No todos los días se puede contemplar una nave espacial auténtica a pocos metros de distancia sin entrar en un museo. Y no hablamos de una nave cualquiera, sino de la mítica lanzadera Discovery, nada más y nada menos. También conocida como OV-103, el Discovery voló al espacio en 39 ocasiones durante sus 27 años de servicio (1984-2011), transportando a 252 personas y acumulando en el proceso casi un año de permanencia en órbita. Toda una leyenda de la exploración espacial, vamos.
El caso es que no es nada fácil acercarse a uno de estos cacharros. Más bien es prácticamente imposible. Entre misión y misión, normalmente se guardaban celosamente dentro de unos edificios especiales denominados OPF (Orbiter Processing Facility),situados en el Centro Espacial Kennedy de Florida. Sin embargo, por lo general sólo hay espacio para dos lanzaderas dentro de los OPF. Tras la última misión del transbordador, la STS-135 Atlantis, había que dejar sitio para sus hermanos y se decidió mover el Discovery hasta el cercano VAB (Vehicle Assembly Building) para hacer hueco.
Si sabes lo que es el VAB, entonces enhorabuena: sin duda eres un espaciotrastornado en toda regla. Si no tienes ni idea, sólo te diré que es uno de los edificios más grandes del mundo y todo un símbolo de la conquista del espacio. En su interior se montaron los gigantescos cohetes Saturno V de las misiones Apolo y se prepararon todas y cada una de las 135 misiones del transbordador espacial. Ahí es nada.
Pues bien, el destino quiso que los pasados días 3 y 4 de agosto estuviese en el Centro Espacial Kennedy en calidad de invitado del NASA Juno Tweetup, un encuentro organizado por la agencia espacial norteamericana para dar publicidad al lanzamiento de la sonda espacial Juno con destino a Júpiter. 150 personas de todo el mundo, incluido un español (adivina quién), fueron seleccionadas por la NASA para asistir a este evento.
Además de poder presenciar charlas de los científicos principales de la misión Juno y del administrador Charles Bolden, la NASA tuvo a bien enseñarnos algunas instalaciones del KSC y de la contigua Base Aérea de Cabo Cañaveral. Aunque la visita a las rampas de lanzamiento nos entusiasmó como si fuésemos niños en un parque de atracciones, lo mejor fue poder entrar al mismísimo VAB. Se suele comparar al VAB con una catedral…y con razón. Pasear por su interior es una verdadera experiencia mística para cualquier aficionado a la exploración espacial. Y no exagero. ¡Aquí el ser humano preparó las primeras misiones tripuladas a la Luna! Resulta difícil no sentirse impresionado ante la proeza tecnológica que representa el VAB, símbolo de una era dorada que cada vez queda más lejos en el tiempo.
(Eso sí, a pesar de su inmensidad no es cierto que en el interior del VAB se formen nubes y llueva de vez en cuando. Esto no es más que una leyenda urbana, aunque sí es verdad que esta mole posee un microclima interno muy distinto a las condiciones climáticas del exterior.)
Mientras recorríamos el inmenso edificio cual liliputienses obnubilados, nos encontramos con una sorpresa. Allí, en la High Bay 4 del edificio (una de las cuatro zonas de montaje en las que se encuentra dividido el VAB), estaba el Discovery. Curiosamente, no nos sentimos especialmente sorprendidos ante su presencia. Después de tantos años viendo imágenes y vídeos del transbordador, teníamos la sensación de estar frente a un viejo amigo. Por algún extraño motivo, a todos nos pareció más grande de lo que esperábamos y eso que el espacioso VAB tiene la habilidad de «encoger» cualquier cosa que se halle en su interior. No en vano la lanzadera espacial norteamericana era, junto a su prima soviética Burán, la nave espacial tripulada más grande jamás construida. Por motivos de seguridad no pudimos tocarlo, pero no importaba. Con estar allí ya era más que suficiente.
Dentro de pocos meses los tres transbordadores supervivientes serán repartidos por distintos museos de los Estados Unidos. El Discovery podrá ser visitado en el famoso Smithsonian National Air and Space Museum de Washington y millones de personas tendrán la oportunidad de contemplarlo de cerca. Llegará un día en el que acercarse a un auténtico transbordador espacial sea un asunto rutinario. Pero al menos siempre podré decir que vi una lanzadera espacial «en su casa» y cuando todavía era formalmente un vehículo operativo.
En cuanto al lanzamiento del cohete Atlas V 551 con la sonda Juno, decir que fue simplemente impresionante, el remate final a dos días fantásticos. Es curioso lo distinto que resulta ver un despegue en directo a seguirlo a través de una pantalla.
Por cierto, si te ha picado el gusanillo y quieres participar en un NASA Tweetup sólo tienes que acercarte por la página de la NASA cada cierto tiempo para comprobar cuál es el próximo que se va a organizar y cuándo se abre el plazo de inscripción. Quién sabe, con suerte tú podrás ser el próximo en caminar por el interior del VAB.
Daniel Marín es astrofísico de formación y divulgador científico de pasión. Ha recibido el Premio Bitácoras 2012 y el Premio 20Blogs 2015 al mejor blog en la categoría de ciencia, así como el Premio Naukas 2013 al mejor blog de divulgación científica. Colaborador de la revista Astronomía, es miembro de la Agrupación Astronómica de Gran Canaria (AAGC) y de la Asociación Astronómica y Educativa «Henrietta Leavitt» (AAEC). De vez en cuando suele asistir al lanzamiento de alguna nave espacial.