El hecho de que el Ayuntamiento de Bélmez de la Moraleda y la Diputación de Jaén vayan a emplear fondos propios y ayudas europeas para montar un “Centro de Interpretación de las Caras de Bélmez” está causando bastante indignación, y con razón. Pero lo curioso es que no es la primera vez que la idea de explotar la credulidad ajena con fines turísticos levanta más de una voz de protesta.
Vámonos a febrero de 1972. El supuesto fenómeno estaba en pleno auge. Cada fin de semana acudían miles de turistas a ver las “Caras”, y aparte de las diez pesetas (de entonces) que costaba entrar en la casa y comprar una foto de “la Pava”, muchos de ellos se dejaban también sus dineros en el bar del pueblo, el estanco o la tiendecita de la plaza mayor. Y aunque algunos periódicos hablaban abiertamente de “fraude” o “camelo”, la mayoría de los medios seguía presentándolas como un misterio misteriosísimo y paranormal.
Ese era el ambiente cuando el Diario Ya, en su edición del día 26, publicó un artículo firmado nada menos que por Antonio Ramos, uno de los periodistas que informaron por primera vez sobre las “Caras”, con el título de “El truco publicitario de Bélmez de la Moraleda”.
Antonio Ramos terminaba su artículo diciendo:
A Bélmez le hace falta ya una aclaración definitiva, porque el pueblo no tiene ni brujas medievales ni belmezanos endemoniados. Le hace falta que se acabe el serial de novela barata que vive desde hace cinco meses. Ni brujas ni rostros que le ganan la batalla al cemento… Un truco publicitario, a pelo limpio.
Han pasado cinco meses desde aquella primera visita. Me imagino que a Bélmez habrán ido ya miles y miles de amantes de “misterios”. Yo no volví. Quería seguir de cerca el asunto. Fui el primero en tropezarme con aquel “rostro” que se vendía a duro en fotografías. Durante este tiempo he estado fuera, en Roma, y desde allí me llegaron noticias de que Bélmez estaba turísticamente promocionado. Ahora, en el pueblecito jienense, al contrario que en Linares, se lidian “misterios” en lugar de toros. Promoción “perfecta”, solo que abusando del subdesarrollo y de otros “sub” que se prestan.
Desde que se publicó aquel artículo han pasado casi cuarenta años. El Diario Ya no existe, Antonio Ramos se ha jubilado, la dueña de la “casa de las Caras” (aquella mujer que aparecía en la prensa con su fajo de fotos listas para vender a los pardillos) falleció, y ni el Ayuntamiento de Bélmez, ni las instituciones públicas, ni nuestro régimen político tienen nada que ver con lo que había entonces.
Pero, cuatro décadas después, se sigue abusando del subdesarrollo, y de otros “sub” que se prestan.
Abogado, socio fundador de Círculo Escéptico y miembro de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico. Además de El Fondo del Asunto mantiene los blogs La lista de la vergüenza, dedicada a dar cuenta de las titulaciones pseudocientíficas que imparten muchas Universidades españolas, y El remedio homeopático de la semana. Confiesa que cuando era un chaval probó la acupuntura para evitar la caída del cabello; hoy es rotundamente calvo.