Neurocosas capítulo 16: la enfermedad de Parkinson

Por Pablo Barrecheguren, el 9 noviembre, 2017. Categoría(s): Neurociencia • Vídeos

Esta enfermedad fue descubierta por un médico londinense llamado James Parkinson quien publicó en 1817, ¡este año hace el 200 aniversario! «Essay on the Shaking Palsy» (Ensayo sobre la parálisis agitante), donde describe la mayoría de los síntomas clásicos motores presentes en la enfermedad de Parkinson. Enfermedad que es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común, después del alzhéimer, con una prevalencia que aumenta según envejece la población y se estima que afecta al 1-2% de la población mayor de 65 años.

Cuando hablamos de la enfermedad de Parkinson enseguida nos vienen a la mente los temblores, pero no todo el mundo que tiene esta enfermedad los tiene ya que uno de cada cuatro pacientes no desarrolla temblores, y además los problemas motores van mucho más allá: rigidez muscular, calambres, dificultad para iniciar o terminar un movimiento. Y además, esta enfermedad es más que un trastorno motor y también existen síntomas no motores como desórdenes en el sueño, y se ha visto que algunos de los pacientes, tras varios años con la enfermedad de Parkinson, desarrollan demencia, por ejemplo uno de cada tres pacientes con Parkinson posteriormente desarrollan alzhéimer, o psicosis.

¿Cuál es el problema neurobiológico que genera todo esto? Pues la causa principal de la enfermedad es la degeneración de las neuronas dopaminérgicas en la substantia nigra, que es una parte importante en la regulación de la actividad motora. Cuando se deterioran estas neuronas, empieza a haber problemas porque baja su producción de dopamina, así que un modo de ayudar a estos pacientes es dándoles dopamina, que es el tratamiento principal: se les da levodopa, que es una molécula capaz de llegar al cerebro y allí se transforma en dopamina y los síntomas remiten. Desgraciadamente, con el paso del tiempo el efecto terapéutico de la levodopa disminuye e incluso es objeto de debate si la administración continuada de levodopa durante años puede también generar problemas en los pacientes. Por ello, también se usan otros fármacos o la estimulación cerebral profunda para combatir los síntomas.

Pero todos estos tratamientos son paliativos, no curan: lo que hacemos con ellos es como tener una piscina llena de dopamina, la piscina tiene un agujero y nosotros, como no sabemos cómo tapar el agujero, pues lo que hacemos es constantemente echar nueva dopamina. Pero cada vez el agujero es más grande porque las neuronas van estando peor y llega un momento en el cual perdemos más dopamina que la que somos capaces de darle al paciente, entonces vuelven los síntomas. Y desgraciadamente vuelven ya para quedarse.

A día de hoy la enfermedad es incurable, pero ahora podemos controlar los síntomas durante gran parte de los 15 años de media que viven los pacientes, y eso es algo que cuando se descubrió la enfermedad no se podía, vamos mejorando. Y si como sociedad continuamos apoyando políticas científicas no hay ningún motivo para no ser optimistas y creer que en un futuro, vamos a curar esta enfermedad igual que ya hemos hecho con muchas otras.

 

Sobre Neurocosas:

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