Alerta magufo: salud, timos y agua de mar

Por J. M. Mulet, el 17 mayo, 2011. Categoría(s): Alerta Magufo

Este señor dice que bebe litro de agua marina al día ¡Magufo!En fechas recientes hemos visto como en diferentes medios de comunicación se habla de las bondades para la salud de beber agua de mar. El que elucubró este despropósito fue un tal René Quinton, hace más de 100 años, que propuso que beber o inyectarse agua de mar servía de fuente de salud y remedio para cualquier tipo de enfermedad. Con este fin ideó una solución a partir de agua de mar esterilizada a la que denominó el “plasma de Quinton”. Los más acérrimos seguidores del médico francés aseguran que fue capaz de cambiar toda la sangre de un perro por agua de mar y que sobrevivió.

Hoy sus discípulos más aventajados como el colombiano Laureano Domínguez van más allá y proponen que puede ser una cura para el hambre en el mundo. Según ellos la percepción que tenemos de que beber agua de mar es malo se debe a los sospechosos habituales (conspiración de las farmacéuticas, envidia, etc…). Esta pseudoterapia se ha promocionado en congresos científicos del “prestigio” del congreso de ciencia y espíritu, auténtico aquelarre donde converge la pseudociencia más delirante. Como todas las pseudociencias insiste en que lleva siendo efectiva cien años, olvidando que la esperanza de vida se ha ido incrementando a medida que avanzaba la “pérfida” medicina basada en la evidencia y no las terapias milenarias (acupuntura) o centenarias (homeopatia, o esta misma).

¿Qué pasa cuando bebemos o nos inyectamos agua de mar? Dentro de nuestras células la concentración de sales debe estar absolutamente controlada, puesto que todas las reacciones enzimáticas que tienen lugar necesitan una concentración de sal determinada para llevarse a cabo. No solo eso, algunos procesos vitales como el impulso nervioso se producen por el flujo de iones a través de la membrana de las neuronas. Este medio salino interno se consigue principalmente regulando la concentración de sodio, que es el ion mayoritario, y de potasio.

Para entender como se consigue esta regulación tan fina tenemos que considerar que las membranas celulares son semipermeables. Algunos compuestos pueden difundir casi libremente, como el agua mientras que otros, como el sodio y el potasio lo hacen de forma controlada a través de proteínas que hacen de canales o de transportadores. Un fallo en la regulación de los iones puede provocar molestias (calambres por falta de potasio), problemas serios (hipo o hipertensión arterial) o muy serios (fibrosis quística, provocada por una mutación en un canal que transporta cloro). La concentración de sal en el interior de cualquier célula es de aproximadamente el 0,9%, mientras que la media del agua de mar es del 3,5%.

Igual que cuando pones dos vasos comunicantes la presión atmosférica hace que alcancen la misma altura, cuando pones dos soluciones salinas de diferente concentración separadas por una membrana semipermeable la concentración tenderá a igualarse. Puesto que la sal tiene impedida la entrada, lo que sucederá es que el agua salada arrastrará el agua del interior de las células, provocando una deshidratación; por tanto, más sed. Si la situación se alarga, un aumento de la concentración salina en el interior de la célula puede resultar fatal. Por lo tanto el agua de mar, siempre por fuera, y para beber lo mejor una caña en el chiringuito.



Por J. M. Mulet, publicado el 17 mayo, 2011
Categoría(s): Alerta Magufo