S=EX2: El Concurso Científico-Sexual

Por Pere Estupinyà, el 4 julio, 2013. Categoría(s): Biología • Divulgación
Atentos al Concurso Naukas S=EX2
Atentos al Concurso Naukas S=EX2

Mira, déjate de historias, que a nosotras no nos excita que nos acaricien los pechos”, me dijo una amiga bien brava hace unas semanas.

Yo respondí “mujer, a la mayoría sí os resulta estimulante”, pero ella insistió con un pequeño discurso: “¡pero qué sabrás tú! Si no os enteráis de nada… a mi que me toqueteen los pechos no me hace sentir nada especial. Nos gusta que os guste, nos puede llegar a excitar psicológicamente, y a veces fingimos un poco para teneros contentos. Pero la sensación física es la misma que si nos acarician la espalda o el trasero”.

No es verdad” contesté tajante y con tono desafiante.

¿Pero cómo te atreves!!!!!” interpeló mi enervada amiga, a quien interrumpí con el clásico “y te lo puedo demostrar científicamente”.

Tomé mi ordenador, busqué en la carpeta de artículos científicos acumulados durante la escritura de S=EX2, y le mostré uno titulado “Nipple/Breast stimulation and sexual arousal in young men and women”, publicado en la revista Journal of Sexual Medicine por Cindy Meston y Roy Levin (dos de los investigadores más prolíficos y reputados en el estudio de la fisiología de la respuesta sexual).

En el abstract del artículo se leía que Meston y Levin habían entrevistado de manera anónima a 148 hombres y 153 mujeres de entre 17-29 años, preguntándoles sobre las sensaciones experimentadas durante la estimulación de pechos en contexto erótico. Según los resultados al 80% de las chicas, las caricias efectivamente incrementaban su excitación, para el resto era indiferente, e incluso un 7% decía que podía llegar a molestarles. Entre los hombres, sólo al 52% les excitaba de manera especial que les acariciasen pechos o pezones.

Mi amiga, que en realidad es doctora en ingeniería y trabaja en EEUU en temas de educación científica, reaccionó con un cauto silencio. Se dio cuenta que formaba parte de ese 20% de chicas para quienes los pechos no son una zona especialmente erógena, y que estaba cometiendo el habitual error de sacar conclusiones subjetivas a partir de su experiencia personal.

Durante nuestra discusión había argumentado que conocía un par de compañeras que pensaban como ella… pero esto no es un muestreo bien hecho. Mi inteligente amiga lo sabía e inmediatamente cambió de discurso (la inteligencia no es sólo una capacidad sino también un método): “vaya; curioso… ¿y por qué unas sí y otras no?”.

Esta anécdota puede parecer frívola, pero creo que ilustra perfectamente algunosplanteamientos de S=EX2:

Estamos demasiado acostumbrados a generalizar a partir de nuestra experiencia

Lo acabo de decir, pero insisto porque considero que es una de las principales trampas del conocimiento. Y en el caso específico de algo tan privadocomo el sexo, donde además la información nos llega distorsionada por la pornografía, medios y personajillos varios, al final terminamos estando más expuestos a mitos, ideologías, frivolidades y exageraciones que a ciencia. Vamos sobrados de opiniones (hipótesis, en jerga científica) pero faltos de información rigurosa.

La ciencia empieza a acumular conocimiento nuevo y sólido sobre el sexo.

Si buscáis a Cindy Meston o Roy Levin en pubmed veréis su enorme y sólida productividad científica. No son una excepción. Hay muchos científicos investigando la genética, endocrinología, fisiología, neurociencia, psicología, medicina, sociología o antropología de la sexualidad… y congeniándolo perfectamente en –por ejemplo- los congresos de sexología o sexual medicine en que he participado. La sexualidad es quizás el mejor ejemplo de abordaje académico multidisciplinar que he encontrado durante mi carrera. De hecho si superamos el titular tontín o la excusa para poner la foto de alguien ligero de ropa, es un filón para la divulgación. Por eso me sorprendió sobremanera que ningún autor hispanohablante hubiera publicado un libro interdisciplinar sobre ciencia y sexo como éste. Estuve trabajando en él 2 años sin decirloa nadie por miedo a que se pisara.

La evolución no explica la diversidad en las sensaciones pectorales de mi amiga.

Seguro que recordáis libros sobre el sexo en el mundo animal o la perspectiva de la pseudopsicología evolucionista. Pero esto es un eufemismo. Falta de coraje. Condicionar no es determinar, y en algo tan psicológicamente aprendido y socioculturalmente influenciado como nuestra sexualidad, la perspectiva evolutiva es profundamente incompleta. La pasada navidad leí un artículo en prensa resumiendo “Las 10 principales noticias científicas del 2012 sobre sexo”, y 8 eran sobre animalitos, una de neandertales, y sólo 2 hablaban de humanos. Somos unos remilgados.

Y los científicos que tanto se jactan de su supuesta libertad, lo mismo. “We don’t receive grants about it”, me dijo Thomas Insel director del Instituto Nacional de Salud Mental de EEUU cuando le pregunté si investigaban la pedofilia. “Well; not really…”, respondió Richard Hodes director del National Institute of Aging al consultarle si además de cómo envejecía el cuerpo, corazón, músculos, páncreas, huesos, órganos de los sentidos… investigaban también la función sexual. El sexo es tabú.

No quiero extenderme, pero recuerdo Anke Ehrhardt directora del HIV Center for Clinical and Behavioral Studies en la Columbia University explicarme que cuando a principios de los años 80 apareció la epidemia del SIDA, las autoridades acudieron a sexólogos como ella con preguntas tipo “¿Cuáles son las prácticas más habituales entre los homosexuales?”, “¿Qué porcentaje utiliza preservativo?”, “¿cuánta bisexualidad existe?”… todo encarado a preparar campañas de prevención. Pero la respuesta fue unánime: “No lo sabemos. Desde Kinsey ha habido poquísimos estudios sociológicos sobre el tema”. Afortunadamente esto ha mejorado mucho, y por ejemplo Ehrhardt recibió una sustancial financiación para estudiar el comportamiento sexual de riesgo. Pero no deja de ser cierto que comparado con cualquier otra emoción o respuesta fisiológica, el estudio del sexo humano es sorprendentemente reciente.

Sabemos bien poco sobre la diversidad de la sexualidad.

Dejando de lado la ciencia, escribiendo S=EX2 vi que mi propia perspectiva de la sexualidad era bastante restringida. En la introducción reconozco que en ciertos aspectos, aprendí mucho más de mis encuentros con practicantes de tantra, sadomasoquistas, poliamorosos, swingers o asexuales, que de trabajos académicos. Las peculiares historias vividas por clubs de NY también están entremezcladas con la ciencia en la segunda parte del libro. ¿Quienes y cómo nos han educado sobre sexo?, me pregunto cada vez que constato las frecuentes dudas y desmedida curiosidad que tenemos ante una actividad tan presente en nuestras vidas como el sexo.

Podría continuar horas explicando mil anécdotas y estudios y hablando del sistema nervioso y la respuesta genital, de las etapas de la excitación en el cerebro, de lo útil que es el behavioraleconomics aplicado a la seducción, de estudios sociológicos sobre el online dating, de gatillazos, eyaculaciones precoces, falta de deseo o anorgasmias, de estudios en gemelos para comprender la base genética de la multiorgasmia femenina, cómo aprender a serlo los hombres, de diferencias hormonales y de satisfacción tras coito o masturbación, de activaciones repentinas del sistema simpático que conllevan orgasmos inesperados, del punto-G y las diferentes fibras nerviosas que llegan al clítoris y la vagina, de condicionantes y estabilidad de la hetero-, homo- y bi-sexualidad, de la relación sensitiva y psicológica entre dolor y placer, de los efectos del estrés en los juegos de dominancia y sumisión, de los efectos positivos del yoga, de condicionamiento pavloniano en el fetichismo, de parafilias, de científicos que estimulan el clítoris de las ratas, los análisis químicos de la eyaculación femenina, del microbiomeproject y si el glande de los hombres circuncidados tiene la misma flora bacteriana que los no circuncidados, de los principales referentes en la historia de la sexología más allá de Kinsey y Masters and Johnson, de la conexión no siempre tan clara entre mente y genitales, de mis visitas a clínicas de sexualidad y encuentros con actrices y directoras porno, de las diferentes estrategias que utilizan terapeutas para devolver el deseo sexual en la pareja… pero para eso ya está el libro y artículos que voy soltando por ahí (y haré por aquí).

Camiseta diseñada por Kukutxumutxu que sorteamos
Camiseta diseñada por Kukuxumusu que sorteamos

De momento, junto con los amigos de Naukas, Kukuxumusu y yo queríamos sortear 10 libros y 10 camisetas entre los que respondan este “sencillo” test, que reconozco está preparado con un punto de mala idea. 😉

También aprovecharé este post por si los lectores de Naukas tenéis preguntas sobre el libro, el proceso de realizarlo, las partes más científicas o las más picantes, ir respondiendo en los comentarios. Que tengáis muy buena ciencia! Digo… sí; ciencia, claro.

AQUÍ PUEDES ENCONTRAR EL ENLACE AL CONCURSO



Por Pere Estupinyà, publicado el 4 julio, 2013
Categoría(s): Biología • Divulgación