¿Llevamos años tomando mal los antibióticos?

Por Ignacio López-Goñi, el 28 julio, 2017. Categoría(s): Actualidad • Biología • Medicina

Una publicación en el British Medical Journal propone que la duración de los tratamientos debería ser menor

Durante años médicos, farmacéuticos, autoridades sanitarias y muchos de nosotros hemos dicho que una de las causas de que la resistencia a los antibióticos se extienda es que los pacientes dejan de tomarlos en cuanto se encuentran mejor y no acaban los tratamientos. Pero, ¿es eso cierto?, no completar el tratamiento, ¿de verdad genera resistencias? Lo que genera resistencias es el abuso de antibióticos.

“Toma exactamente los antibióticos que te han prescrito”

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El problema de la resistencia a los antibióticos ya es una amenaza global

La resistencia a los antibióticos afecta a todo el mundo, independientemente de que sean ricos o pobres, y es que los microbios no distinguen ni razas, ni economías. La resistencia a los antibióticos no tiene fronteras ni ecológicas, ni sectoriales, ni geográficas. Los datos cada vez son más preocupantes y demuestran la existencia de resistencia a los antibióticos, especialmente a los utilizados como “último recurso”, en todas las regiones del mundo. La resistencia está afectando a muchos agentes infecciosos distintos, responsables de infecciones comunes graves, como septicemias, diarreas, neumonías, infecciones urinarias, tuberculosis o gonorrea. Son auténticas superbacterias en las que coincide que son patógenos y además resistentes a los antibióticos. El tratamiento de estas enfermedades cada vez se vuelve más difícil debido a la pérdida de eficacia de los antibióticos.

Además, la resistencia a los antibióticos prolonga las estancias hospitalarias, hace que las enfermedades sean más largas, aumenta el riesgo de tener una infección invasiva, incrementa los costes médicos y aumenta la mortalidad. Muchas prácticas médicas actuales, como los trasplantes, la quimioterapia contra el cáncer o las cirugías mayores serían imposibles sin los antibióticos. Se calcula que en 2013 se produjeron 700.000 muertes atribuibles a la resistencia antibiótica en el mundo. Algunos han vaticinado que para el 2050 se esperan 10 millones de muertes atribuibles a la resistencia a los antibióticos, será la principal causa de muerte. No sabemos si ésta estimación será cierta, pero lo que parece más probable es que la resistencia a los antibióticos será la nueva pandemia del siglo XXI. Los antibióticos son un recurso finito y hay que usarlos de forma precisa.

Los antibióticos favorecen la proliferación de los patógenos oportunistas

La mayoría de las especies bacterianas que desarrollan resistencia a los antibióticos y suponen una amenaza son las que se denominan patógenos oportunista: bacterias que llevamos en nuestro interior, que son parte de nuestra microbiota y que cuando estamos sanos “mantenemos a raya”, pero cuando estamos enfermos o nuestras defensas están bajas, pueden aprovechar la oportunidad, proliferar y causarnos una infección. Cuando tomamos antibióticos puede disminuir nuestra microbiota normal y se puede favorecer el crecimiento de estos patógenos oportunista que suelen ser resistentes a los antibióticos. Por eso, abusar de los antibióticos favorece este tipo de infecciones.

Durante muchos años no nos ha preocupado el abuso de antibióticos

La resistencia a los antibióticos es un fenómeno natural, pero el uso indebido de estos fármacos en el ser humano y los animales está acelerando el proceso. Los antibióticos no solo se emplean en medicina, sino también en veterinaria e incluso en agricultura. En los últimos diez años el consumo de antibióticos ha aumentado un 36% a nivel mundial. En algunos países el aumento es todavía mayor, del 76%, en Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El uso de antibióticos en veterinaria comenzó ya en los años 50 y han empleado los mismos antibióticos que usamos para los humanos.

Se abusa de los antibióticos cuando se emplean por ejemplo en bajas dosis como suplemento alimenticio para estimular el crecimiento y el engorde de los animales, independientemente de que estén enfermos o no. Se emplean en alta dosis para prevenirles enfermedades respiratorias y gastrointestinales, principalmente. Cuando queremos tener animales sanos pero los mantenemos en condiciones de hacinamiento es prácticamente imprescindible el empleo de antibióticos para evitar infecciones.

Pero también se han utilizado como estimuladores del crecimiento y para evitar plagas en agricultura. Y también en acuicultura: China, por ejemplo produce más del 60% de los peces de piscifactoría del mundo y el consumo de antibióticos en ese país es masivo. En 2010 China destinó 15.000 toneladas de antibióticos para su uso en ganadería y acuicultura. Se calcula que cerca del 80% de la producción mundial de antibióticos se destina a usos agrícola y ganadero.

Pero la culpa no solo es del uso masivo de antibióticos en los animales. Además, el uso inapropiado en medicina también es la causa de la extensión de estas resistencias. Nosotros mismos empleamos mal los antibióticos cuando los usamos para tratar una infección viral (recuerda, los antibióticos NO matan los virus, son solo para infecciones bacterianas), cuando las dosis recomendadas o la duración del tratamiento no son las adecuadas, cuando dejamos de tomar la medicación antes de tiempo, o cuando tomamos antibióticos viejos y caducados que guardamos en casa. Muchos fármacos pierden su potencia con el paso del tiempo. Por eso, si tomamos un antibiótico caducado puede que su actividad sea menor y que estemos tomando menos dosis de la necesaria y eso promueve que las bacterias se hagan resistentes.

Pero durante mucho tiempo no nos ha preocupado el abuso de los antibióticos, incluso se han recomendado dosis y duración de los tratamientos sin tener una evidencia clínica clara. Y esto es lo que viene a denunciar el paper del BMJ: en algunos casos se ha demostrado que reducir el tiempo de tratamiento con antibióticos era igual de efectivo que los tratamientos más largos para controlar la infección. En muchos casos no se ha determinado cuál es la duración mínima para que el tratamiento sea efectivo y alargar innecesariamente los tratamiento supone un abuso y puede favorecer la aparición de resistencias. Por ejemplo, para el tratamiento de una pielonefritis (infección urinaria alta) el tratamiento clásico son 10-14 días con beta-lactámicos, pero hay ensayos que demuestran que un tratamiento más corto con quinolonas es igual de efectivo (siete días con ciprofloxacina y cinco con levofloxacina). Simplemente no hay datos clínicos de qué pasa con tratamientos con beta-lactámicos más cortos.

BMJ duración antibioticos

The antibiotic course has had its day. Llewelyn, M. J., y col. BMJ 2017;358:j3418 doi: 10.1136/bmj.j3418

 

La administración de antibióticos debería ser un “traje a medida” para cada paciente

Se ignora además de que los pacientes pueden responder de forma diferente al mismo antibiótico. Se debería hacer un diagnóstico preciso de la enfermedad, asegurarse que se trata de una infección bacteriana, conocer la sensibilidad a los antibióticos de la bacteria y prescribir el tipo de antibiótico, la dosis y duración adecuadas para cada caso, además de hacer un seguimiento posterior del paciente para saber cómo responde al tratamiento. La administración de antibióticos debería ser un “traje a medida” para cada paciente. Esto ya se empieza a hacer en los hospitales, cuando el paciente está ingresado, pero el 85% de los antibióticos se prescriben en atención primaria de forma preventiva, sin seguir estas pautas y se prescriben demasiados antibióticos.

Según el BMJ, hay algunas evidencias de que interrumpir el tratamiento de antibióticos antes de lo prescrito es seguro y una forma, además, de reducir el abuso de antibióticos. Un reciente ensayo clínico demostró que emplear la desaparición de la fiebre como un dato en una neumonía redujo a la mitad la duración media de los tratamientos sin afectar al éxito clínico. El paper del BMJ lo que reclama es que son necesarios más estudios para comprobar si esto es cierto para otras infecciones y tratamientos. Sugiere que en los mensajes educativos sobre los antibióticos se debería recalcar el hecho de que la resistencia a los antibióticos es debido principalmente al abuso de los antibióticos, y que no se previene por completar los tratamientos hasta el final. La gente debe saber que los antibióticos son un recurso natural precioso y finito que debemos conservar.

El paper del BMJ acaba con cuatro mensajes claves:

  1. Los pacientes se enfrentan a un riesgo innecesario de resistencia a los antibióticos cuando los tratamientos son más largos de lo necesario, no cuando los interrumpen antes.
  1. Para las infecciones bacterianas más frecuentes no hay evidencia de que interrumpir el tratamiento antibiótico antes aumente el riego de infección resistente en el paciente.
  1. Los antibióticos son un recurso natural precioso y finito que se debería conservar mediante un tratamiento (duración) a medida para cada paciente individual.
  1. Se necesitan más ensayos clínicos para determinar la estrategia más efectiva para optimizar la duración de los tratamientos con antibióticos.

Por cierto, recuerda que el BMJ es una revista especializada para médicos e investigadores.

Para el público general siguen siendo validos estos diez consejos para evitar la pandemia del siglo XXI:

  1. No te automediques. Los antibióticos siempre deben obtenerse con receta, tras una consulta médica, no por decisión propia.
  1. Sigue las instrucciones del médico: respeta y cumple las pautas que te haya indicado, dosis, horario y duración del tratamiento.
  1. Toma exactamente los antibióticos que te ha prescrito el médico. Los síntomas pueden desaparecer pronto, pero eso no quiere decir que la infección esté curada. Dejar de tomarlos antes de tiempo cuando comenzamos a sentirnos mejor puede hacer que la infección reaparezca.
  1. No presiones a tu médico para que te recete antibióticos, ni a tu farmacéutico para que te los venda sin receta.
  1. No reutilices restos de antibióticos. No guardes antibióticos viejos en el botiquín de casa y no los reutilices: pueden estar caducados o punto de caducar y su efectividad disminuye con el tiempo.
  1. No uses antibióticos que hayan recetado a otra persona. Los tratamientos son personalizados. Recuerda que cada antibiótico es efectivo para unas bacterias concretas, o sea que no cualquier antibióticos sirve para cualquier infección.
  1. Ten tu calendario vacunal al día, así disminuyes la probabilidad de padecer una enfermedad infecciosa y de tener que usar antibióticos.
  1. No compres antibióticos ni otros medicamentos por internet, pueden ser falsos, inefectivos e incluso tóxicos.
  1. No uses antibióticos contra una infección viral. Los antibióticos no son efectivos contra los virus, y tomarlos cuando tienes gripe o catarro, por ejemplo, solo contribuye a crear resistencias.
  1. Usa los antibióticos con responsabilidad, su eficacia depende de todos. Los antibióticos son un recurso natural precioso y finito que hay que preservar. También está en tu mano conseguir que los antibióticos sigan siendo eficaces para las generaciones futuras.

(1) The antibiotic course has had its day. Llewelyn, M. J., y col. BMJ 2017;358:j3418 doi: 10.1136/bmj.j3418 (Published 2017 July 26)



Por Ignacio López-Goñi, publicado el 28 julio, 2017
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