¿Por qué el proyecto HAARP es tan atractivo para los magufos?

Por maikelnai, el 15 marzo, 2011. Categoría(s): Divulgación

Vista aérea de las instalaciones HAARP.
Los buitres conspiranoicos vuelan alrededor de los reactores de Fukushima dispuestos a sacar partido de la catástrofe natural que ha provocado los conocidos temibles daños en aquella planta nuclear.

Es fácil encontrar chalados en la web, como Benjamin Fulford, que afirman que Estados Unidos puede provocar terremotos en cualquier parte del mundo, o cambiar la dirección de las tormentas tropicales, gracias a esa arma militar llamada HAARP. Muchos de elllos culparon a este programa, financiado por el ejército estadounidense y la Universidad de Alaska, de provocar catástrofes de dimensiones bíblicas tales como inundaciones masivas, sequías devastadoras, tornados, huracanes y como digo, incluso terremotos.

¿Pero en qué consiste realmente ese experimento? Veámoslo de forma somera.

HAARP es el acrónimo inglés del Programa de Investigación de Auroras Activas de Alta Frecuencia (High-Frequency Active Auroral Research Program). Se trata de una instalación ubicada cerca de Gakona (Alaska) que inició su actividad en 1990, y consiste en un transmisor de alta potencia (3.600 kilowatios) que se emplea para excitar de forma temporal un área limitada de la ionosfera, y en un grupo de instrumentos muy sofisticados (entre los que destacan 180 antenas) diseñados para observar los procesos físicos que suceden en la región excitada.

Obviamente, esa región excitada es muy limitada y se ha ubicado tan al norte, porque las auroras boreales tienen la mala costumbre de verse únicamente cerca del polo norte, y Alaska cumple esa exigencia.

¿Cómo pueden entonces los malvados científicos dirigir a su antojo los huracanes y provocar terremotos en cualquier parte del mundo con un transmisor en Alaska? La respuesta es sencillísima: no pueden.

Pero entonces ¿Por qué a los magufos se les va tanto la olla con estas siglas?

En primer lugar, la culpa la tuvieron ciertas salvajadas nucleares realizadas por el ejército estadounidense en plena guerra fría (véase explosión nuclear en 1962).

Por si fuera poco, en 1987 un extraño personaje llamado doctor Bernard J. Eastlund, presentó la absurda patente estadounidense nº 4.686.605, que intentaba hacer uso de cierta tecnología creada supuestamente por Tesla para alterar los campos energéticos de la Tierra.

Además, a mediados de la década de los 90, el dirigente ruso Vladimir Puttin acusó a los Estados Unidos de poder usar las antenas de la instalación como armamento. El parlamento ruso llegó incluso a elaborar un comunicado en 2002 acusando a la antigua potencia enemiga de «crear nuevas armas integrales de carácter geofísico que pueden influir en la tropósfera con ondas de radio de baja frecuencia».

Todo lo anterior sirvió de caldo gordo a los vendedores de conspiraciones, quienes publicaron libros al respecto, entre los que destacan: «Angels Don’t Play this HAARP: Advances in Tesla Technology» del Dr. Nick Begich y Jeane Manning, y «HAARP: The Ultimate Weapon of the Conspiracy» por Jerry E. Smith, quien por cierto había sido director ejecutivo del Museo Nacional del OVNI en los EE.UU.

Bien, queda claro cómo nace el mito. Pero entonces ¿HAARP puede provocar cambios en el clima, sí o no?

Según la web oficial: «las instalaciones de HAARP no afectan al clima. La energía y el rango de las frecuencias transmitidas desde el HAARP son absorbidas de forma apenas perceptible tanto por la troposfera como por la estratosfera (las dos capas de la atmósfera que producen el clima en la Tierra) ya que están dirigidas a la ionosfera (o termosfera) capa ubicada muy por encima de las dos anteriormente mencionadas.»

Debido a la distancia entre la ionosfera y la estratosfera/troposfera, no se conocen variaciones en las dos últimas provocadas por fenómenos (naturales o artificiales) que tengan lugar en la ionosfera. De hecho, las auroras boreales, provocadas por las tormentas geomagnéticas al golpear el escudo magnético protector de la Tierra (o magnetosfera), no afectan al clima en la superficie de la Tierra.

Así que si los innuit cazan morsas bajo las verdosas luces del norte en la noche polar, sin verse barridos por extraños huracanes naturales, poco podrán hacer los científicos del HAARP para lanzar terremotos devastadores contra las costas niponas. La explicación a dicha catástrofe viene de algo mucho más sencillo: la tectónica de placas.

Para más información, os aconsejo que visitéis las FAQ de la web oficial del programa, donde los científicos de la Universidad de Alaska contestan las dudas más frecuentes. Muchos veranos se organizan eventos científicos en sus instalaciones, así que si te dedicas al estudio de la ionosfera, tal vez puedas visitarlas.

Obviamente los conspiranoicos no van a creerse ni una palabra de lo que digan los «malos malosos» científicos a sueldo del ejército estadounidense en la página oficial del programa, así que seguirán pensando que la explicación más convincente es que los Illuminati controlan el clima global y las placas tectónicas a su antojo. Pero ése es otro problema más relacionado con la psiquiatría, y tal vez en otro post hablemos de ello.

Buena parte de la información para este post la encontré en Skeptic.com.



Por maikelnai, publicado el 15 marzo, 2011
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