Versión íntegra del artículo originariamente publicado el domingo 12 de febrero de 2017 en el Suplemento «El Zoco» de Diario Córdoba.
El sábado 11 de febrero, se celebró por segundo año el “Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia”. Declarada por la UNESCO en diciembre de 2015, esta iniciativa busca visualizar y promover en la sociedad el papel que las mujeres han tenido en el avance de la Ciencia, así como reconocer las contribuciones clave que el género femenino desempeña en la comunidad científica y tecnológica actual. Así, durante esta semana y la siguiente se están desarrollando multitud de actividades en todos los ámbitos, desde colegios a universidades, pasando por institutos de investigación y museos científicos, con la idea de apoyar a las mujeres científicas y promover el acceso de las mujeres y la niñas a la educación, la capacitación y la investigación en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, así como su participación en esas actividades, a todos los niveles.
Precisamente la Astronomía cuenta con una multitud de mujeres científicas que han ayudado al avance de nuestro conocimiento del Cosmos a través de la Historia. Desde la princesa mesopotámica Enheduanna (2300 a.C., la primera mujer astrónoma conocida) hasta las aclamadas astrofísicas Jocelyn Bell, Margaret Burbidge o Vera Rubin en la actualidad, pasando por personajes como Hipatia de Alejandría, Caroline Herschel, María Mitchell, Annie Cannon, Cecilia Payne o la española Assumpció Català, las mujeres astrónomas, muchas de ellas aún desconocidas, han luchado contra los tópicos de la sociedad imperante para poder no sólo dedicarse con pasión al mundo de los astros sino también arrancar secretos al Universo.
Poco a poco vamos conociendo más detalles de las vidas y obra de científicas. Recientemente se han publicado varios libros que recogen las biografías y los avances al conocimiento de científicas de distinta índole. El año pasado Daniel Roberto Altschuler y Fernando J. Ballesteros publicaron el libro “Las Mujeres de la Luna”, donde se recoge información de las 28 mujeres cuyo nombre se ha usado para bautizar algún cráter lunar. Irónicamente, de las 1586 personas honradas con un cráter en la Luna, sólo 28 son mujeres. El libro está bellamente ilustrado por Íñigo Saldaña.
Por otro lado, Adela Muñoz Páez, catedrática de química en la Universidad de Sevilla, acaba de publicar el libro “Sabias”. Este libro rescata no sólo la historia de algunas de las científicas más conocidas, como Marie Curie (que ganó dos premios Nobel) o Rosalind Franklin (sin la que descifrar la estructura del ADN hubiese llevado más tiempo), sino de muchas científicas que son prácticamente desconocidas. En el libro también se intenta explicar por qué las mujeres científicas han sido tan escasas hasta bien entrado el siglo XX, cuando finalmente pudieron ingresar en universidades y ejercer como investigadoras, además de historias de mujeres que fueron borradas de los anales de la ciencia o, simplemente, sus contribuciones arrebatadas.
También este año la aclamada escritora científica estadounidense Dava Sobel ha publicado “El Universo de cristal”, un exquisito libro en el que se narra la aventura de las “computadoras humanas” que, desde mitad del siglo XIX y por un siglo, trabajaban en el Observatorio de Harvard (EE.UU.) para interpretar las observaciones que los astrónomos realizaban a pie de telescopio por la noche. Con la introducción de las placas fotográficas como medio de observación astronómica, estas mujeres pasaban los días estudiando y midiendo con detalle “el universo de cristal” compuesto por el medio millón de placas fotográficas obtenidas durante décadas. Esto permitió un enorme avance en la Astrofísica: la introducción de la espectroscopía, la clasificación estelar, la composición de las estrellas y las distancias a las galaxias, entre multitud de descubrimientos. Por ejemplo, la famosa nebulosa Cabeza de Caballo fue descubierta por la escocesa Williamina Fleming, contratada originariamente como criada pero finalmente reconocida como la primera astrónoma del Observatorio de Harvard.
Artículo dedicado a mi científica favorita, mi hermana Laura María López-Sánchez, quien es doctora en Biología por la Universidad de Córdoba y actualmente trabaja en el Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBC).
Ángel López-Sánchez es astrónomo y comunicador científico en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie (MQ) con sede en Sydney, Australia. Es un reconocido experto en el estudio de cómo el gas se convierte en estrellas en galaxias cercanas y cómo esto afecta la evolución de las galaxias, particularmente el enriquecimiento químico. Dirige el programa «HI KOALA IFS Dwarf galaxy Survey» (Hi-KIDS), que utiliza el instrumento KOALA en el Telescopio Anglo-Australiano (AAT) de 3,9 m para diseccionar 100 galaxias enanas cercanas ricas en gas para comprender su historia y evolución. También brinda apoyo a los astrónomos visitantes del AAT. Es un miembro activo en grandes estudios de galaxias espectroscópicas y los próximos estudios de galaxias ópticas y de radio.
Tras recibir la licenciatura en Física Teórica en Granada en 2000 completó su Tesis Doctoral en Astrofísica en el prestigioso Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC, España) en diciembre de 2006. Se trasladó a Australia en 2007, cuando se incorporó al CSIRO «Astronomy and Space Science» para trabajar en el «Local Volumen HI Survey ”(LVHIS), que realizó observaciones radio-interferométricas de galaxias ricas en gas en el Australian Telescope Compact Array. En 2011 se unió al Australian Astronomical Observatory (AAO) y a la Universidad de Macquarie combinando soporte de instrumentación telescópica, investigación, conferencias y divulgación. En mayo de 2023 fue incorporado como investigador académico a tiempo completo en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie.
Es el actual presidente de la asociación de Investigadores Españoles en Australia-Pacífico (SRAP, Spanish Researchers in Australia-Pacific), entidad de la que es miembro fundador, y participa activamente en RAICEX (Red de Asociaciones de Investigadores Españoles en el Extranjero) dentro de la comisión de comunicación y en diplomacia científica. Es el vicepresidente de la Agrupación Astronómica de Córdoba (AAC), representante de la Red Andaluza de Astronomía (RAdA) y miembro de la Unión Astronómica Internacional (IAU), la Sociedad Española de Astronomía (SEA) y la Australian Astronomical Society (ASA).
Es miembro de la comisión ProAm (relaciones entre astrofísicos profesionales y astrónomos aficionados) de la SEA, de la que fue coordinador entre 2016 y 2020, y participa activamente en poner en contacto el mundo de la astrofísica profesional y de la astronomía aficionado. Es un apasionado astrónomo aficionado que utiliza su propio equipo para capturar la belleza del Cosmos.
Fue el primer astrofísico español en tener un blog de divulgación astronómica («El Lobo Rayado», en 2003) y es miembro fundador de la red Naukas, donde tiene el blog «Universo Rayado» desde 2015.