A la mayoría de nosotros, en nuestra infancia, nos han reñido por mirar la televisión desde demasiado cerca. En cuanto a los motivos que lo hacían desaconsejable, sin embargo, había bastante disparidad de opiniones. Que si radiaciones nocivas, que si produce miopía, que si insomnio, que si epilepsia, … pero, ¿qué hay de cierto en ello?
Pues bien, existen dos buenos motivos de tipo médico para no mirar la televisión de cerca.
El primero de ellos es que, efectivamente, puede producir brotes epilépticos en personas proclives a ellos. Esto se debe a que las imágenes de la televisión se «encienden y apagan» con una frecuencia de refresco de unos 50 Hz, y al verla de cerca (o a oscuras) se incrementa el contraste encendido/apagado.
El segundo está relacionado con la miopía. Está bastante documentado el fenómeno según el cuál sostener de forma prolongada la mirada en una zona cercana produce miopía transitoria, debida, hablando pronto y mal, al agotamiento del ojo. Este tipo de miopía se cura sola al cabo de unas horas o pocos días; la manifiestan, por ejemplo, reclusos recién salidos de prisión, astronautas recién aterrizados o personal de submarinos recién desembarcado.
Aunque no existen estudios concluyentes que relacionen el abuso de visión de cerca con la miopía, sí que sabemos con certeza que utilizar poco la visión de lejos puede producir miopía permanente (enlace). De modo que pasar demasiadas horas mirando a distancias cercanas sí que incrementa el riesgo de miopía… en la medida en la que nos impide estar en la calle mirando distancias lejanas.
De todos modos, existe un motivo aún mejor para no mirar la tele desde muy cerca: que se ve de pena.
Pablo Rodríguez (Guadalajara, España, 1984) se siente inclinado de un modo casi suicida hacia las cosas complicadas. Esta cualidad le ha llevado a convertirse en físico, malabarista, ilusionista aficionado y humorista de cuarta categoría. Actualmente trabaja como experto en computación científica en el Netherlands eScience Center. Más información y contacto aquí