Un matemático es un aditamento que transforma café en teoremas.
Un matemático y un corredor de bolsa de Wall Street fueron al hipódromo. El corredor propuso apostar 10 mil dólares a un caballo; el matemático estaba escéptico porque primero, dijo, quería entender las reglas del juego, ver los caballos, etcétera. Su amigo le dijo que conocía un algoritmo secreto para apostar sin tener que saber nada de eso, pero no podía convencer al matemático.
“Eres demasiado teórico”, le dijo al fin, y apostó su dinero a un caballo que, como había predicho, ganó la carrera. Triunfante, le dijo, “¡Ves, te dije que sabía el secreto!”
“¿Cuál es tu secreto?” preguntó el matemático.
“Es muy sencillo: tengo dos niños, uno de tres años y otro de cinco. Sumé las edades y aposté al caballo con el número nueve.”
“¡Pero tres más cinco da ocho!” protestó el matemático.
“Ah, te digo que eres demasiado teórico. ¿No te acabo de demostrar de forma experimental mi cálculo? ¡El 9 ganó, no el 8!”
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Un ingeniero, un físico y un matemático se están quedando en un hotel. En mitad de la noche, el ingeniero se despierta con el olor de humo entrando a su cuarto. Saliendo, ve fuego en el pasillo, así que va a su cuarto, llena un cesto de basura con agua, regresa y apaga el fuego. Tras esto, regresa a su cama.
Más tarde, el físico se despierta, de nuevo debido al olor a humo. Sale y vuelve a ver fuego, de modo que va al final del pasillo, saca la manguera contra incendios, calcula la velocidad de las llamas, la presión del agua y su trayectoria, y procede a extinguir el fuego usando un mínimo de agua y de esfuerzo.
Más tarde aún, el matemático se despierta, otra vez oliendo humo. Sale al pasillo, ve a un lado las llamas, y cerca de ellas la manguera contra incendios. Se queda pensando un momento, exclama, “¡Qué bien, existe una solución!” y regresa a su cama.
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Un biólogo, un físico y un matemático están tomando un café, viendo la calle a través de la ventana. Del otro lado de la calle, ven a un hombre y a una mujer entrar a una casa; diez minutos después, aparecen de nuevo pero con una tercera persona acompañándolos.
“Se han multiplicado”, dice el biólogo.
“No, es probable que haya sido un error en la medición”, apunta el físico.
El matemático concluye, “Si exactamente una persona entra a esa casa en este momento, estará vacía de nuevo”.
Un matemático es un ciego en un cuarto sin luz, buscando a un gato negro que no está ahí.
Nací en México y vivo en China desde el 2000, donde estudié idioma e historia, y luego fui investigador visitante en el Centro Internacional Wan Lin Jiang de Economía y Finanzas, así como profesor de economía e historia para extranjeros en la Universidad de Zhejiang. Actualmente dirijo el Mexico-China Center y doy conferencias acerca de ciencia y cooperación tecnológica internacional.