LOMCE, esa anacronía de confundir creencia con conocimiento

Por Colaborador Invitado, el 4 noviembre, 2016. Categoría(s): Actualidad • Escepticismo
Los terrenos antagónicos de la razón y la fe, de la ciencia y la creencia, son de muy difícil cohabitación
Los terrenos antagónicos de la razón y la fe, de la ciencia y la creencia, son de muy difícil cohabitación

Un sistema educativo serio no debería permitir que una asignatura de religión confesional -su nota académica- obtenga el mismo valor académico que las asignaturas troncales, un despropósito con el que el alumnado redime cursos y engorda la nota media (ciclo Bachiller/ESO).

 

Adoctrinar no es impartir conocimientos, es influir en la conciencia y la moralidad del alumnado. La fe religiosa es una actitud de compromiso hacia una determinada doctrina e inmersa en la parte más subjetiva de la persona -su espiritualidad-, un estado muy ajeno a la objetividad del conocimiento y la razón. Toda creencia religiosa está sujeta a la conciencia y la convicción personal, es por ello, que la fe y sus credos han de quedar fuera de los estándares académicos evaluables y computables, su ámbito pertenece a lo privativo, al familiar y eclesial. ¿Por qué la subjetividad de “creer” ha de ostentar el mismo mérito académico que la objetividad de las matemáticas?

Lo más anacrónico y radical de la LOMCE (8/2013, Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa) es que a la asignatura de doctrina católica se le conceda idéntico valor académico que las matemáticas. La Europa del s. XXI vuelve al Medievo: «La fe por encima de la razón». Un desmán donde el alumnado (ESO) se ve seducido a escoger esta asignatura “maría” con la cual amañar cursos y engordar la nota media.

Un sistema educativo, en el ámbito de la OCDE, no debiera tolerar alumnos “salvados” por la fe. Puestos a ensalzar la creencia, ¡¡Impartamos astrología!!

A ningún alumno se le obliga a que comulgue con las tesis de Marx, de Nietzsche o del físico teórico Stephen Hawking, pero éstos son postulados teóricos tangibles, objetivables y exentos de dogmas. Tales pensamientos se mueven en lo experimental y contrastable y, nos gusten o no, forman parte de un pensamiento teórico-filosófico a impartir. Cosa muy distinta son los credos y teologías que conllevan un adoctrinamiento cuyas nociones son intangibles e incontrastables. No recuerdo qué filosofo expresó algo así como: «Al final la teología no es más que una cascada de suposiciones apuntalada por dogmas». Unos juicios que revelan mucha anfibología, donde un mismo versículo (bíblico) obtiene interpretaciones distintas según los diferentes credos cristianos. La mariología teológica católica se contradice con la mariología teológica luterana-protestante. ¿Te imaginas una ciencia gobernada por el dogma y no sometida al método ni al libre examen?. Resulta paradójico pretender inculcar nociones de dogma en unas mentes adolescentes tan inquietas, ansiosas de curiosidad y abiertas a cuestionarlo todo.

Pretender homologar la creencia como conocimiento, es una disparatada concesión al radicalismo religioso.

Los terrenos antagónicos de la razón y la fe, de la ciencia y la creencia, son de muy difícil cohabitación. La ciencia avanza en el conocimiento gracias a estar continuamente sometida al libre examen y la experimentación. Las creencias religiosas y sus revelaciones sólo pueden ser asimiladas desde la fe y el dogma, campos exentos a la razón, pues no son conocimiento contrastable ni falsable, como sí lo es el álgebra, la química, la trigonometría. Los credos no entran al laboratorio, sus dogmas rehúyen el debate y las preguntas incomodas. Es por ello, que todo credo confesional ha de quedar excluido del estándar académico evaluable y computable, en el sistema educativo.

Tal privilegiada concesión gubernamental, para preeminencia hegemónica de un solo credo, viola la aconfesionalidad del Estado. Ya que en la actual LOMCE la asignatura de confesión católica queda blindada como oferta obligatoria para todos los centros de Primaria/ESO -en detrimento de otras religiones que se profesan en nuestro país- revelando una arrogante posición dominante. ¿Por qué la condición de credo ha de otorgar ventaja académica, engordando la nota media para resolver cursos y solventar becas?.

Los prelados católicos están más preocupados por la supremacía de su credo que por dignificar la fe. Las injerencias del lobby católico presionando al legislador a que legisle en favor de una determinada doctrina, además de un anacronismo medieval, responde al fanatismo y la avidez de poder.

Este artículo nos lo envía Josep Emili miembro activo de la Agrupación Astronómica de la Safor, Gandía (Valencia), divulgando astronomía teórica y observacional. Ha divulgado astronomía en la prensa escrita en las secciones de ciencia en diarios como, LEVANTE emv; LAS PROVINCIAS, L’AVUI (Barcelona), revista ESPACIO; y en la actualidad en la revista de la agrupación, HUYGENS. 



Por Colaborador Invitado, publicado el 4 noviembre, 2016
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