Emociones y ciencia

Por Omalaled, el 19 septiembre, 2011. Categoría(s): Neurociencia
Elisabeth Loftus

Cuando explico a alguien que los sentimientos, las emociones, etc., son reacciones químicas en el cerebro, siempre está el clásico que te hace la pregunta: si piensas así entonces ¿tienes tú realmente sentimientos?

Y es que hay quien considera que los científicos, pensando de esta manera, deberían (deberíamos, si me permitís) dejar sentimientos aparte, controlarlos y actuar como máquinas racionales. Pues no, no es así. Los científicos, también podemos comportarnos de forma irracional, siguiendo instintos o sentimientos. También somos personas, ¿no?

Una situación de este tipo la vivió Elisabeth Loftus, una pionera y experta en falsos recuerdos. Es curioso que nuestra memoria sea tan poco fiable, pues somos capaces de tener recuerdos sobre cosas que nunca han sucedido. Quizás el ejemplo más conocido fue el caso Ingram.

Un ejemplo de falsos recuerdos más cercano a nuestra vida cotidiana que hizo el equipo de Loftus fue reclutar a una serie de voluntarios que había visitado Disneylandia con sus niños. Resulta que el 36% de ellos reconoció que había saludado a Bugs Bunny en su visita al parque. Esto es algo imposible: es un personaje de la competencia, es decir, de la Warner Brothers, que no sería bien recibido en el recinto de Disney.

Pues bien, en 1987, a Elisabeth Loftus le pidieron que testificara en defensa de John Demjanjuk, empleado de una fábrica de automóviles que fue juzgado en Israel por su presunta colaboración en la matanza de cientos de miles de judíos de Treblinka donde, presuntamente, era conocido como «Iván el terrible». El problema era demostrar que John Demjanjuk e Iván eran la misma persona.

Un testigo, Abraham Goldfarb había declarado que Iván había sido asesinado en 1943, pero posteriormente otro testigo había identificado a Demjanjuk como Iván. Otros cinco testigos hicieron una confirmación positiva que así era, pero otros 23 supervivientes de Treblinka dijeron que no podían afirmarlo.

Elisabeth Loftus estaba ante un dilema: si aceptaba el caso le estaba dando la espalda a su pasado judío, pero si no lo aceptaba daría la espalda a todo aquello por lo que había estado trabajando durante 15 años.

Una amiga le pidió por favor que no aceptara el caso pero Loftus le explicó que cabía la posibilidad que se tratara de una falsa identificación a causa de una tergiversación del recuerdo.

Trata de comprender, es mi trabajo. Tengo que profundizar, ir más allá de las emociones, tengo que tener en cuenta lo que está en juego. No puedo limitarme a dar por hecho que es culpable, sin más.

Finalmente, el Tribunal Supremo de Israel lo declaró inocente. Loftus fue al juicio pero finalmente optó por no testificar:

Ocupaban la sala cuatro generaciones de judíos (…) parecían mis parientes, porque también yo perdí a alguien a quien quería en el campo de exterminio de Treblinka. Sintiendo lo que sentía, no podía cambiar de pronto de papel y convertirme en una profesional, en una experta (…) no podía. Era así de sencillo y agónico.

Nunca, jamás me atrevería a culparla por ello.

Fuentes:
Michael Shermer, Por qué creemos en cosas raras.
http://revista.libertaddigital.com/falsos-recuerdos-un-pasado-de-fabula-1275753440.html



Por Omalaled, publicado el 19 septiembre, 2011
Categoría(s): Neurociencia