Hitos en la red #63

Por César Tomé López, el 12 abril, 2015. Categoría(s): Enlace Recomendado

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Papanatas hay muchos. Gente que se aprovecha del papanatismo de los demás proporcionalmente también. Uno de los ejemplos de explotación del papanatismo más evidentes, porque lo vemos todos los días, es el empleo del adjetivo “natural” por parte de los publicistas. Eso es porque hay mucho papanatas que identifica natural con bueno y artificial con malo: suelen olvidar que los infartos son naturales y los desfibriladores artificiales, y que muchas sustancias naturales son venenos muy potentes. Juan Ignacio Pérez nos recuerda tres en Extremadamente tóxicas.

Otro problema del papanatismo es que suele prestar oídos fundamentalmente a sus sesgos, sin ser consciente de que son sesgos. Es decir, interpretan lo que leen no objetivamente, sino a la sola luz de lo que ya creen que es cierto. También es cierto que hay textos que facilitan estas interpretaciones sesgadas. Francisco R. Villatoro desliza en este artículo Calculan la diferencia de masa entre protón y neutrón, por lo demás muy interesante e instructivo (no os perdáis los comentarios), una frase que hará las delicias de algunos predicadores y que enarcará las cejas a más de un filósofo natural.

El papanatas profesional suele tener otro rasgo significativo: la necesidad de que algo sea espectacular para que llame su atención. No es capaz de poner las cosas en contexto por sí mismo (si lo hiciese no sería un papanatas) y noticias “de rutina” no despiertan su interés. Digámoslo claramente: el papanatas es un devorador de trending topics, más que nada porque otros dicen que eso es interesante. Un papanatas es incapaz de apreciar la maravilla que encierra este artículo “de rutina” de Daniel Marín: Bitácora de Curiosity 44: explorando las colinas Pahrump y problemas con el brazo robot. Ni que decir tiene que saber cómo es posible que los relojes tengan la precisión que tienen Relojes y cronómetros (y IV): electricidad y átomos o una nueva posibilidad para una fase del origen prebiótico de la vida Una ruta pre-ARN al mundo de ARN, no le llama la atención.

No es de extrañar, visto lo anterior, que el papanatas sea un ser básicamente visual y que, por ello, se le manipula con facilidad usando imágenes. Como ejemplos más evidentes está el diseño de embalajes de alimentos y las fotos de las notas de prensa; el común de los mortales no imagina el tiempo, esfuerzo y profesionalidad que se dedican a ambas cosas. Javier Peláez nos presenta, con su estilo inimitable en Trucos, juicios y fraudes por un tesoro submarino, una ilustración (pun intended) fantástica.

No seré yo quien hable aquí del papanatismo extremo que representan las llamadas medicinas alternativas. Básicamente porque existe una característica psicológica del creyente que hace que filtre toda la información que le llega, desdeñando cualquier cosa que pueda minar sus sistema de creencias, y sería una pérdida de tiempo: el papanatas porque no lee, y el que no lo es porque le hastía. El hecho cierto es que el papanatas renuncia a pensar. Porque si pensase, textos como Ébola, polio y estadísticas médicas de Raúl Ibáñez acababan con el negocio del placebo en un santiamén. Y es que el que la población sepa estadística básica es lo más peligroso que existe para un vendehumos.

Al papanatas, en definitiva, le pierde la apariencia de conocimiento, no el conocimiento. Básicamente quiere ser feliz y no pensar. Y por ello aprecia las listas, los decálogos y las recetas. Sin embargo, también hay Ciencia detrás de la felicidad, por Mariajo Moreno. Nota: en este texto la primera frase es triplemente falsa, porque ni ha sido siempre así ni lo es en todas partes (donde evitar el dolor ya parece suficiente) ni es una obsesión para la mayoría, pero ello no desmerece lo que sigue.

¿Qué hacer para intentar no ser un papanatas todo el tiempo? Fácil: si bien este cronista no puede estar de acuerdo filosóficamente con alguna de sus premisas, no puede dejar de recomendar este curso gratis y sin registros de Arturo Quirantes (tranquilo, son vídeos): Mi vídeo de bienvenida al curso ACME.

Y si has llegado leyendo hasta aquí, te lo reconozco: todo lo anterior es un ejercicio de psicología inversa.



Por César Tomé López, publicado el 12 abril, 2015
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