Ríos de droga, torrentes de imprecisión

Por Carlos Chordá, el 10 agosto, 2010. Categoría(s): Ecología
Imagen: Vladimir Kush
Imagen: Vladimir Kush

Si no resultara un poco reiterativo, se podría decir que sobre los ríos que llevan droga se han escrito ríos de tinta. Como explican en Nature, en los últimos años se han publicado decenas de artículos en los que se destaca la aparición de todo tipo de sustancias en las aguas fluviales más diversas. «Desde opiáceos a hormonas», escriben, hasta «medicamentos para dolencias cardíacas», la lista de sustancias encontrada en los ríos era interminable.

En España, por ejemplo, algunos medios se hicieron eco de un estudio del CSIC que daba pie a espectaculares titulares como éste, publicado por ABC a finales de octubre del año pasado: («El río Ebro arrastra una tonelada de droga, según una investigación del CSIC«). Las conclusiones del estudio eran muy preocupantes:

«Los investigadores del CSIC han radiografiado las aguas del Ebro en 2007 y en 2008 a lo largo de 15 puntos localizados entre siete poblaciones para confirmar que España lidera el consumo de cocaína en Europa. En un solo año, la cantidad de droga aumentó respecto al año anterior.»

A partir de los resultados obtenidos, no solo no se callaban el pecado, sino que señalaban a los pecadores:

«Zaragoza es la ciudad donde más cocaína y heroína se consume, mientras que Tudela está a la cabeza en ingesta de éxtasis y anfetaminas.»

Y extrapolando, extrapolando, llegaban a conclusiones pelín atrevidas:

«Los niveles de droga encontrados en las aguas del Ebro indican que se consumen 31 dosis de cocaína por día por cada 1.000 habitantes. Sin embargo, la ingesta cae a nueve y cinco dosis en las mismas proporciones para anfetaminas y cannabis respectivamente.»

Pues bien, parece que la cosa no es para tanto. El artículo de Nature al que aludía más arriba, de título revelador («Sewer studies based on leaky science«) hace referencia a un estudio de la Universidad de Queensland en el que, tras analizar 87 artículos científicos referidos a la presencia de drogas ilegales, medicamentos y cosméticos en las aguas residuales concluyen que, en prácticamente todos los casos hubo errores en la recogida de las muestras.

Pero, ¿cuál era el método habitual de recogida? «Meter una botella en el flujo de aguas residuales llenándola en menos de un segundo», como señala Christoph Ort, director del estudio. Y continúa: «Menos del 5 % de todos los trabajos analizados siguieron las directrices internaciones para la toma de muestras, y no se tenía en cuenta el tipo de agua residual, las sustancias a analizar ni su origen durante la recogida, lo que propicia desde afirmaciones exageradas…» (que son las que llegan a la prensa, añadiría yo)

«…hasta a la no detección de algunas sustancias realmente presentes. Este tipo de estudios requieren, además de sofisticados métodos de análisis, métodos de muestreo adecuados».

En fin, un triste ejemplo de mala práctica científica («creo que es ignorancia; no estoy acusando a nadie de hacerlo mal a propósito», dice Ort) corregida por científicos. Sería una buena idea repetir el control de estupefacientes al Ebro y limpiar su honor… y el de sus ribereños.

Enlaces: Sewer studies based on leaky science (Nature), El río arrastra una tonelada de droga, según una investigación del CSIC (ABC)



Por Carlos Chordá, publicado el 10 agosto, 2010
Categoría(s): Ecología