¡Feliz cumpleaños mundo!

Por Fernando Frías, el 23 octubre, 2010. Categoría(s): Escepticismo • Historia

En el principio Dios creó el cielo y la tierra (Gén. 1.1). Este principio de los tiempos, de acuerdo con nuestra cronología, ocurrió al principio de la noche anterior al día 23 de octubre del año 710 del Calendario Juliano.

En 1650, el Arzobispo irlandés James Ussher publicó sus Annales Veteris Testamenti, a prima mundi origine deducti, una obra en la que establecía una cronología de los acontecimientos pasados, basándose a partes iguales en su estudio del Antiguo Testamento, en diversas consideraciones teológicas y, sobre todo, una imaginación desbordante. Como hemos visto, la cronología de Ussher fijaba el principio de la creación bíblica en el año 710 del calendario de Scaliger, es decir, el año 4004 a.C., y más concretamente al comienzo de la noche del 22 al 23 de octubre.

Una noche un tanto rara, por cierto, teniendo en cuenta que, como señala a continuación el propio Ussher, siguiendo fielmente al Génesis,

En el primer día (Gén. 1:1-5) del mundo, el domingo 23 de octubre (…) Dios creó la luz justo a la mitad del primer día. Dios la separó de la oscuridad y llamó a una «día» y a la otra «noche».

«Día» y «noche» que no están marcados por la salida y la puesta del Sol, desde luego, porque, como sigue diciendo Ussher,

En el cuarto día (miércoles 26 de octubre) el Sol, la Luna y el resto de las estrellas fueron creados.

Pero, en fin, esto son minucias si tenemos en cuenta la magnitud de la hazaña de Ussher. Su cronología permitíó datar acontecimientos, ejem, «históricos» como la terrible agresión de Caín a Abel (en 3874 a.C.), el Diluvio Universal (que comenzó el domingo, cabe suponer que poco soleado, 7 de diciembre de 2349 a.C.), el follón lingüístico de la Torre de Babel (2247 a.C.), la apertura de las aguas del Mar Rojo por Moisés (en 1491 a.C)…

La precisión de Ussher, su erudición y, como pueden suponer, su desparpajo, permitieron que su cronología se convirtiera en un gran éxito de ventas. Mientras se publicaba en Londres la edición en inglés, el texto latino original se extendió por el resto del mundo y siguió sirviendo de referencia durante varios siglos. En España, por ejemplo, la «Guía Oficial» de principios del siglo XX (un lujoso libro editado por la Gaceta de Madrid que contenía, tiempos felices aquellos, la dirección completa de todos y cada uno de los ministros, diputados y senadores, y miembros de la nobleza y el alto clero de nuestro país) ofrecía en su primera página esta curiosa tabla:

Esto se publicaba en 1905, una época en la que los científicos aún no sabían con precisión la edad de la Tierra, pero desde hacía décadas la estimaban entre algunos cientos y varios miles de millones de años.Y una época en la que el descubrimiento de la radiactividad y sus implicaciones en la evolución geológica acabarían llevándonos a la cifra que actualmente se acepta de forma unánime, de entre 4530 y 4580 millones de años.

O, bueno, se acepta de forma casi unánime. Como pueden suponerse, los literalistas bíblicos siguen aferrándose a la idea de la creación del mundo en seis días de veinticuatro horas y a que el Universo tiene menos de diez mil años de antigüedad. De modo que siguen reverenciando la obra de Ussher, gracias a lo cual podemos disfrutar aún de lujosas ediciones con ilustraciones a todo color o, de forma más modesta pero también más práctica, versiones online que permiten disfrutar con toda comodidad de tan ilustre antología del disparate.

Porque en realidad es eso, una completa antología del disparate. Lo que no quita para que los cálculos de Ussher nos puedan servir de exclusa para celebrar el cumpleaños del mundo, digo yo. Así que ya saben: hagan una tarta, no se molesten en ponerle las velitas (serían 6014 ya), y móntense una fiestecita. Al fin y al cabo, si seguimos celebrando por todo lo alto la conmemoración de acontecimientos legendarios o milagros inverosímiles, y hasta engalanamos nuestras calles y casas con árboles decorados, guirnaldas y luces de colores con motivo del aniversario ficticio de quien quizá no sea más que un personaje legendario, ¿por qué no íbamos a hacer lo mismo con algo tan real, y tan maltratado por los fundamentalistas religiosos, como es el Universo?



Por Fernando Frías, publicado el 23 octubre, 2010
Categoría(s): Escepticismo • Historia