Trucos para cumplir 100 años

Por Mariajo Moreno, el 28 junio, 2017. Categoría(s): Divulgación • Genética • Medicina

En periodismo, a la hora de elegir las noticias que abren un informativo o que van en portada de un periódico suele atenderse a una razón principal (o eso nos enseñan durante la carrera): hay que dar prioridad a los acontecimientos que afectan a un mayor número de personas.

Seguramente, si la investigación científica fuese un medio de comunicación en primera plana aparecería el envejecimiento. Obviamente, existen otros muchos aspectos compartidos por todos los seres humanos pero la realidad es que el paso del tiempo es una de las grandes preocupaciones del hombre. Y no porque nos salgan arrugas o se nos caiga el pelo sino porque se trata de un proceso degenerativo asociado a otras muchas complicaciones.

A grandes rasgos, envejecer significa que el organismo deja de funcionar correctamente. Como si de un electrodoméstico se tratase, con el uso y el paso de los días sus componentes empiezan a fallar. En nuestro caso son las células las que alteran su comportamiento y de ahí que el organismo deje de responder correctamente. Si durante los primeros años son capaces de reparar por sí mismas y de manera rápida los daños que van apareciendo, al final se vuelven más lentas o, incluso, dejan de hacer su trabajo.

Como consecuencia de todo ello aparecen problemas como la disminución de las respuestas inmunitarias, la pérdida progresiva de los sentidos del gusto, la audición y la visión; la pérdida progresiva de la fuerza muscular y de la vitalidad; la pérdida de la agilidad y capacidad de reacción refleja; la aparición de trastornos cognitivos o el aumento de la tensión arterial, entre otros.

En definitiva, el envejecimiento no es algo que se pueda estudiar de manera asilada sino que los grupos que se dedican a ello (y son muchos en todo el mundo) están compuestos por profesionales multidisciplinares de ramas tan variadas como la medicina, la nutrición, la oftalmología, la psicología, la psiquiatría, la fisiología, la neurología e incluso las ciencias penales, criminalísticas o los servicios sociales.

Además, se conoce que la genética juega un papel muy importante en el modo en que nos hacemos mayores; pero, como no podía ser de otro modo, también factores externos como nuestro estilo de vida o el entorno en el que vivimos, están relacionados con el mismo. De hecho, es evidente que no todas las personas envejecen igual y mientras algunos llegan a los 90 años con una salud de hierro, otros a los 70 se mantienen a base de fármacos.

Hace apenas un año que se descubrió que la clave del envejecimiento saludable se encuentra en el ADN mitocondrial, es decir, el que heredamos de nuestras madres. Un estudio publicado en la revista Nature reveló que la variación de unos pocos genes de este ADN mitocondrial repercute en la calidad y el ritmo con el que los individuos envejecemos. Y eso que las mitocondrias solamente acogen a 37 de los más de 20.000 genes que tenemos, el resto se encuentra en el núcleo de las células.

A la izquierda, un ratón con el genoma mitocondrial acelerado y a la derecha otro de la misma edad con un envejecimiento más sano. / CNIC
A la izquierda, un ratón con el genoma mitocondrial acelerado y a la derecha otro de la misma edad con un envejecimiento más sano. / CNIC

Casi exactos

Como no podía ser de otro modo, cuando se trata de averiguar la influencia de la genética, los estudios científicos apoyados en gemelos son de lo más interesantes. A ese respecto, existe un trabajo que, aunque basado solamente en una serie de cuestiones y en la apariencia de los participantes (189 pares de gemelos idénticos), demostró que los factores externos son mucho más relevantes en el envejecimiento que el ADN.

Como ejemplos, se puede ver en las fotos que la gemela que vivía en Miami tenía la piel con más manchas y arrugas que la que vivía en Minnesota (debido a la mayor exposición solar) y la que fumaba parecía mucho mayor que la que no fumaba.

Gemela fumadora y no fumadora (la fumadora parecía de mayor edad)
Gemela fumadora y no fumadora (la fumadora parecía de mayor edad)
Gemelas con diferente exposición solar (la de las manchas es la que vivía en Miami)
Gemelas con diferente exposición solar (la de las manchas es la que vivía en Miami)

Lugar de residencia

Desde hace años, la isla japonesa de Okinawa es conocida por ser el hogar de la población más longeva del mundo, con 34 centenarios por cada 100.000 habitantes y un inusual número de personas por encima de los 105 años.

Quedándonos un poco más cerca, la isla de Cerdeña (Italia) presumen de ser uno de los lugares con más centenarios por cada mil habitantes. Algo parecido ocurre en Icaria (Grecia), una isla en la que sus ciudadanos viven diez años más de media que los del resto de Europa o Estados Unidos.

Todos estos lugares tienen en común que son muchos los científicos interesados por saber más acerca de sus habitantes, sus antecesores y sus modos de vida. Y es que, además de vivir tanto, la mayoría envejece de un modo saludable. En general, desarrollan menos Alzheimer, demencia o cáncer que en la media del resto del mundo.

Por el momento, no se conoce qué hace de estos pueblos un lugar diferente pero sí existen algunas coincidencias entre los estilos de vida de quienes allí residen. Se trata de personas que suelen tener una dieta equilibrada, en la que se consumen muchas frutas y verduras, poca carne y muy pocas harinas refinadas o azúcar; además, suelen ser dietas poco calóricas pero muy nutritivas.

Al mismo tiempo, el sedentarismo no es algo a lo que estén acostumbrados sino que en los lugares más longevos del planeta la gente es bastante activa. Algo a lo que contribuye el hecho de que sea habitual que se dediquen a las labores del campo. A pesar de ser gente muy ocupada, en cuanto a estrés se refiere, puede que ni siquiera sepan lo que significa.

Por otro lado, se trata de personas con unas rutinas muy marcadas, en las que cada día es similar al anterior. Y parece ser que bien sea por cuestiones religiosas (en Europa) como más filosóficas (en Japón), la práctica de la fe o la meditación tienen un efecto directo en su estado de ánimo y en la forma en que afronta la vida.

Calidad vs. Cantidad

A pesar de todo, aún no se conoce la fórmula de la eterna juventud, pero lo que sí se está logrando es aumentar considerablemente la esperanza de vida en los países desarrollados. En concreto, en España desde 1960 la esperanza de vida ha aumentado más de 14 años y seguimos sumando. De hecho, se encuentra entre los países más longevos del mundo.

Ahora bien, no crecen a la misma velocidad los datos referentes a calidad de vida y eso es lo realmente interesante. Porque si vivir muchos años está bien, mejor es hacerlo de una manera saludable.

Y a ese respecto hay mucho que podemos hacer porque se sabe que unos hábitos de vida saludables ayudan al correcto funcionamiento del organismo y permiten luchar contra las enfermedades cardiovasculares (primera causa de muerte en países desarrollados) y las enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer y el Parkinson, además de reducir el riesgo de sufrir otras muchas dolencias como la diabetes mellitus tipo 2 o algunos tipos de cáncer.

Los especialistas recomiendan:

  • No consumir tóxicos (alcohol u otras drogas drogas)
  • Descansar adecuadamente (entre 7 y 8 horas de sueño al día)
  • Realizar, al menos, 30 minutos al día de ejercicio cardiovascular (basta con caminar rápido)
  • Seguir una dieta variada y equilibrada
  • Tener una vida social activa
  • Mantener una actitud positiva ante la vida
  • No exponerse demasiado al sol

Así pues, si de hacerse viejo en buenas condiciones se trata, va a ser cuestión de ponerse manos a la obra.

Fuentes:

http://www.nature.com/nature/journal/v535/n7613/full/nature18618.html

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19337100



Por Mariajo Moreno, publicado el 28 junio, 2017
Categoría(s): Divulgación • Genética • Medicina