Las medicinas alternativas, aquellas cuya eficacia terapéutica no está demostrada, están en expansión en España. Sus usuarios van en aumento y también son, cada vez más, los médicos que las acogen. Así, por ejemplo: Se aplica reiki en los hospitales, la acupuntura es un posgrado en muchas facultades de medicina, la homeopatía tiene una resplandeciente cátedra en Zaragoza e, incluso, entre las secciones de distintos Colegios Oficiales de Médicos, podemos encontrar a médicos homeópatas, naturistas y acupuntores.
Hace dos días, además, saltó a las noticias el congreso de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) por sus afirmaciones benevolentes acerca de la homeopatía y de que ésta estaba haciéndose un hueco en las consultas de atención primaria, con alrededor de 10.000 médicos de atención primaria que la han empleado alguna vez (es recomendable saber también que uno de los generosos patrocinadores del evento eran los laboratorios homeopáticos Boiron).
Tomando y adaptando la célebre expresión del político y filósofo Edmund Burke «para que las medicinas alternativas triunfen, basta con que los buenos médicos no hagan nada». ¿Por qué los médicos, lejos de criticar y rechazar a las medicinas alternativas, las acogen en su regazo? ¿Por qué incumplen los principios éticos más básicos de la medicina? Sí, sí, esos que dicen:
[… ] No son éticas las prácticas inspiradas en el charlatanismo, las carentes de base científica o las que prometen a los enfermos o a sus familiares curaciones imposibles, los procedimientos ilusorios o insuficientemente probados, la aplicación de tratamientos simulados o de intervenciones quirúrgicas ficticias [… ]
Sin duda, si la profesión médica las hubiera criticado, hoy día tendría una aceptación muchísimo menor. La respuesta a esta cuestión no es, ni mucho menos, sencilla, pero trataré de plasmar, a continuación, las probables razones.
Lo primero de todo, tenemos que apreciar las cosas en perspectiva. Aunque 10.000 médicos de atención primaria utilizando la homeopatía puedan parecernos mucho, lo cierto es que son una ridícula minoría. Hay que tener en cuenta que existen más de 223.000 médicos colegiados (cifras de 2010). La rotunda mayoría de médicos no utiliza la homeopatía (que es, por cierto, de las medicinas alternativas más utilizadas en España). Si hablamos de otras más minoritarias como el reiki o la acupuntura el porcentaje de usuarios médicos decae a porcentajes ínfimos.
Así pues, si los médicos que practican las medicinas alternativas son tan pocos, ¿por qué la mayoría de médicos no las critican públicamente? A lo largo de los años, como divulgadora médica, he tenido contacto repetidas veces con periodistas para entrevistas diversas. Cuando el tema de la entrevista se centraba en criticar alguna medicina alternativa no era raro que me dieran las gracias efusivamente «porque no encontraba ningún médico que quisiera criticarlas».
Ustedes mismos pueden comprobar la experiencia, llamen a cualquier colegio de médicos o institución médica oficial (el recurso más utilizado por cualquier periodista) y digan que quieren consultar a un médico crítico con las medicinas alternativas en nombre de dicha institución para un reportaje. Con suerte, les dirán «No tienen nada que decir» o «Mientras que lo apliquen los médicos, no hay nada que objetar».
Por cierto, las declaraciones anteriores son totalmente reales y provienen del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España preguntando sobre cierta medicina alternativa. Si quieren encontrar críticas a las medicinas alternativas desde el colectivo médico, no las encontrarán entre sus organismos oficiales, tendrán que irse a profesionales particulares. Ténganlo en cuenta cuando lean algún artículo con un profundo tufo a publirreportaje sobre medicina alternativa, quizás el periodista no encontró a esa opinión médica crítica que buscaba en esa insaciable necesidad periodística por la equidistancia de los argumentos.
El hecho anterior no deja de resultar llamativo si tenemos en cuenta, además, que con el clímax del timo de la Power Balance, los médicos no tuvieron ningún miramiento en criticarla en los medios. ¿Qué es lo que cambia? ¿Por qué la Power balance es mala mala y con las medicinas alternativas «no hay nada que decir»? Pues lo que cambia son muchas cosas:
1. Corporativismo. ¿Cómo va a criticar abiertamente una organización médica oficial una medicina alternativa si entre sus filas y secciones, incluso entre sus puestos más altos, se encuentran médicos practicantes de ella? ¿Cómo va a criticar un médico públicamente la medicina alternativa, cuando entre sus colegas puede haber uno que la practique y con la que pueda entrar en conflicto? La Power Balance es muy fácil de criticar porque no hay médicos powerbalanceros, pero el asunto cambia cuando tocamos a las pseudomedicinas porque ahí, entrar al ruedo de las críticas, puede levantar muchas ampollas con los colegas de profesión. Por eso, respuestas como la del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España resultan tan ilustrativas: «Mientras que lo apliquen los médicos, no hay nada que objetar».
2. Dinero. La demanda en el uso de las medicinas alternativas se incrementa y es un negocio creciente. Ante este fenómeno, los médicos pudieron actuar en su momento básicamente de 2 formas, informando a la población sobre la ausencia de evidencias científicas de éstas y frenarlas o subirse al negocio y decir que «es mío, mío y sólo mío». Los médicos eligieron lo último, considerando (entre otras cosas) a la homeopatía como un «acto médico», lo que quiere decir que si la practicas sin ser médico es delito. ¿Recuerdan el intento de regulación de las medicinas alternativas en Cataluña que tuvo lugar en 2007 y que, al final, se quedó en casi nada? ¿Saben en qué andan ahora los médicos? ¿En denunciar casos de mala praxis por la aplicación de medicinas sin eficacia demostrada y así salvaguardar a los pacientes? ¡No! ¡En denunciar exclusivamente a aquellos que apliquen las medicinas alternativas y no sean médicos! ¿He mencionado ya el corporativismo?
3. Desinformación e ignorancia. Me duele decirlo, como médica, pero la realidad es que la formación de los médicos durante la carrera no tiene una vertiente científica, sino enciclopédica. Memorizas millones de datos a lo largo de ella y pocas, muy pocas veces, te explican de dónde vienen esos datos y cómo se ha llegado a ellos a través de estudios científicos. Como comentaba en el artículo «Una batalla eterna: La ciencia versus el misticismo médico»:
» Dicho de otra manera más clara, se enseñan los conocimientos de medicina que se obtienen de la ciencia, sin explicar cómo se han obtenido de ella. Por ejemplo: “El fármaco Patatín cura la enfermedad Patatán”, punto. No se explica ni cómo se llegó a desarrollar dicho fármaco, ni cómo se comprobó su efectividad y, muchas veces, tampoco su mecanismo de acción detallado. Se aprende que determinado fármaco es para tal y otro para cual, además de una serie de efectos adversos, contraindicaciones, mecanismo básico por grupo farmacológico, etc.
¿Qué diferencia habrá con respecto a lo anterior cuando al médico en formación o ya formado, le coman la oreja con la homeopatía y le “enseñen” que “El medicamento homeopático Fraudulín cura fenomenalmente la enfermedad “Potatón”? Ninguna, el sistema de enseñanza es exactamente idéntico. Una enseñanza extensa de hechos sin ninguna visión crítica de dónde vienen. ¿Cómo no va a haber gente que no sea capaz de encontrar diferencias, que no sean capaces de ver que el origen del conocimiento científico es sólido por un lado y el homeopático tambaleante por otro, aún entre los médicos? Toda ciencia no convenientemente explicada se percibe como magia. Y cuando se ha visionado la ciencia como magia durante mucho tiempo, es muy difícil que esa persona se dé cuenta cuando alguien viene a contarle el magia potagia.»
La mayoría de los médicos, utilicen o no medicinas alternativas, no tienen ni idea de la evidencia científica real que hay detrás de ellas. Por ello, es lógico que no quieran hacer declaraciones, pues no saben sobre el tema porque no se han formado específicamente sobre ello.
4. Conflicto con los pacientes que utilizan medicinas alternativas. Criticar a las medicinas alternativas te garantiza una dura respuesta de sus usuarios más creyentes y hacerte pasar un mal trago. Es normal que muchos médicos quieran evitar meterse en dicho berenjenal y vivir más tranquilos. Yo misma tengo que reconocer que cada vez que voy a publicar un artículo crítico con las medicinas alternativas me preparo psicológicamente para el chaparrón que me va a caer (y siempre cae, se lo aseguro). Así que es totalmente lógico que no estén muy animados a realizar críticas.
Estas son básicamente las principales razones que creo que están detrás del pasotismo médico generalizado hacia las medicinas alternativas. Eso no impide que haya médicos que las critiquen pero, o bien son una minoría, o bien no tienen suficiente poder mediático como para que los periodistas los encuentren. Quizás me deje alguna otra razón en el tintero que agradecería que me comentasen.
PD: Probablemente les resulte paradójico que sea una médica la que esté escribiendo esto. Estando dedicada a la ciencia y a la divulgación, yo misma me pregunto si, de estar ejerciendo, estaría criticando todo esto con tanta libertad o, al contrario, estaría haciendo una piña con aquellos que dicen «Mientras que lo apliquen los médicos, no hay nada que objetar». Me temo que nunca lo sabremos.
Licenciada en Medicina, Máster en Biotecnología Biomédica y Doctora en Ingeniería Tisular Cardiovascular. Desde 2005 participa y colabora en la divulgación de temas de salud y biomedicina desde múltiples frentes: soitu.es, MedTempus, El País, eldiario.es, Naukas, Muy Interesante, rtve.es… @Shora en Twitter.