reconoce que cuesta creer que se tratara de una confusión de este tipo. La descripción del fenómeno no permite aportar una explicación justificada. Finalmente, el experto analista ufológico barcelonés señala un detalle curioso: en Materia reservada, p. 145, se incluye una foto tomada al parecer durante un alto en el camino aquel mismo día, horas antes del avistamiento. Resulta extraño que no se tomaran fotos del presunto ovni observado poco después durante cerca de media hora.

Una interpretación racional desde un cómodo salón

Veamos una aproximación más objetiva a esta aventura ufológico-aeronáutica. Manuel Borraz destacó en su revisión inicial del caso en noviembre de 1992, en referencia a Encuentro en “Montaña Roja”, que la información allí consignada no puede considerarse fiable, puesto que menciona un “gran disco luminoso”, cuando en su día tan sólo se hablaba de una “luz brillante”, o se afirma que no había luna, cundo en realidad había luna llena. Borraz divide el incidente en sus tres etapas:

Observación poco antes del aterrizaje en Villa Cisneros, en torno a las 20:30 horas:

  • Los testigos no habrían advertido la presencia de la luz hasta el momento de iniciar el aterrizaje.
  • Inicialmente los testigos vieron la luz avanzando en paralelo con el avión (efecto de paralaje al observar un hipotético astro) a su izquierda y, presumiblemente, a su misma altura.
  • El viraje atribuido a dicha luz tuvo lugar, según parece, cuando el avión efectuó su propio viraje de aproximación (impresión subjetiva).
  • Finalmente, pese a las buenas condiciones de visibilidad, la luz desapareció durante la maniobra de aterrizaje del avión. De hecho, en esos momentos, la luz no era visible desde tierra (astro muy próximo al horizonte, sólo visible para un observador situado a cierta altura).

Esta observación queda, por ahora, sin explicación.

Observación desde el aeropuerto de Villa Cisneros. En cuanto a la observación desde tierra, en el aeropuerto de Villa Cisneros, Borraz resalta que los observadores de la torre sitúan la luz muy pegada al avión, a la derecha del mismo. Como el avión se dirigía a Las Palmas, el ovni debía ser visible al norte, aproximadamente. En términos semejantes se expresó el Capitán Médico (“La posición relativa con relación a las luces de avión que acababa de despegar era arriba y a la derecha”), que se encontraba a la entrada del istmo en el que se halla la actual Dajla, antigua Villa Cisneros. También la prensa habría situado la luz a la derecha del avión en su viaje de regreso a Las Palmas.

El analista barcelonés indica que salvo el aparente sobrevuelo de la torre de control, el resto de las evoluciones de ovni podrían ser explicables en el marco de la observación de un objeto con una posición fija en el firmamento. En los testimonios de la época no hay confirmación del sobrevuelo del aeropuerto, que solo aparece citado como testimonio de segunda mano por uno de los testigos entrevistados por J. J. Benítez años después. Para explicar estas observaciones se proponen algunas estrellas como Alkaid, Kochab y Polaris, aunque su escaso brillo obliga a tomar con precaución estas posibilidades.

La tercera parte del suceso, el regreso a la capital grancanaria, consistió en una luz que acompañó al avión por la derecha durante algo más de una hora. También un astro podía haber sido el responsable; de hecho, como recuerda Borraz, alguno de los testigos indicó explícitamente que la luz observada podía ser una estrella. Arcturus podría haberse visto implicado, al ir incrementando su altura sobre el horizonte.

En resumen: Borraz propone que la estrella Arcturus fuera el estímulo luminoso que observaron los pilotos durante su regreso a Las Palmas, mientras que desde la torre de control del aeropuerto habrían divisado alguna de las estrellas citadas anteriormente.

Entrevista con el piloto Francisco Andreu

En junio de 2008 conversé ampliamente con Francisco Andreu, el segundo piloto protagonista de la observación de aquella luz no identificada. Su versión de los hechos cuarenta años después de ocurrir fue ésta:

En la fase de aproximación observamos una luz a nuestra izquierda que pensamos que era otro avión. Entonces le comenté al comandante, Andrés Ciudad, si le parecía bien que llamásemos a la torre de Villa Cisneros para que nos informasen de ese avión que teníamos a la vista. Asintió y llamé a la torre de Villa y le dije que me informase del tráfico que teníamos porque pensé que la torre también lo tenía a la vista. Al rato me contesta la torre de Villa diciendo –palabras textuales de la fraseología aeronáutica- “para su información, no tenemos ningún tráfico instrumental reportado en la zona”.

Dicho esto, nos sorprendió, a los pocos segundos pienso yo, el avión que iba descendiendo a la par que nosotros, en vuelo paralelo al nuestro se puso en ángulo entre 70º y 80º y desapareció a una velocidad increíble. Desapareció en el firmamento al no haber nubes, pues se perdió en el infinito, ni idea hasta qué altitud pudo alcanzar. Ante la sorpresa abreviamos la maniobra lo máximo posible, hicimos lo que se llama un tráfico corto para no alargar el vuelo, tomamos tierra y comentamos con el oficial de tráfico que era un viejo compañero de mi promoción y con el jefe de campo de Iberia y personas de allí del aeropuerto. Lo tomaron un poco a broma y nos fuimos a tomar un café al bar.

Representación creativa de la visión desde el Fokker de Spantax poco antes de aterrizar en Villa Cisneros (cortesía F. Andreu)
Representación creativa de la visión desde el Fokker de Spantax poco antes de aterrizar en Villa Cisneros (cortesía F. Andreu)
Representación de la observación desde el avión durante el viaje de regreso a Las Palmas de Gran Canaria (cortesía F. Andreu)
Representación de la observación desde el avión durante el viaje de regreso a Las Palmas de Gran Canaria (cortesía F. Andreu)

Llega la hora de salida para nuestro regreso a Las Palmas y el representante de Iberia nos pregunta si podía mandar el pasaje a bordo. Asentimos y nos fuimos al avión. Una vez cerradas puertas nos ponemos en marcha, iniciamos el rodaje a cabecera, solicitamos permiso para el despegue, nos autorizan a despegar y despegamos, y, no había transcurrido un minuto, nos llama la torre de Villa Cisneros preguntándonos si teníamos a nuestra derecha una luz, miramos y efectivamente, otra vez la luz estaba.

Entonces nos comunicó que durante el rodaje nuestro desde el estacionamiento a la cabecera de pista había pasado muy bajo sobre el aeropuerto, sobre la terminal, despidiendo unas luces rojizas y azuladas y se detuvo a unos kilómetros más adelante, se quedó estático sobre un acuertelamiento de la Legión, creo que era el Tercio Don Juan de Austria. Y entonces nos dijo la torre que había pasado por encima de ellos, que no había producido ningún ruido de motores ni de turbinas y que lo habían estado observado después cuando estuvo estático con prismáticos y les acompañó en la observación creo que era el comandante o el capitán médico, creo que era de la Legión también que era muy aficionado a la astronomía y les comentó que no le parecía que aquello fuese ningún fenómeno meteorológico y que tampoco les parecía que fuese algo normal.

Preguntó la torre de Villa que a qué distancia podíamos estimar que estaba de nosotros y, claro, le dijimos que era muy complicado porque al no tener otras luces de referencia porque como de fondo teníamos el desierto que no hay iluminación ninguna pues no podíamos determinar la distancia a la que estaba ese objeto. Podía ser muy lejos y verse pequeño o estar muy cerca también. Total, que nos dijo que si creíamos que podía afectar la seguridad en vuelo y le dijimos que mientras se mantuviese a la distancia que en ese momento se estaba manteniendo que de momento no.

Seguimos subiendo, nuestro vuelo de crucero eran los 14.000 pies y una vez que establecemos el vuelo crucero esta luz seguía acompañándonos, pero a los pocos minutos empezó a hacer algo que ya nos sobrecogió, que era a la altura de nuestra ala, que estaba paralelo a nosotros, empezaba a ascender y se ponía encima de nuestra vertical y acto seguido volvía a descender y se ponía debajo de nosotros y así durante varias veces. Después se quedaba otra vez a nuestra altura y nos seguía acompañando. Eso duró prácticamente el vuelo, de Villa a Las Palmas suele ser 1:40 horas aproximadamente, pues eso pudo durar pues 1:10, una cosa así, porque después ya, cuando nos aproximamos a Las Palmas, a la zona de Canarias, hasta entonces no había nubes en toda la ruta, y a partir de ahí por los alisios empieza ya a afectar y las capas de nubes que hay generalmente en Canarias.

Iniciamos el descenso pero vemos que esa luz se queda arriba, que no nos acompaña. Pasábamos después capas de nubes, después veíamos claros, y unas veces pensábamos que todavía era esa la luz que la seguíamos viendo, pero llegó un momento en que no sabíamos si eran luces o eran estrellas, y así transcurrió el tiempo, tomamos tierra en Las Palmas. Al pasar y hacer el chequeo de vuelo, al bajar nosotros y al llegar a la terminal nos encontramos a la prensa, nos hicieron fotos y nosotros pensamos que los periodistas vinieron ahí, pienso yo, porque la torre de Villa Cisneros era su obligación comunicar al centro de control de Las Palmas que iba un avión y un ovni siguiéndolo. Se conoce que alguien del centro de control conocía a algún periodista, se lo notificó y ésa fue la causa por la que estaban allí.

Al día siguiente lo vemos en la prensa y a los dos días nos llaman de la compañía diciéndonos que nos había citado el Estado Mayor del Aire porque lo había leído también por la prensa y quería realizar un informe sobre el avistamiento. Fuimos al Estado Mayor, tomaron a un juez instructor. Nos llaman a los dos pilotos, al comandante Ciudad y a mí y a la azafata porque, que no lo he dicho antes, durante el vuelo llamamos a la azafata para que lo viese también. En el Estado Mayor nos hacen una serie de preguntas, que les relatásemos todo el avistamiento, hacen de todo copia a máquina (entonces no había ordenadores obviamente) y nos lo dan a leer para ver si estábamos conformes, y si estábamos de acuerdo y conformes con ello pues lo firmásemos. Lo firmamos los tres y nos fuimos. A los dos días nos vuelven a llamar y el mismo teniente coronel nos dice que había recibido reglas de Madrid para que hiciésemos la misma declaración por separado. Lo hacemos por separado, se conoce a ver si nos contradecíamos en algo o si podíamos aportar algún dato que no hubiésemos aportado la vez anterior. Nos lo dan a firmar, firmamos y nada, la conclusión final fue que el Estado Mayor del Aire en Madrid lo había clasificado como materia reservada y que si en la próxima oportunidad, si teníamos algún avistamiento, que no comunicásemos nada a nadie y que fuésemos directamente a Estado Mayor a hacer el informe pertinente. Y esto es todo.

Pregunté a continuación sobre la hora local del incidente:

Era de noche. Yo creo que eso debió ser en otoño o por ahí…

Esquema realizado por el piloto Francisco Andreu de la maniobra –tráfico corto- efectuada por el avión de Spantax al aterrizar en Villa Cisneros (cortesía F. Andreu)
Esquema realizado por el piloto Francisco Andreu de la maniobra –tráfico corto- efectuada por el avión de Spantax al aterrizar en Villa Cisneros (cortesía F. Andreu)

La hora que ha trascendido habitualmente es las 21:30, en torno a esa hora, le indiqué:

Sí, por ahí tendría que ser. Probablemente la hora GMT y la local eran la misma…

Este dato es erróneo, ya que tal y como figura en el cuaderno de bitácora, del que me facilitó copia el piloto, la hora del aterrizaje en Villa Cisneros fue las 20:29 horas, habiendo despegado de Las Palmas de Gran Canaria a las 19:11 horas.

Le pedí, a continuación, que me aclarara la cuestión del viraje atribuido a la luz durante el aterrizaje… Es decir, al ir a aterrizar la luz les acompañaba por la izquierda…

Esa luz la veíamos como sobre la península (de Villa Cisneros) o al otro lado, la luz esta fue la que nos fue acompañando durante el descenso. La torre estaba al lado de la cabecera de pista… y fue cuando nos dijo la torre que no tenía información de tráfico, y pienso yo que fue en esa posición cuando la luz esa inició la salida tan impresionante (sic). Ese día nos pegamos más a la costa e hicimos un tráfico corto para estar el menor tiempo posible en el aire porque no sabíamos si eso iba a volver o no.

Antes de coger la curva ya habían visto la luz, entonces…

Sí, la luz la veíamos desde atrás. Y al despegar, cuando tenemos la altura de seguridad, normalmente 1.000 pies, 300 metros, empezamos a virar, a fijar la ruta de regreso a Las Palmas.

Hay otro detalle sobre el que era conveniente incidir: una vez que venían volando de regreso a Gran Canaria, ¿los movimientos que hacía la luz desde el plano del ala del avión a la vertical eran muy rápidos o eran progresivos?

Eran progresivos. Subía y bajaba… Incluso cuando estaba arriba teníamos que poner la cara en el cristal de avión para poder verlo, y después cuando llegaba abajo se nos quedaba allí, por debajo de nosotros. Lo que nos extrañaba a nosotros, que no podía ser nada conocido hasta la fecha, nuestra velocidad de crucero podía ser de unos 210-215 nudos, que son unos 450 Km/h, y claro, al mismo tiempo venía a 450 Km/h, venía y subía y bajaba porque, si no, si se hubiese quedado quieto, lo hubiésemos rebasado y no lo hubiésemos visto subir y bajar. Además de subir y bajar avanzaba a 450 Km/h.

También podía estar situado a gran distancia y, por la perspectiva, aunque ustedes avanzasen, seguiría viéndose todavía…

Sí, también, podía ser, es otra posibilidad, pero vamos, nosotros es que lo veíamos encima.

No recordaba con exactitud las horas de aterrizaje y despegue, solo que estuvieron en tierra “la escala normal de una hora”. Lo que sí tenía claro Andreu era el detalle de la “tripulación” que albergaba aquella luz:

Juanjo Benítez también estuvo conmigo un día en Palma, estuvimos hablando y me preguntaba si pensaba si eso podía ir tripulado o no. Yo ahí ya no llego. Yo te puedo decir lo que he visto. He visto una luz que hacía esto y lo otro y tal, ahora yo decir que eso puede estar tripulado, en absoluto.

El ex piloto Francisco Andreu en La Laguna (Tenerife), junio de 2008 (foto R. Campo)
El ex piloto Francisco Andreu en La Laguna (Tenerife), junio de 2008 (foto R. Campo)

¿Usted cree que la luz que vieron al aterrizar y la que vieron luego era la misma o podían ser dos fenómenos o supuestos objetos distintos?

Hombre, la impresión que nos dio cuando lo vimos fue “otra vez la luz”. Pensamos que era la misma, pero, vamos, podía haber sido otra. Claro, como había sido tan reciente el otro, pues cuando nos llama la torre y nos dice si a la derecha tenemos una luz, pues otra vez la luz…

Respecto al color, Francisco Andreu señaló que:

Mientras estuvo con nosotros acompañándonos durante la aproximación, al llegar, era blanca. Y después el color azulado y rojo lo vieron de tierra en el aeropuerto, cuando pasó por encima y se quedó estático sobre el acuartelamiento de la Legión. Y después, cuando nos fue siguiendo a nosotros, era blanca también. No sé si los colores podían ser por densidad de la atmósfera, puede ser pero…

Si ustedes no hubiesen contado nada al llegar a Villa Cisneros ¿cree que los responsables del aeropuerto también habrían visto el fenómeno o no se habrían percatado?

No sé porque a lo mejor al ser de noche… Allí las noches en el desierto son frescas, pues a lo mejor estaban dentro del bar, aunque era un edificio muy rústico. Cuando ya comentamos eso ellos nos acompañaron hasta casi el pie del avión, entramos, nos pusimos en marcha y se conoce que se quedaron por fuera a vernos despegar y es cuando observaron de vuelta la luz esta.

Entonces contaron desde la torre que se desplazó esa luz y se quedó quieta, estacionaria…

Sí, aproximadamente sobre la altura del acuartelamiento de… Eso nos lo dijeron ellos, la torre de control.

Finalmente, siguiendo a J. J. Benítez, le pregunto si lo que vieron era un objeto o un disco. La respuesta fue bastante clara:

Nada, una luz circular, como un foco.

Además de la entrevista, Paco Andreu cumplimentó un cuestionario especializado en observaciones de presuntos ovnis por parte de pilotos aeronáuticos. Los datos más útiles consignados en el documento son:

La luz tenía un tamaño aparente semejante al de una moneda de 50 pesetas sujeta con el brazo extendido; se hallaba a unos 10 kilómetros del avión; desapareció “tomando una inclinación de 70º u 80º ascensionales, desapareció en dos o tres segundos en dirección suroeste aproximadamente”; el color era blanco brillante; de forma esférica con brillo propio; cuando vimos la luz, se hallaba a nuestra izquierda a unos 6.000 pies sobre el nivel del mar, descendiendo durante la aproximación a Villa Cisneros; la hora del despegue fue las 19:11 horas y teníamos previsto aterrizar a las 20:35 horas, pero lo hicimos a las 20:29 al recortar la maniobra de aproximación y aterrizaje; vimos el fenómeno por primera vez a las 20:23 horas y por última a las 22:10 horas; el cielo se hallaba despejado y la visibilidad era ilimitada (sic).

Francisco Andreu me entregó también copia del cuaderno de bitácora de aquel día, junto con dos creativas ilustraciones basadas en su testimonio, reproducidas anteriormente. Como indicó Borraz al poco tiempo, la cuestión de la hora de la observación (20:29 horas) quedó de esta forma aclarada definitivamente.

Pasemos ahora a las declaraciones de Andrés Ciudad Aldehuela, el primer piloto. Ya hice constar las que realizó a El Eco de Canarias en su edición del 17 de marzo, restando importancia a su observación.

En Encuentro en “Montaña Roja” (p. 94), Benítez transcribe estas palabras de Ciudad:

¿Qué impresión le causó?

Como algo extraño y desconocido. Nunca había visto una cosa igual.

Poco después, Benítez le pregunta de nuevo:

Antes de despedirme del comandante Ciudad le pregunté si se habían sentido observados por aquel ovni. La palabra exacta –respondió- sería quizás “inquietos”. La presencia de aquel disco nos inquietó.

El comandante Andrés Ciudad Aldehuela en 1968 (El Eco de Canarias)
El comandante Andrés Ciudad Aldehuela en 1968 (El Eco de Canarias)

A estas dos versiones (El Eco de Canarias y Encuentro en “Montaña Roja”), completamente contradictorias, hay que añadir la más escueta de 1993 en Materia reservada, donde se vuelve a hablar de un “disco” y de las observaciones desde el aeropuerto por el personal de la torre. Pero hay una cuarta versión de interés: la que me proporcionó Andrés Ciudad en julio de 2016 en nuestra conversación telefónica. Inicialmente me remitió a las palabras de Paco Andreu, con quien le dije que había hablado previamente, pero luego aportó algunos detalles que relativizan bastante la importancia del suceso:

– La prensa supo de la observación porque Andreu “contó lo que vio a sus amigos de Villa Cisneros”.

– Al preguntarle qué pudo ser la luz observada al ir a aterrizar en Villa Cisneros, se decantó por “algún efecto óptico”. No se escandalizó ni le molestó mi sugerencia de si pudo tratarse de alguna estrella o luz en el desierto de noche, volviendo a referirse a un efecto óptico, pero que “él no sabía de esto”.

– Al sugerirle si pensaba que si su compañero Paco Andreu no hubiese dicho nada al aterrizar en Villa Cisneros el personal de la torre no se habría fijado en las luces y no
habría visto nada llamativo, respondiendo que sí, que “seguramente no habrían visto nada”.

El detalle más importante es éste:

Él no vio ninguna luz extraña en el vuelo de regreso a Las Palmas, al contrario de lo que contaron desde la torre de control y Andreu. Sorprendido, volví a preguntarle de otra forma por esta cuestión y volvió a negar que hubiera ninguna luz extraña siguiéndolos en el viaje de regreso a Las Palmas. Cree recordar que Andreu hizo algún comentario al respecto durante el vuelo, pero ni se fijó ni vio nada.

Curiosamente, la versiones cargadas de dramatismo en las que se habla de un “disco” en lugar de una luz son las de Benítez; las de El Eco de Canarias y la que yo obtuve en 2016 son bastante menos impactantes. De hecho, en ellas desaparece toda referencia maravillosa, impactante y provocadora de “inquietud”. Quizá todo ello no sea casual…

La explicación astronómica de la segunda parte de la observación

Como indiqué, Francisco Andreu me entregó copia del cuaderno de bitácora de la jornada en que observó el fenómeno. Allí figura como hora de observación las 20:29 horas y las 21:15 horas el despegue de regreso a Gran Canaria. Una confusión inicial respecto a la hora en que se inició el incidente procede de una errata aparecida en la nota oficial del Ministerio del Aire (21:30 horas como principio de la observación y de la ausencia de este dato en el expediente oficial desclasificado por el Ejército del Aire en 1992).

A la vista de esta información consignada en el cuaderno de bitácora, Manuel Borraz revisó sus conclusiones sobre el caso en 2009. Al ser errónea la hora indicada en la nota oficial publicada por la prensa, me comentó el citado analista, la observación inicial (llegada a Villa Cisneros) no admite una explicación astronómica, aunque no es completamente descartable que se observada alguna luz lejana situada en el aire o incluso en tierra, pero es imposible verificarlo. Las observaciones desde tierra se mantienen tal y como hasta ahora, sin posibilidad de resolución debido a la ausencia de información clave.

En cuanto a la explicación astronómica para la observación del avistamiento final (regreso a Las Palmas de Gran Canaria) ésta queda reforzada. La estrella Arcturus sigue siendo una buena candidata, explica Borraz, ahora situada en el horizonte al principio y a unos 15º de elevación al final. Las menores elevaciones angulares que resultan del cambio a la hora correcta de la observación hacen que esta hipótesis sea más compatible con el desarrollo del avistamiento; por ejemplo, con las apreciaciones de cambios de altura, más propias de la observación de un astro muy cercano al horizonte.

Arturo (o Arcturus), rodeada por un círculo, tal y como se observaba a partir de las 21:15 horas desde Villa Cisneros el 14 de marzo de 1968, elevándose a medida que el avión se acercaba a Gran Canaria
Arturo (o Arcturus), rodeada por un círculo, tal y como se observaba a partir de las 21:15 horas desde Villa Cisneros el 14 de marzo de 1968, elevándose a medida que el avión se acercaba a Gran Canaria

Conclusiones

El incidente es realmente menos relevante de lo que ha pretendido la ufología comercial. Para resumir el suceso basta con indicar que consistió en dos simples luces lejanas que siguieron al avión, más el añadido años más tarde de la observación desde el aeropuerto de otra luz que lo sobrevoló. Ateniéndonos a las primeras versiones, pocos días después de ocurrir los hechos, se trató de una anécdota intrascendente que se convirtió en material periodístico a raíz de la indiscreción en el aeropuerto de Villa Cisneros, a la que se le añadieron luego otras “visiones” motivadas por el estado de alerta, por los nervios, por “la época”, como me dijo el propio Andrés Ciudad al inicio de nuestra breve conversación.

Para quienes destacan la especial credibilidad de los testimonios de los pilotos, hay que resaltar la variación de la distancia a la que se hallaba la luz del avión en el vuelo de regreso en sucesivas entrevistas a los pilotos:

  • Comandante Ciudad, en el expediente desclasificado (1968): “A distancia aproximada de 30 o 40 kilómetros”. El juez informador, por su parte, indica en un resumen inicial previo a las declaraciones de los testigos seleccionados que esta distancia fue estimada en 15 kilómetros, mientras que desde tierra fue situada a un máximo de tres kilómetros.
  • Comandante Ciudad en Encuentro en “Montaña Roja” (1981): “Llegó a aproximarse a unas cuatro o cinco millas”.
  • Segundo piloto Francisco Andreu en un cuestionario especializado (2008): “Se hallaba a unos 10 kilómetros del avión”. No obstante, en la entrevista personal que mantuvimos ese mismo año me comentó que “No podíamos determinar la distancia porque de fondo teníamos el desierto y no había iluminación alguna”.
  • Comandante Ciudad al autor en entrevista telefónica (2016): No observó ninguna luz extraña en el viaje de vuelta. En cambio a El Eco de Canarias en 1968 declaró que sí vio una luz durante el regreso, sin entrar en detalles.

No parece descabellado afirmar que el personal de tierra se “contagió” una vez conocieron el testimonio de Francisco Andreu, y a partir de ese momento estuvieron atentos a cualquier luz relevante en el cielo que pudiera cuadrar, subjetivamente, con la descripción del citado. Y la hallaron, por supuesto, en cuanto el avión despegó de nuevo en dirección a Gran Canaria.

En último término, ¿cuántos sucesos componen este caso? ¿Se trató de la observación de una luz única en tres momentos diferentes (al aterrizar el avión en Villa Cisneros, desde el aeropuerto por parte del personal de turno y al despegar de nuevo en dirección a Las Palmas) o de tres luces con diferente origen? El lector puede elegir su opción preferida.

En 1993 Manuel Borraz advirtió de la ausencia de información detallada y precisa sobre diversos aspectos del caso: la hora exacta de las diversas observaciones (ahora sabemos que la hora de la primera observación fue poco antes de las 20:29 horas); el rumbo exacto seguido por el avión durante la maniobra de aterrizaje y durante los primeros minutos de vuelo tras despegar de Villa Cisneros; estimaciones precisas de la dirección de avistamiento desde el avión y desde cada punto de observación de tierra, exceptuando los detalles facilitados por el Capitán Médico, que no pueden contrastarse; estimaciones de la elevación de la luz sobre el horizonte; información sobre la situación de los observadores desde tierra, etc.

Ateniéndonos a las declaraciones de los pilotos recogidas en el informe oficial desclasificado y las efectuadas a la prensa local (El Eco de Canarias) por Andrés Ciudad, podría tratarse de un caso más que ha ido engordando a través de sucesivas referencias sensacionalistas junto con el hecho de que el Ministerio del Aire de la época emitiera una nota oficial. Pero estos detalles son secundarios, y no refuerzan la extrañeza de unas luces observadas desde un avión de noche sobrevolando el desierto del Sahara Español, en una época de continuas apariciones misteriosas en los medios periodísticos, sin detección radar y sin observar nada más allá de unos focos luminosos en la lejanía.

 

Este artículo nos lo envía Ricardo Campo, Doctor en Filosofia en la Universidad de La Laguna y autor de libros como “Los OVNIs vaya timo“, Luces en los cielos. Todo lo que siempre quiso saber sobre los ovnis. En la actualidad mantiene el blog mihteriohdelasiensa.

Puedes encontrar más artículos de Ricardo en Naukas siguiendo este enlace.

Referencias:

“Supuesto objeto volador ‘no identificado’”. En: Diario de Las Palmas (Las Palmas de Gran Canaria), 16-3-1968, p. 16.

“Ni pánico ni desmayos”. Pedro González Sosa. En: El Eco de Canarias (Las Palmas de Gran Canaria), 17-3-1968, p. 24.

“Un extraño objeto luminoso siguió al ‘Fokker’ Villa Cisneros-Las Palmas”. Mario Jambrina. En: La Provincia (Las Palmas de Gran Canaria), 17-3-1968, p. portada y p. 32.

“El ‘objeto luminoso’, tema del día en Villa Cisneros”. Marino Jambrina. En: La Provincia (Las Palmas de Gran Canaria), 19-3-1968, p. 12.

Encuentro en “Montaña Roja”. Juan José Benítez. Plaza y Janés, Barcelona, 1981, pp. 93-99.

Materia reservada. Juan José Benítez. Editorial Planeta, Barcelona, 1993, pp. 140-152.

Expediente oficial del Ejército del Aire 1968/14 de marzo, desclasificado el 25 de septiembre de 1992.



Por Colaborador Invitado, publicado el 25 octubre, 2016
Categoría(s): Escepticismo