Matemáticos en guerra

Por Irreductible, el 18 julio, 2010. Categoría(s): Curiosidades • Historia
Igor Tamm

La guerra pone a los hombres en situaciones límite. Dejan de ser lo que algún día fueron para convertirse en soldados, en uniformes anónimos de un ejército o en un número frío estadístico de bajas. Si además hablamos de una guerra civil, las consecuencias son siempre más amargas.

Durante la guerra civil rusa (1917-1923) el enfrentamiento fratricida se personificaba en la lucha de bolcheviques contra zaristas. El ejército rojo contra el blanco… colores, bandos, absurdas convicciones políticas por las que mataron y murieron millones de rusos. Sólo la cuenta de bajas civiles ascendió a los 13 millones.

Igor Tamm

Y Odesa, la perla del Mar Negro, la gran ciudad comercial de Ucrania fue una de las que más sufrió en los últimos años de la guerra.

La ocupación de la ciudad por el Ejército Rojo y las constantes fechorías por parte de los dos bandos dieron lugar a innumerables crímenes de guerra, ajustes de cuentas y ejecuciones.

En este trágico panorama situamos hoy a Igor Tamm. Un matemático y físico ruso que ante el hambre de su familia se vio en la necesidad de abandonar la ciudad para conseguir comida a cambio de unas cucharas de plata.

Y en esas estaba, negociando con un campesino la cantidad de huevos que merecía por aquellas cucharas cuando, de repente, se presentó una de las bandas de guerrilleros que recorrían el país hostigando a los rojos.

Aunque Igor Tamm estaba pelado de dinero y a esas alturas de la guerra ya vestía casi como un vagabundo, los insurgentes repararon en sus ropas de ciudad, lo cogieron y lo llevaron frente a su lider, un tipo gordo y con una larga barba que portaba un gorro de piel y llevaba el pecho lleno de cintas de cartuchos y granadas.

El jefe se acercó a Igor y, tras echarle una breve ojeada, le gritó:

«¡Tú eres un hijo de puta, un agitador comunista que está socavando nuestra madre Ucrania! El castigo es la muerte.»

«No», respondió Tamm. «Yo soy profesor en la Universidad de Odesa y he venido aquí sólo para conseguir algo de comida.»

«¡Mentira!», replicó el líder. «¿De qué eres profesor?»

«Enseño matemáticas.»

«¿Matemáticas?», dijo el barbudo guerrillero. «¡Muy bien! Entonces hazme una estimación del error que se comete al truncar una serie de Maclaurin en el n-ésimo término. ¡Hazlo y quedarás libre. Falla, y te pegaremos un tiro!»

El joven profesor se quedó paralizado… apenas podía crédito a lo que aquel tosco guerrillero le estaba pidiendo: Un problema perteneciente a una rama muy avanzada de las matemáticas… Cuando consiguió reaccionar, con la mano temblando y con una pistola apuntándole en la cabeza, Tamm calculó lo que le pedían y le dió la respuesta a aquel hombre.

«¡Correcto!», dijo el lider. «Ahora veo que eres realmente un profesor. ¡ Vete a casa!»

Igor Tamm consiguió el Premio Nobel de Física en 1958 por sus estudios junto a Cherenkov sobre  física nuclear y el estudio de los rayos cósmicos.

Jamás consiguió saber quién era aquel hombre con quien se encontró durante la ocupación de Odesa. Seguramente ya nadie lo sepa. Quizá murió en la guerra, o más adelante o quizá terminara sus días dando clases de matemáticas avanzadas en alguna Universidad de Ucrania…

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Fuentes y más información: El encuentro de estos dos matemáticos en la guerra la cuenta otro gran físico ruso, George Gamow, nacido allí mismo, en Odesa en 1904, y la leí durante mis pasadas vacaciones en el libro de Walter Gratzer «Eurekas y euforias» | ISBN: 9788484325581.



Por Irreductible, publicado el 18 julio, 2010
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