Atrapados en la oscuridad de la noche

Por Juan Ignacio Pérez, el 8 noviembre, 2011. Categoría(s): Biología

Los murciélagos tienen merecida fama de noctámbulos. La mayoría de las especies de este grupo de mamíferos solo vuelan en horas de penumbra o en la noche. Y a pesar de ello, a pesar de haber dejado el nicho aéreo diurno a los pájaros, han tenido un gran éxito: los murciélagos son los mamíferos dominantes en los ecosistemas tropicales y solo se ven superados en número de especies por los roedores.

¿Por qué razón tiene la mayoría de los murciélagos hábitos nocturnos? La respuesta a esa cuestión es materia de controversia. Porque no está claro cuál es el factor o factores que han conducido a ese abandono de las horas de luz para alimentarse. Hasta la fecha se han barajado, principalmente, tres hipótesis que no se excluyen mutuamente: la competencia con los pájaros por el alimento, el riesgo de hipertermia, y la evitación de depredadores.

La primera de las posibilidades ha recibido escaso respaldo. Además, las pocas especies de murciélagos que vuelan de día rara vez coinciden con los pájaros en las mismas áreas, aunque exista cierto solapamiento horario en los periodos de actividades de unos y otros.

La hipótesis del riesgo de hipertermia se basa en el hecho de que, al carecer de pelo las membranas alares, no disponen del aislamiento que evitaría el calentamiento producido por la radiación solar. El calentamiento provocado por esas radiaciones (luz visible) de día podría elevar la temperatura del interior del organismo hasta alcanzar valores superiores al límite letal térmico. Los otros vertebrados voladores, -las aves-, no corren el riesgo de sobrecalentamiento gracias al potente aislamiento que les proporcionan las plumas.

La hipótesis que más aceptación ha recibido hasta la fecha es la tercera, la de la evitación de depredadores. Los murciélagos insectívoros y zorros voladores (frugívoros) de hábitos diurnos que habitan islas en las que no hay aves de presa avalan esa hipótesis. Aunque también hay datos en contra: en Escandinavia hay murciélagos insectívoros que se alimentan a mediodía durante el verano aunque en la zona haya aves rapaces y, por otra parte, en las Azores, el murciélago insectívoro Nyctalus azoreum se alimenta principalmente de noche aunque allí no las haya.

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Un estudio reciente, realizado con el murciélago frugívoro Carollia perspicillata, ha tratado de arrojar luz sobre esta cuestión midiendo las variaciones de temperatura que experimentan murciélagos en vuelo durante el día y durante la noche. Los murciélagos que vuelan de día, a una temperatura ambiental (Ta) de 31,5 ºC, alcanzan una temperatura interna (Tb) de 41,9 ºC, que es 1,7 ºC más alta que la que alcanzan (Tb = 40,2 ºC) volando de noche (Ta = 24,5 ºC). El valor de 41,9 ºC se encuentra en la zona de máximas temperaturas corporales que puede tolerar un murciélago, aunque los ejemplares analizados en el estudio no mostraron síntoma alguno de postración tras los periodos de vuelo.

A partir de los datos anteriores cabe suponer que esos murciélagos podrían volar de día durante periodos limitados de tiempo y siempre que la temperatura ambiental no fuese demasiado alta. Además, eso explicaría que haya especies que vuelan de día en el invierno en zonas templadas, y también que otras lo hagan en verano en altas latitudes, ya que en ambos casos la temperatura ambiental (Ta) sería baja y la corporal (Tb) no se elevaría en exceso durante el vuelo. Que algunos zorros voladores (murciélagos frugívoros) de las islas Samoa o de las Comoras sean diurnos se debería a que esos murciélagos (zorros voladores) son buenos planeadores, mucho mejores que los murciélagos de pequeño tamaño que vuelan batiendo las alas de forma permanente, y al planear no se ven obligados a elevar su actividad metabólica en una medida tan importante.

Volviendo a los murciélagos más comunes, una cosa es que puedan realizar vuelos diurnos de corta duración y otra muy diferente es que esa práctica pueda ser la habitual. El vuelo diurno en estas especies conllevaría en demasiadas ocasiones el riesgo de sobrecalentamiento. Además, una mayor temperatura corporal volando de día también provoca un mayor gasto metabólico, ya que la tasa metabólica de los murciélagos que vuelan de día es hasta un 15% más alta que la de los que vuelan de noche. Y ese mayor gasto metabólico supone que el rendimiento energético de la actividad alimenticia disminuiría de forma muy sensible. En definitiva, el vuelo diurno solo sería conveniente si el tiempo de vuelo es corto, si la recompensa alimenticia es alta (para compensar el mayor gasto) y si el riesgo de depredación es bajo. Si cualquiera de esas condiciones no se cumple, el vuelo nocturno reporta claras ventajas.

En conclusión, los recursos alimenticios que explotan los murciélagos volando de noche dejarían de ser rentables si la actividad alimenticia se desarrollase de día, debido a los mayores costes en que incurrirían. Volando de día, los murciélagos no solo estarían más expuestos visualmente a los depredadores, sino que, además, hubieran experimentado condiciones alimenticias subóptimas. Muy probablemente, ese conjunto de condiciones ha obligado a los murciélagos a ocupar el nicho nocturno, nicho en el que, a pesar de todo, han tenido un gran éxito y les ha permitido expandirse por los ecosistemas de prácticamente todo el planeta.

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Fuente: Christian C. Voigt y Daniel Lewanzik (2011): “Trapped in the darkness of the night: thermal and energetic constraints of daylight flight in bats” Proc. R. Soc. B 278: 2311–2317.

 



Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 8 noviembre, 2011
Categoría(s): Biología