Perros y gatos: Sus tumores curan los nuestros

Por Colaborador Invitado, el 12 enero, 2018. Categoría(s): Biología • Medicina

La pareja recibe la noticia con desolación. Su veterinario acaba de confirmarles lo que ya sospechaban, pero se negaban a admitir: su perrita, una preciosa bóxer, la alegría de la casa, tiene un cáncer de mama muy agresivo. Según el facultativo, le quedan entre 3 y 6 meses.

Es frecuente que las personas que conviven con perros y gatos se tengan que enfrentar a la dura realidad de que estos animales pueden, al igual que nosotros, desarrollar tumores, tanto benignos como malignos. Tan sólo en los EE.UU, a 6 millones de animales se les diagnostica este tipo de dolencia anualmente. Y, en muchas ocasiones los canes sufren tumoraciones idénticas, o muy parecidas a las que podemos padecer los humanos: sarcomas, cáncer de huesos, de estómago, de mama, linfoma o melanoma. El cáncer es la primera causa de mortalidad canina una vez rebasan los diez años de edad.

Linfoma en un perro. Fuente Wikipedia Commons
Linfoma en un perro. Fuente Wikipedia Commons

Si tenemos en cuenta que además de sufrir tipos de cáncer parecidos a los nuestros, los perros y nosotros tenemos un código genético bastante similar (compartimos un 85% de material genético), resulta lógico llegar a la conclusión de que el estudio oncológico en las mascotas puede arrojar luz sobre el cáncer en las personas.

Esto es muy importante porque en general, para estudiar el desarrollo de esta enfermedad, se han utilizado ratones de laboratorio. Sin embargo; la distancia genética entre estos roedores y nosotros es mayor que la que tenemos con los cánidos (aunque compartimos con los roedores un ancestro más próximo que con los perros, la rápida evolución de los primeros hace que nos situemos más lejos de ellos en el árbol evolutivo, y sólo tengamos un 67% de material genético en común), por ello el estudio del cáncer en los perros se acerca mucho más a nuestra realidad. Algunos tipos de tumores como los de huesos, vejiga o linfoma que aparecen de manera espontánea en los canes resultan ser microscópica y molecularmente idénticos a los nuestros, con lo que las medicaciones empleadas para atajarlos en las mascotas tienen una alta probabilidad de ser eficaces en las personas.

Además, perros y gatos viven en el mismo ambiente que nosotros por lo que compartimos factores de riesgo comunes, mientras que los ratones de laboratorio se crían en espacios estériles y presentan un sistema inmune menos desarrollado que el nuestro.

Tampoco debemos olvidar que la vida de un perro es mucho más larga que la de un ratón y, por lo tanto, resulta ser un modelo mucho mejor para compararlo con nuestra propia existencia y nuestros tumores. Por otra parte, los perros envejecen mucho más rápidamente que las personas por lo que sus tumoraciones avanzan mucho más aceleradamente y permiten comparar de manera anticipada el desarrollo de esos mismos tipos de cáncer en los humanos.

Tanto es así que en el año 2003 el Centro Nacional para la Investigación del Cáncer de los EE.UU. creó el Programa de Oncología Comparada con el fin de usar perros y gatos que sufriesen cáncer como modelos para experimentar fármacos nuevos y ver sus resultados tanto en estos animales como potencialmente en pacientes humanos. En estos programas participan tanto veterinarios como médicos.

Cuando un veterinario diagnostica según qué tipo de cáncer en un can, se les ofrece a sus dueños la posibilidad de participar en el programa, bien a coste cero o con un descuento importante. En algunas ocasiones el animal debe ser internado, pero en muchos casos puede seguir en su hogar y acudir con cierta frecuencia al hospital para hacer el seguimiento de su estado y evolución.

Y los resultados están ahí: estos estudios han permitido la aprobación de medicinas más eficaces tanto para nuestras mascotas como para nosotros, de modo que contamos con nuevas soluciones para esta terrible enfermedad.

Con esta iniciativa se estudia la evolución natural de la tumoración, se reduce el uso de animales de laboratorio, se avanza en la cura para perros y personas. Todo son ventajas.

Otro ejemplo de la contribución de los perros a la cura del cáncer la encontramos en la posibilidad de utilizar el trasplante de médula ósea en casos de linfomas. Los perros presentan muchas razas diferentes. Aunque tengan un genoma similar, el fenotipo (la apariencia) varía mucho: no tiene nada que ver el aspecto físico de un bulldog con el de un galgo afgano, por poner sólo un ejemplo.

A pesar de pertenecer a la misma especie, el fenotipo es marcadamente diferente entre distintas razas de perros. Fuente: Commons Wikipedia
A pesar de pertenecer a la misma especie, el fenotipo es marcadamente diferente entre distintas razas de perros. Fuente: Commons Wikipedia

También los humanos compartimos una carga genética casi idéntica sin embargo nuestro aspecto exterior es de lo más variado.

Guiados por esta intuición, a finales de los 60, los doctores Rainer Stobb y Donnall Thomas, reunieron cientos de perros, cuyos dueños les inscribieron voluntariamente, para participar en pruebas que suponían realizar trasplantes de médula ósea con el fin de curar una neoplasia en otros congéneres. La idea era matar las células cancerígenas en la médula de los animales enfermos y trasplantarles médula de canes sanos.  Los doctores obtenían la médula ósea de los animales, sometían a radiación a los perros enfermos para disminuir su sistema inmune, de modo que aumentaban las posibilidades de que el trasplante no fuese rechazado. Su intuición se probó cierta ya que demostraron que los trasplantes podían ser exitosos entre animales que no tuviesen ningún grado de parentesco. A principios de los 70 realizaron el primer trasplante de médula entre humanos con éxito. Por estos estudios el doctor Thomas recibió el premio Nobel de medicina en 1990.

El doctor Donnall Thomas, cuyos experimentos tratando perros abrieron la puerta para el trasplante de médula entre personas. Recibió el Nobel de medicina en 1990.
El doctor Donnall Thomas, cuyos experimentos tratando perros abrieron la puerta para el trasplante de médula entre personas. Recibió el Nobel de medicina en 1990.

La prestigiosa revista médica The Lancet publicó en 1989 un artículo que conmocionó a los oncólogos de todo el mundo. Por primera vez, se daba cuenta de cómo un perro había detectado un cáncer –concretamente un melanoma- que se estaba desarrollando en la pierna de su dueña.

: Melanoma en una persona. Primer tipo de cáncer “diagnosticado” por un perro. Fuente: Commons Wikipedia
Melanoma en una persona. Primer tipo de cáncer “diagnosticado” por un perro. Fuente: Commons Wikipedia

El animal husmeaba el lunar de manera frenética y, en una ocasión en la que la mujer se puso unos pantalones cortos, el perro incluso trató de eliminarlo de un mordisco. Tal era la obsesión del animal que la señora optó por ir al dermatólogo donde se le diagnosticó el cáncer de piel más mortal que se conoce. Afortunadamente, al diagnosticarse en una fase tan temprana, pudo extirparse sin problemas y la mujer salvó la vida…gracias a su perro.

No es ni mucho menos el único caso. Los perros pueden oler ciertos tipos de cánceres y si se les entrena para ello pueden detectar la muestra de sangre u orina de la persona enferma entre otras muchas de personas sanas. Esto puede tener mucho valor para desarrollar técnicas de diagnóstico precoz que podrían salvar muchas vidas.

En el año 2005 se descifró el genoma del perro. Algunas neoplasias están asociadas a alteraciones genéticas. Hallarlas en los genes caninos nos da pistas de qué genes pueden estar involucrados en el desarrollo de algunos tipos de cáncer en las personas. Particularmente para el caso del linfoma parece ser una aproximación muy prometedora.

Los perros son también un elemento clave en la aceleración de la recuperación de pacientes que padecen casos graves de cáncer. En estas circunstancias, no es infrecuente que el enfermo deba someterse a tratamientos agresivos cuyos efectos secundarios pueden ser más molestos que la propia enfermedad. Algunos hospitales en los EE.UU. cuentan con perros terapeutas que visitan a los ingresados después de cada sesión de terapia. El hecho de contar con estas visitas hace que los enfermos afronten el tratamiento con mayor energía y buen humor a pesar de lo dura que puedan resultar la quimio o radioterapia y tengan una recuperación más rápida.

También los gatos son un modelo que usan los oncólogos para tratar de entender y tratar los casos de cáncer en sus pacientes. Concretamente los gatos son un modelo muy importante para el cáncer de mama que presenta muchas similitudes en ambas especies. Además, los gatos son una referencia sobre la evolución y tratamiento de otras dolencias que compartimos con ellos como la diabetes, cardiomiopatías o lupus, sin olvidar que el virus de la inmunodeficiencia felina es una guía para estudiar el virus del SIDA humano.

Queda por tanto claro que, compartir patologías puede servir para que distintas especies colaboremos, aprendamos de las dolencias que tenemos en común de tal suerte que se acelere el diagnóstico y tratamiento de las mismas. En ello están los especialistas hoy.

 

Este artículo nos lo envía Juan Pascual (podéis seguirlo en twitter @JuanPascual4 o linkedn). Me licencié en veterinaria hace unos cuantos años en Zaragoza y he desarrollado mi vida profesional en el mundo de la sanidad animal, de ahí mi interés en divulgar lo que los animales aportan a nuestro mundo actual. Soy un apasionado de la ciencia. Creo que es fundamental transmitir el conocimiento científico de una manera sencilla para que los jóvenes se enganchen pronto y para que la sociedad conozca más y mejor lo mucho que la ciencia aporta a nuestro bienestar. Viajar es otra de mis pasiones junto con la literatura, que no deja de ser otro modo de viajar.

Puedes leer todos sus artículos en Naukas en este enlace.

Bibliografía:

 

 

 



Por Colaborador Invitado, publicado el 12 enero, 2018
Categoría(s): Biología • Medicina