12 semanas

Por Sergio Pérez Acebrón, el 20 febrero, 2014. Categoría(s): Actualidad • Biología • Medicina • Neurociencia
Alberto Ruiz-Gallardon, ministro de Justicia (Crédito:
Alberto Ruiz-Gallardon, ministro de Justicia

Legislar sobre embriones sin conocimientos de embriología lleva a posiciones absurdas, que de ser aplicadas a personas derivarían en la prohibición de gran parte de las donaciones de órganos.

En los años 60 John Gurdon descubrió, trabajando con ranas, que los huevos no fertilizados tenían el potencial de convertir un núcleo de una célula proveniente de un organismo adulto en un nuevo embrión con capacidad para desarrollarse. Estos estudios le valieron el Nobel en 2012. En la década de los 80 y 90, un pupilo de Gurdon, Eddy De Robertis, desentrañó gran parte de los mecanismos moleculares que controlan el desarrollo embrionario en vertebrados.

A finales de los 90 y principios de este siglo un antiguo estudiante de Eddy y mi actual mentor, Christof Niehrs, publicaron una serie de trabajos mostrando cómo las diferentes señales moleculares en embriones generan ejes cartesianos que guían el desarrollo embrionario y son responsables, entre otros, de la formación y organización del sistema nervioso.

Los tres se encuentran entre los más conocidos embriólogos del mundo en activo. Ninguno fue consultado por el ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón a la hora de reformar las leyes que afectan a embriones.

En este texto quiero mostrar mis argumentos para explicar por qué un embrión de menos de 12 semanas no puede ni debe ser considerado un ser humano, por lo que el aborto debería ser libre al menos hasta dicha semana. Además, argumentaré que lo contrario sienta un precedente peligroso en relación con el actual sistema de donación de órganos.

El desarrollo embrionario humano hasta la semana 12

En condiciones óptimas el esperma humano podría alcanzar un óvulo en menos de dos horas. En la práctica, la concepción ocurre entre 24 y 72 horas post-coito. La llamada “píldora del día después” evita la ovulación durante ese periodo y por tanto que llegue a crearse un embrión. Por ello esta píldora NO se considera abortiva.

Al entrar en contacto con el óvulo se produce la concepción y posterior implantación del denominado zigoto, un proceso que puede tardar una semana. Durante las dos primeras semanas el zigoto puede dividirse para formar varios embriones diferentes a partir de un único óvulo fecundado. Una ley que considere un embrión de menos de 2 semanas como una persona va a tener graves problemas para argumentar que los hermanos gemelos o los siameses deben ser tratados como individuos diferentes. Un solo embrión humano de menos de 2 semanas puede formar de 1 a 8 fetos dentro de un útero y, teóricamente, una cantidad ilimitada en cultivo.

Entre la segunda y tercera semana un embrión pierde la capacidad de producir, de forma natural, más de un individuo. Sus células empiezan a diferenciarse en 3 grandes grupos celulares que finalmente formarán los diferentes órganos. Es la gastrulación.

A partir de la octava o novena semana el embrión, ahora ya denominado feto, comienza a tener forma humana, ya ha desarrollado gran parte de sus órganos y empieza a tener movimientos incontrolados. Las futuras neuronas comienzan ahora a migrar y el cerebro empieza a desarrollarse. Este proceso es un continuum que no acaba tras el nacimiento pero que tiene varios puntos clave, incluida la aparición del primer electroencefalograma (EEG) a partir de la decimosegunda semana.

El primer electroencefalograma

La aparición del primer EEG es un hito importante ya que es una herramienta con validez legal que ya se utiliza para determinar si una persona ha fallecido. Por ejemplo el trazado nulo, EEG isoeléctrico o falta total de actividad se utiliza para iniciar el proceso de donación de órganos.

Me sorprende no haber oído nunca este argumento en el debate sobre el aborto: Si ya hemos decidido que una persona sin actividad cerebral está legalmente muerta ¿Por qué una ley puede dar el estatus de persona a un feto sin actividad cerebral? Bajo ese prisma ¿Por qué mi madre puede decidir donar mis órganos si carezco actividad cerebral pero no puede abortar un feto de 11 semanas?

El problema de la potencialidad

Una de las razones que se suelen esgrimir en para legislar contra el aborto es que, aunque el feto no sea una persona, tiene la potencialidad de convertirse en una en la mayoría de los casos.

El problema de la potencialidad es que se mueve en una escala de grises que normalmente la línea se traza según las creencias de cada uno. Un embarazo tiene varias fases críticas pero tras la implantación del embrión tiene aproximadamente un 50% de posibilidades de terminar con éxito (Muchos abortos ocurren de forma espontánea antes aun de ser detectados). Actualmente es posible crear embriones humanos en cultivo de hasta el equivalente a 1 o 2 semanas a partir de células extraídas de un cuerpo adulto y con un porcentaje de éxito de más del 20%. Cuando la potencialidad técnica de un embrión cultivo sea mayor que en un útero ¿Crearemos leyes para salvaguardar las células del cuero cabelludo?

Embrión humano (Blastocisto)  obtenido gracias al núcleo de una célula adulta  in vitro (Crédito: Tachibana et al)
Embrión humano (Blastocisto) obtenido a partir del núcleo de una célula adulta y cultivado in vitro (Crédito: Tachibana et al)

Existen, además, precedentes para no usar la potencialidad para legislar. La probabilidad de un niño de 12 años de alcanzar la mayoría de edad es superior al 95% y no por ello juzgamos a niños como adultos.

Otros aspectos de la legislación sobre la interrupción del embarazo

Creo que es importante separar los aspectos que son básicamente conceptos con alta carga científica (¿Es un grupo de células un ser humano?) de los puramente éticos (¿Debe permitirse el aborto en caso de graves malformaciones?). No tengo ningún problema en afirmar que estoy a favor de una ley sobre de la interrupción del embarazo aun más laxa que la anterior. Pero este artículo no trata tanto de mi opinión, sino de lo que hemos aprendido sobre embriología en estos últimos 50 años.

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Por Sergio Pérez Acebrón, publicado el 20 febrero, 2014
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