Relatos cortos autocatalíticos: Zeitnot

Por José Jesús Gallego, el 31 agosto, 2015. Categoría(s): Ciencia ficción
Imagen Dasert
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La frontera entre la vida y la no-vida siempre fue algo gris y confuso para la humanidad. ¿Está la célula viva?, ¿lo está el tejido?, ¿acaso lo están el ADN o las proteínas? ¿Es “el todo” más vivo que las partes? ¿Es la vida una propiedad emergente, o quizás es una forma de orden?

Eran preguntas, muchas de ellas carentes de sentido, pero Geirful siempre le hacía sentir bien sentarse a filosofar. Ni los bombardeos orbitales, ni el hambre ni los dolores internos podían evitar que disfrutase de su afición. Bueno había algo que si que podía fastidiar su paz… un lunaformador.

Aumento de la temperatura, microondas, radiación, ionización y otras formas de esterilizar el área. El enorme robot de aspecto humano emitía su forma de orden limpiando la superficie de Mercurio de la molesta vida que había surgido tras el vidaclismo. Y algunos salvajes como Geirful luchaban por evitarlo.

El lunaformador se mueve rápido, emite radiación en dirección a Geirful, ella ni se molesta en esquivar, su piel se oscurece. InkSkin lo llaman, su piel concentra en la dermis pigmentos que amortiguan los rayos Ultravioleta. Y no sólo eso sino que además los pigmentos son capaces de tamponar la aparición de especies reactivas de oxigeno (ROS) asociadas al estrés oxidativo. El calor aumenta en un área de 50 metros a la redonda entorno al Lunaformador, y lo hace de forma exponencial a medida que Geirful se acerca. Por suerte su sistema circulatorio está preparado para actuar como un sistema de refrigeración líquida, llevando el exceso de calor de las zonas externas a un órgano compuesto por unas células frigidosómicas. El aumento de ozono y la caída de oxígeno además de la emisión por parte del Lunaformador de otros gases tóxicos no puede ser solucionado más que por una máscara externa…

— Los virus están vivos. El Lunaformador también, Piensa Geirful. — Unos virus se integraron en la humanidad, pasando a ser parte de nuesto ADN. Viroma lo llamamos y nos permitió incluso dar a luz, esos virus son tan humanos como nosotros. Somos vida y lo somos juntos.

Geirful salta, lo hace con una fuerza enorme, sus músculos están compuestos de algo más que carne y sus huesos son algo más que huesos. Vuela 9 metros sus reflejos hacen el resto. No hay error de cálculo, tampoco lo había en Africa cuando el cazador-recolector lanzó la primera piedra para alimentarse.

— El Lunaformador está vivo, igual que lo están los procesadores y servomotores de mis piernas. El metal del Lunaformador está tan muerto como los nanotubos de mis procesadores encefálicos. Mi viroma es humanidad, en el mismo modo que mis implantes y tecnología lo son. No soy virus ni máquina. Soy humanidad. La tecnología ha apostado sobre seguro, o sobrevive con nosotros o sin nosotros, igual que pasara con los virus… Pero lo que no sabían es que, al elegir unirse a nosotros pasarían a ser algo más. Humanidad no es virus bacterias células e implantes de alta ingeniería. El Todo es siempre mayor que la suma de las partes. Gritó Geirfuld lo suficientemente alto para que el Lunaformador pudiese oírlo incluso a través de la máscara. Había aterrizado sobre su cara, arrancando el escudo facial y accediendo al cableado interior.

El Lunaformador se precipitó de espaldas su sistema nervioso estaba, al igual que el de algunos invertebrados, segmentado siendo el ganglio integral de la cabeza el principal. Eso indicaba que aunque ya no sería tan inteligente, a Geirful aún le quedaba una larga batalla.. A ella, a su genoma, su proteoma, su viroma, su microbioma, su tecnoma, su conectoma… A su humanidad.



Por José Jesús Gallego, publicado el 31 agosto, 2015
Categoría(s): Ciencia ficción