Mavis Batey, la chica criptoanalista

Por Arturo Quirantes, el 21 noviembre, 2013. Categoría(s): Historia • Personajes • Tecnología
Mavis Batey ha fallecido a los 92 años
Mavis Batey ha fallecido a los 92 años

Hace unos días falleció una encantadora viejecita inglesa llamada Mavis Batey. Tenía la avanzada edad de 92 años, lo que no está nada mal. Con ella se va uno de los últimos criptoanalistas de Bletchley Park, la mítica estación donde Inglaterra descifró los mensajes enemigos más importantes durante la Segunda Guerra Mundial.

Desde que a finales de los setenta los supervivientes de Bletchley Park fueron autorizados a hablar, la Historia con mayúsculas ha cambiado. Ahora se sabe cómo y por qué Alemania perdió batallas cruciales durante la Segunda Guerra Mundial. Las grandes contiendas del Afrika Korps, la Batalla de Inglaterra, la invasión de Normandía, la batalla del Atlántico, tuvieron que ser reescritas y reevaluadas. La propia Bletchley Park, tras años de incierto destino, es ahora un museo histórico que todo aficionado a la criptología debería visitar (yo tuve la suerte de hacerlo una vez, y os lo recomiendo). Los protagonistas principales han contado ya su historia, directamente o por intermedio de terceros; pero una persona decidió permanecer en un discreto segundo plano.

Mavis Batey nunca quiso protagonismo. Hizo su trabajo de guerra, se casó con otro criptoanalista, vivió feliz con él durante sesenta años, escribió algunos libros sobre jardinería, todo con gran discreción. Aunque hay algunos artículos sobre ella, su historia está aún por escribir. Hoy voy a poner mi granito de arena para llenar ese hueco. Lo que sigue es una breve semblanza que, me temo, no la hace justicia. pero que quiero compartir con ustedes. Algunos detalles son conocidos por haber sido publicados anteriormente, y les recomiendo este artículo del Telegraph recientemente aparecido.

Otros hechos son inéditos, y me fueron proporcionados en su momento… por la propia Mavis Batey.

A los dieciocho años, Mavis Lever (que tal era su nombre de soltera) acababa de regresar de un curso en la Universidad de Zurich. Estaba enfrascada en sus estudios universitarios en clásicos alemanes cuando estalló la guerra. Pudo haberse dejado evacuar a Gales y allí haber continuado sus estudios, pero su conciencia y su sentido del deber se lo impidieron. Un par de años antes, durante la Guerra Civil Española, había  sido testigo de cómo algunos de sus compañeros partían hacia la península como voluntarios de las Brigadas Internacionales. La propia Mavis cosió una bandera roja para ellos. También se apuntó a pasar «hambre por España» los martes … aunque una vez me reconoció que muchas veces se limitaba a aportar una donación económica e irse a tomar una chocolatina.

Mavis decidió presentarse voluntaria como enfermera para ayudar en el esfuerzo de guerra. Sus entrevistadores, por el contrario, pensaron que sus conocimientos de alemán serían de más utilidad que sus habilidades poniendo vendas. Cuando le comunicaron que sería enviada al Ministerio de Guerra Económica gracias a su alemán, pensó «genial, esto va a ser un trabajo interesante en plan Mata-Hari, seduciendo oficiales prusianos.» No tardó mucho en descubrir la verdad, y como afirmó muchos años después con humor, «parece que ni mis piernas ni mi alemán eran lo bastante buenos, porque me enviaron al GC&CS [Escuela de Códigos y Cifras del Gobierno].» También, imagino, influirían sus habilidades trasteando con códigos.

Cuando llegó a Bletchley Park, a finales de abril o comienzos de mayo de 1940, se puso a las órdenes de un criptoanalista legendario, tan capaz como poco conocido del público incluso hoy: Dillwyn («Dilly») Knox. Este veterano (ya rompía códigos alemanes en tiempos del Kaiser Guillermo) había fundado una sección de investigación centrada en los códigos y claves italianos.

Se cuenta el mito de que Knox recorrió todo Bletchley escogiendo las chicas más guapas. No parece que sea cierto, aunque sí es verdad que su grupo estaba formado por muchachas jóvenes, las que luego serían conocidas como «chicas Dilly». La primera vez que Lever se presentó ante Knox, éste le pidió un lápiz, le entregó un puñado de mensajes cifrados y le dijo que les echase un vistazo. Mavis le dijo «me temo que esto es griego para mí» (expresión equivalente a nuestro «me suena a chino»), a lo que Knox, académico especializado en griego, respondió diciendo «ojalá lo fuera» y soltó una carcajada. La anécdota es de profundidad doble, porque en 1919 el criptoanalista Frank Birch había escrito una pequeña obra titulada «Alicia en I.D.25», donde los personajes de Lewis Carroll se confundían con los criptoanalistas ingleses. En esa obra, Alicia se presenta a Dilly Knox con la misma frase que Mavis usó en 1940. La propia Mavis no supo este detalle hasta los años setenta.

Los comienzos no fueron buenos. Poco después de comenzar su trabajo en Bletchley, los alemanes desencadenaron su ofensiva sobre Francia. En pocas semanas los franceses capitulaban, el ejército inglés se salvaba por los pelos en Dunkerke y la propia Inglaterra parecía a punto de ser invadida; pero siguieron en la brecha. Uno de los métodos usados para intentar descifrar los mensajes alemanes se denominó «cillies«. Se trataba de intentar imaginar qué cuatro letras había usado el operador de radio alemán para cifrar el mensaje. En más de una ocasión, el conjunto de cuatro letras formaba un nombre. De hecho, algunos dicen que «cillies» proviene del nombre de la novia de algún operador alemán, el cual debía estar muy enamorado, porque usaba muy a menudo ese término (otros, por el contrario, dicen que proviene de la palabra «sillies», tonterías en inglés). A veces, el operador usaba un taco o palabra malsonante en alemán. Mavis acabó haciéndose experta en el tema de las Cillies, y presumía de ello: «¡Soy la experta mundial de tacos alemanes de cuatro letras!»

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Otra hazaña de Mavis tuvo lugar cuando, al intentar descifrar un mensaje interceptado, descubrió que en el texto cifrado no había ninguna letra L. Recordó que las máquinas Enigma son de clase no-recíproca (es decir, una letra nunca se transforma en sí misma al cifrarla), así que imaginó que la ausencia de eles en el mensaje cifrado se debía a que el texto llano consistía solamente de letras L. Eso indicaba que el mensaje era un «dummy,» emitido por el enemigo para engañar y desinformar. Mavs supuso acertadamente que ese era el caso, y logró obtener nada menos que la información necesaria para reconstruir un nuevo rotor de la máquina Enigma. En su tarea tuvo que pedir pedir ayuda a uno de los mejores matemáticos de Bletchley Park, un recluta del Trinity College llamado Keith Batey. Poco después, Mavis y Keith contrayeron matrimonio, convirtiéndose en una de las «parejas de Bletchley.»

En otra ocasión, sus colegas intentaban descubrir qué significaba el hexagrama «STGOCH» que habían recuperado. Par algunos era «San Goch», para otros, era un error y realmente significaba St Roch, una ciudad de Francia. Ella llegó a la solución correcta: «STGOCH» era la abreviatura de Santiago de Chile.

Pero donde se lució a lo grande fue en el desciframiento de la Enigma naval italiana. Durante la Guerra Civil Española, Knox consiguió descifrar los mensajes de la Enigma comercial que usaban los italianos. La pregunta era: ¿funcionaría el mismo método con el modelo italiano? Cabía esperar que sí, ya que la máquina no había sido alterada. El problema era que el método que utilizaba (llamado «rodding», o método de tiras) dependía de un conocimiento previo de la estructura de los mensajes. El descifrador debía suponer que una parte del texto cifrado se correspondía con alguna palabra (llamada «chuleta»), y a partir de ahí intentaba reconstruir el resto. En el fondo, se trata del método de la palabra probable, una técnica criptoanalítica de varios siglos de antigüedad que volvió a mostrar su validez en la época de la blitzkrieg alemana.

Mavis Batey consiguió por vez primera «romper» la Enigma italiana en tiempo de guerra. Fue todo un logro, ya que ella apenas sabía más italiano que algunos términos musicales y de comida, así como pequeños fragmentos del Infierno de Dante. Por supuesto, eso no le hizo quedarse atrás. Una de las cosas que aprendió de Knox es que, en ocasiones, las cosas no salen si se hacen según el libro, y a veces hay que ser creativo y saltárselo… sobre todo si «el libro» aún esta por escribir.

Knox le sugirió que comenzase usando la chuleta PERX (PER=»para»; la X servía para separar palabras). Mavis le obedeció y probó una y otra vez, sin éxito, durante meses. Finalmente, en la soledad de un turno de noche, sus esfuerzos se vieron recompensados. Un mensaje parecía comenzar con el texto llano PERS, con S en lugar de X. Ella decidió probar con una chuleta distinta: PERSONALE (personal). Pronto, el comienzo del mensaje logró ser descifrado: «PERSONALEXPERXSIGNORX» («personal, para el señor…»). Este éxito le valió a Mavis un ascenso y una cena con su jefe Dilly Knox («mientras esperábamos una invasión y se alzaban barreras anticarro en Watling Street«).. A esta «chuleta» siguieron otras como SUPERMARINA (nombre del Alto Mando Naval italiano) o XALX («alto»); esta última permitió a Knox hacer un bonito juego de palabras, al afirmar que con ella todos se habían «exaltado.»

Unos meses después, en marzo de 1941, la solución de algunos mensajes navales italianos permitió conocer las intenciones de su marina: hacer una salida para caer sobre los convoyes británicos que navegaban en refuerzo de Grecia. El almiirante Cunningham pudo aprovechar la información, y al mando de una escuadra inglesa logró una importante victoria en la batalla del Cabo Matapán, donde la flota italiana sufrió fuertes pérdidas. El director de Inteligencia Naval llamó a Bletchley Park: «díganle a Dilly que hemos obtenido una gran victoria en el Mediterráneo, y que ha sido todo gracias a él y a sus chicas«. El almirante Cunningham, poco después, viajó hasta Bletchley para felicitar personalmente a las «chicas Dilly». Las chicas, por su parte, montaron su propia encerrona: hicieron que Cunninngham se apoyara en una pared recién encalada, y luego se divirtieron de lo lindo mientras observaban cómo éste se alejaba «con la popa pintada de blanco«. No consta la reacción del almirante, aunque no creo que se enfadase demasiado dadas las circunstancias.

Los logros de Knox y sus chicas hasta 1941 son por sí solos prueba de su extraordinaria capacidad. Hay que tener en cuenta que los procedimientos diseñados por Alan Turing y otros para acelerar el descifrado de mensajes (mediante las llamadas máquinas «bomba», por ejemplo) aún no estaban listas. El grupo de Knox consiguió mantener la posición hasta que llegaron los refuerzos, por así decirlo.

Quedaba aún una tarea más delicada si cabe: romper los mensajes de la Abwehr, el servicio de inteligencia militar alemán. Inglaterra había conseguido detener y poner bajo su control a prácticamente todos los espías alemanes en su territorio. Pero para conocer las intenciones alemanas, y para saber si Hitler se tragaría los anzuelos que le lanzaban los aliados era imprescindible dominar las comunicaciones de sus servicios de inteligencia.

No fue tarea fácil. La Abwehr empleaba algunas de las mejores máquinas criptográficas de Alemania, como la T52 («Sturgeon») y la SZ40/42 («Tunny»). También disponían de un modelo de Enigma, pero mucho más sofisticado que cualquiera de los otros modelos disponibles (salvo, quizá, la versión naval). Uno de estos modelos, denominado GGG, era usado por espías alemanes apostados en la zona de Algeciras y el Marruecos español para informar sobre los movimientos de buques aliados en el Estrecho.

Knox fue puesto al mando de esa tarea, y sus chicas le siguieron, formando un grupo que fue denominado «Servicios de Inteligencia Knox», o ISK. El modelo GGG fue prontamente derrotado, ya que se trataba de la máquina Enigma comercial modelo estándar, sin añadidos ni cambios. Sólo los rotores eran nuevos, y fueron reconstruidos en poco tiempo (en esta página desvelé el cableado de los rotores GGG, creo que por vez primera). En algunas ocasiones, los mensajes de los espías alemanes eran poco fiables por el estado del tiempo u otras circunstancias. En una ocasión, un buque inglés fue identificado como el barco «Cuidado con las Hélices», lo que causó no poca diversión para el escuadrón ISK.

Había un segundo modelo denominado «Enigma Abwehr», mucho más complejo y difícil de atacar. El proceso fue largo y tedioso, así como altamente sofisticado, así que dejaremos los detalles para otro día. Baste decir que Knox consiguió el éxito, y Mavis Lever fue un instrumento valioso en el camino. Fue uno de los mayores éxitos de Bletchley Park.

Tras el final de la guerra, Keith y Mavis Batey (que ya no Lever) pasaron a trabajar para otros departamentos de la administración británica, ella en el servicio diplomático y él en el Servicio Civil de Whitehall. Junto con otros muchos héroes de Bletchley Park vivieron en el anonimato, viendo crecer a sus hijos y luego a sus nietos. Mavis Batey fue hecha miembro de la Orden del Imperio Británico en 1987, pero no por sus éxitos de guerra, sino… por la preservación y conservación de los jardines históricos de Inglaterra. Ambos se jubilaron en los años ochenta, pero que nadie cometa el error de pensar que se  convirtieron en aburridos jubilados. Muy por el contrario, sus mentes continuaron tan activas como en tiempos de Bletchley Park. Retomó sus estudios literarios en el punto en que tuvo que abandonarlos en 1939 y fue tutora a tiempo parcial de Estudios Externos en Oxford.

A comienzos del nuevo siglo, y a petición del historiador David Kahn, Mavis se volcó en recuperar la memoria de Dilly Knox y sus hazañas en Bletchley Park. En opinión de Mavis, Dilly merece un lugar de primera fila en la historia de BP, y no puedo estar más de acuerdo con ella. Como una de las «chicas Dilly,» nadie mejor que ella para conseguirlo. El resultado fue el libro Dilly, the man who broke Enigmas, donde Batey hizo justicia a su jefe y amigo contando su historia. La de él, no la suya propia.

Fue durante su labor como biógrafa de Knox cuando mi camino se cruzó con el de ella. A comienzos de la década del 2.000, me encontraba yo en plena vorágine de investigación criptográfica (me gusta mucho el tema, y aunque ahora tengo menos tiempo, pueden ustedes disfrutar de parte de mi labor al respecto en mi libro Cuando la Criptografía Falla, así como en mi web www.cripto.es). Estaba investigando sobre las máquinas Enigma que usó Franco durante la Guerra Civil española. Ahora se conoce mucho sobre el tema, sobre todo cuando aparecieron en el Cuartel General del Ejército en octubre de 2008; pero en aquel momento la historia era casi desconocida. Se sabía que Dilly Knox había trabajado con las máquina Enigma italianas, y un historiador me consiguió su email.

No tenía grandes esperanzas, debo confesarlo. A fin de cuentas, ella ya tenía más de ochenta años y mi propia madre, con mucho menos edad, se las ve y se las desea cada vez que abre el Firefox. ¿Cómo podría esa venerable ancianita ayudarme en una historia de hacía sesenta años? Pues pudo, y mucho. Ella y su marido Keith me dieron la sorpresa, compartiendo conmigo sus recuerdos. Me contaron anécdotas y pequeñas historias cotidianas. Bucearon en los archivos (sospecho que en los de Bletchley Park, que ahora es un museo) y me enviaron buena cantidad de datos técnicos, algunos inéditos hasta la fecha.

Me contaron, por ejemplo, que en noviembre de 1943 Keith consiguió descifrar los mensajes enviados por el asesor militar español en Berlín, quien entre otras cosas estaba encargado de recibir los mensajes de la División Azul y retransmitirlos a Madrid. Keith descubrió un montón de mensajes cuyo texto llano era siempre el mismo: «División [Azul] no ha dado hoy novedades.» Cifrar el mismo mensaje con distintas claves es un error de novato, y Keith lo aprovechó para descifrar los demás mensajes con gran facilidad. Peor aún, descubrió que las claves usadas para cifrar los mensajes eran predecibles, ya que coincidían con nombres de ciudades costeras españolas (mas sobre este tema aquí).

En una ocasión tuve el privilegio de leer el borrador de un artículo sobre Dilly Knox que Mavis Batey estaba preparando para la revista Cryptologia. En un correo fechado el 4 de abril de 2007, el matrimonio de criptoanalistas me mostró su lado más humano y sincero. Mavis me pidió que no hiciese mención al borrador hasta que lo aprobase el editor, pero por lo demás «cualquier cosa que yo diga [en el artículo] puedes usarlo si quieres.» Keith, por su parte, solicitó no ser mencionado en lada que yo escribiese al respecto: «me gustan el anonimato y la oscuridad.» Por eso motivo he sido parco en detalles sobre su propia vida. La escasa información que sobre él he incluido aquí procede de fuentes ya publicadas.

Keith Batey falleció en 2010. Su esposa y compañera, la vieja dama de Bletchley Park, acaba de abandonarnos. Sé que es ley de vida y todo eso, pero me resulta difícil hacerme a la idea. Queda pendiente que alguien escriba su historia, y aunque ella no quiso hacerlo, merece ser contada. Espero que alguien lo haga. Algún día.



Por Arturo Quirantes, publicado el 21 noviembre, 2013
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