Lo que la medicina le debe a un humilde gusano

Por Colaborador Invitado, el 9 febrero, 2017. Categoría(s): Biología • Divulgación • Historia • Medicina

Si llevásemos a cabo una encuesta y preguntásemos a algunos viandantes el nombre de tres animales domésticos, a buen seguro que el gusano de seda no haría pódium. Sin embargo; este insecto nos proporciona un tejido único, ha tenido un impacto enorme en la historia de la humanidad (recordemos la ruta de la seda)  y además es el más doméstico de todos los animales ya que no hay poblaciones silvestres del mismo.

Gusano de seda (Bombix mori) By Lilly Mreal name Małgorzata Miłaszewska - Own work, CC BY-SA 3.0
Gusano de seda (Bombix mori) | Imagen Małgorzata Miłaszewska

Hablaremos de todo lo anterior en otro momento. Ahora me permitirán que llame su atención sobre una contribución única que estos gusanos hicieron a la ciencia médica:

Corría el año 1865 y en el sur de Francia, los criadores de gusanos de seda estaban completamente desesperados. Una enfermedad mataba a miles de orugas y la producción caía en picado.

Al mal le denominaban pebrina (de pebre, pimienta en francés) ya que las orugas se mostraban cubiertas de pequeñas manchas oscuras, como si las hubieran espolvoreado con pimienta negra molida. Los gusanos afectados dejaban de crecer, languidecían y acababan muriendo.

La industria de la seda era muy importante en la Francia meridional de entonces.

Gusano afectados de pebrina
Gusano afectados de pebrina

Algunas comarcas facturaban hasta 16 millones de francos al año gracias a la sericultura. Una auténtica fortuna. Todo esto se vino abajo con la llegada de la pebrina. La producción cayó más del 50% y la seda que llegaba a los telares era de peor calidad. Los productores se arruinaban, las quiebras se multiplicaron. Los más osados llegaron a viajar a Japón para traer huevos y larvas resistentes a la enfermedad, pero nada parecía funcionar.

En 1865, Jean Baptiste Dumas, oriundo de la región afectada y a la sazón ministro de comercio y agricultura del país, viendo la debacle que asolaba a la industria sedera, llamó a su amigo y antiguo discípulo Louis Pasteur para que el ya por entonces famoso químico intentase hallar la causa y la solución a la enfermedad de los gusanos de seda.

Pasteur se mostró reticente en un principio pero no podía fallarle a su antiguo maestro. No podía imaginar que dedicaría cinco años a investigar esta dolencia.

Las observaciones que llevó a cabo Pasteur -y su ayudante Gernez- con el microscopio les permitió concluir que las orugas enfermas presentaban unos globulillos minúsculos en su interior y que esos globulillos se multiplicaban de forma exponencial conforme la enfermedad avanzaba en su desarrollo.

Microscopio usado por Pasteur en sus investigaciones  sobre la pebrina junto a algunas crisálidas que utilizó en sus estudios
Microscopio usado por Pasteur en sus investigaciones sobre la pebrina junto a algunas crisálidas que utilizó en sus estudios

Algunas mariposas así como los huevos que éstas ponían también presentaban estas formaciones. De estos huevos contaminados nacían larvas que más tarde enfermaban y morían.

Comprobó además que las orugas sanas se infectaban al ingerir hojas de morera contaminadas con heces de larvas enfermas, confirmando así que la patología era transmisible.

Pasteur atribuyó la dolencia a esos globulillos y demostró que, si los sericultores seleccionaban para la siguiente primavera huevos examinados al microscopio y libres de globulillos, los gusanos que eclosionaban eran sanos y construían el capullo –la fuente de la seda- con normalidad. Los sericultores se añadieron a los microscopios a sus herramientas de trabajo y comenzaron a seleccionar huevecillos sanos y consiguieron así volver a criar gusanos saludables.

Pasteur ya había demostrado con anterioridad que algunos organismos microscópicos eran los responsables de algunos procesos biológicos como la fermentación del vino o la cerveza.

Pero descubrir que un germen era la causa de una enfermedad resultó un descubrimiento absolutamente trascendente que cambió la historia de la medicina para siempre.

Este hallazgo, que se denominó teoría microbiana de la enfermedad, fue muy contestado en un principio ya que a muchos les resultaba increíble que pequeños seres, invisibles al ojo desnudo, pudiesen matar no ya a unos gusanos sino que también a las personas (de hecho, ironías del destino, Pasteur perdería más tarde a dos hijas a causa enfermedades producidas por microorganismos: la mayor murió a causa de unas fiebres tifoideas y la segunda tras enfermar de tifus)

A pesar de las dudas de algunos; estudios posteriores de Pasteur, Koch y otros terminaron por demostrar de modo irrefutable esta nueva realidad y contribuyeron al desarrollo de vacunas así como a entender la importancia de la higiene en los quirófanos para evitar la transmisión de enfermedades.

Fue así como un pequeño animal doméstico y un hongo parásito (Nosema bombycis) -que hoy sabemos era la causa de la pebrina- cambiaron para siempre y para bien la historia de la medicina.

Este artículo nos lo envía Juan Pascual (podéis seguirlo en twitter @JuanPascual4 o linkedn). Me licencié en veterinaria hace unos cuantos años en Zaragoza y he desarrollado mi vida profesional en el mundo de la sanidad animal, de ahí mi interés en divulgar lo que los animales aportan a nuestro mundo actual. Soy un apasionado de la ciencia. Creo que es fundamental transmitir el conocimiento científico de una manera sencilla para que los jóvenes se enganchen pronto y para que la sociedad conozca más y mejor lo mucho que la ciencia aporta a nuestro bienestar. Viajar es otra de mis pasiones junto con la literatura, que no deja de ser otro modo de viajar.

Bibliografía:

  1. De Kruif, Paul. Cazadores de microbios. Salvat ediciones. 1986
  2. Pigorini, L. Baco da seta. Enciclopedia italiana. 1930
  3. Prescott-Allen, R. Genes from the Wild: Using Wild Genetic Resources for Food and Raw Materials. 2013
  4. Federico, G. An Economic History of the Silk Industry, 1830-1930. Cambridge University press. 2009
  5. Miles, L. Louis Pasteur. Leveled biographies. 2008
  6. Merriman, J. The stones of Balazuc. W. W Norton & company. 2002
  7. Jean Baptiste Dumas (1800-1884)


Por Colaborador Invitado, publicado el 9 febrero, 2017
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