¿Explotará un coche si tapono su tubo de escape con una patata?

Por maikelnai, el 8 junio, 2012. Categoría(s): Curiosidades
Eddie Murphy en una escena de Superdetective en Hollywood

No es la primera vez que hablo en Amazings de trucos para averiar un coche, recordad el echar azúcar en el depósito de combustible, pero esto de la patata (o plátano) en el escape es un enfoque que desconocía. ¿Podemos hacer estallar un coche taponando el tubo de escape?

Lo primero que he pensado es que tal cosa es imposible. Los terroristas de medio planeta habrían dejado de adosar bombas lapas si la cosa fuera tan fácil como adosar tubérculos al extremo de los tubos de escape. Y en efecto mi admirado Cecil Adams en Straightdope se ha encargado de confirmar que tal cosa no ocurre.

Un lector se dirigió a él con esta duda después de ver la escena de Superdetective en Hollywood en la que Eddie Murphy putea a unos incompetentes policías colocando unos plátanos en el tubo de escape de su coche.

Después de meterse a saco con la inteligencia del lector (la coña irreverente es su seña de identidad) y arremeter contra el escaso sentido común de los guionistas de Hollywood («para quienes la realidad es básicamente un artificio de la trama»), Adams explica que lo máximo que puede suceder es que el motor se pare.

En efecto, si los gases quemados en los cilindros no pueden salir, no entrará aire fresco y no se producirán nuevas combustiones en el motor. Luego el coche se detendrá, pero no saldrá volando por los aires.

Lo más gracioso es que dos nuevos lectores replican a la respuesta de Adams con posteriorirdad. El primero le dice que la respuesta solo es parcialmente correcta y le explica su experiencia personal.

Corrían los años 50, y el «experimentalista» niñó y su hermano colocaron una patata en el escape del coche de su vecino retirado. «El coche no explotó ni quedó inmovilizado. La presión generada por los gases en su camino de escape eyectó la patata hacia el asfalto a los pocos metros. Juzgando el aspecto que tenía la patata aplastada sobre al asfalto, debió de salir con la fuerza necesaria como para descerebrar a cualquiera».

Sin duda un dato a tener en cuenta si tratáis de repetir el experimento.

La segunda réplica cuenta que hizo algo similar al lector anterior, con idénticos resultados. Pero lejos de rendirse, el «empírico» lector añadió más y más patatas al coche de su vecino hasta llegar a un número de cuatro. Ese fue el número mágico que detuvo al roadster (un Mazda Miata).

Acostumbrado como estoy a que Adams se meta cómicamente con sus lectores, fue toda una sorpresa descubrir que agasajaba a sus dos replicantes, al primero lo llamaba «pionero en el avance de la ciencia con patatas», y al segundo le alababa la persistencia.

Ver para creer.