¿Hay una manera más fácil de meterse en la cabeza de un niño que saber hacia dónde mira? Un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva York lleva algún tiempo utilizando aparatos adaptados de eye-tracking (seguimiento de ojos) en bebés de 5 a 14 meses de edad y está llegando a algunas conclusiones interesantes. Curiosamente, como resumen en The New York Times, los pequeños necesitan prestar menos atención y comprenden lo que ven a su alrededor mejor de lo que pensábamos hasta ahora.
Hasta el momento los investigadores han realizado las pruebas a más de 70 niños a los que observaban, en grupos de seis, mientras interactuaban con sus madres en una habitación llena de juguetes y obstáculos. El aparato, adaptado especialmente para no molestar a los bebés, monitorizaba cada movimiento de los ojos durante la prueba y permitía comprender en qué forma se relacionaban con el entorno.
Los resultados del estudio muestran, por ejemplo, que en una buena parte de sus encuentros con los obstáculos los bebés pueden sortearlos sin necesidad de fijar la mirada en ellos. Los adultos, explican los investigadores, nos fijamos en los obstáculos que tenemos en frente durante un tercio del tiempo, mientras que los bebés lo hacen durante un 60 por ciento del tiempo. Pero aún así son capaces de pasar junto a ellos sin tener que dedicar atención exclusiva.
Otra de las sorpresas del estudio es el tiempo que pasan mirando a sus madres. Curiosamente, este tiempo supone sólo un 16% del total, lo que resulta sorprendente teniendo en cuenta la importancia que se ha dado en anteriores estudios a la influencia del rostro de la madre en las reacciones de los pequeños.
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Aunque este tipo de pruebas con bebés no son novedosas (se realizan desde hace años en distintas universidades), los avances técnicos están facilitando su uso y permiten conocer mejor cómo fijamos la atención o somos capaces de predecir movimientos desde las edades más tempranas. Con algunos de estos instrumentos, los psicólogos esperan también poder diagnosticar precozmente el autismo o los retrasos en el desarrollo del lenguaje.
Hace algunos años, por ejemplo, un equipo del Instituto MIND descubrió que los bebés que miran a la boca de sus madres con más frecuencia tienen mayores habilidades lingüisticas cuando empiezan a hablar, y que los niños autistas miran mucho menos al rostro de sus profesores que el resto de niños. Así pues, si seguimos investigando nuestra mirada más temprana, puede que aún nos revele otros secretos igual de interesantes sobre cómo somos.
Más info y fuentes: Head-mounted eye-tracking of infants’ natural interactions: a new method (Portal), Looking This Way and That, and Learning to Adapt to the World (NYT), A Baby-Proof Method Tracks Just Where Little Ones Look (NYT), M.I.N.D. Institute researchers find important clue to learning deficit in children with autism (Eurekalert), Babies and eye tracking (Cognitive Daily)
Antonio Martínez Ron (Madrid, 1976) es periodista científico y uno de los tres editores de Naukas. Twitter: @aberron