Yo mismo conmigo mismo y mi mecanismo

Por Ignacio López-Goñi, el 24 septiembre, 2015. Categoría(s): #sinCiencia no hay futuro • Actualidad

Cinco principios para catalizar la colaboración en la ciencia

La ciencia tiene que ser interdisciplinar. Hacer ciencia uno solo no tiene sentido. La figura del sabio renacentista que sabía de todo y era capaz de dominar la química, la botánica, la zoología, la medicina y la filosofía hoy en día no existe. Los grandes retos de nuestros días, como son los temas relacionados con la energía, el agua, el cambio climático y la salud, son tan complejos que solo se pueden resolver de forma interdisciplinar, si los científicos trabajan juntos. Pero trabajar en equipo no es tan fácil. Queda muy bonito ponerlo como una de las “competencias” que uno debe aprender, pero la realidad es bien distinta. La investigación que trasciende las fronteras de lo convencional es muy difícil de financiar, revisar y publicar. Pero, si queremos progresar, tenemos que promover el trabajo interdisciplinar y hacerlo algo placentero, no una maldición.

Nature

En ciencia no hay superhombres, pero los científicos deben trabajar juntos para salvar el mundo. La revista Nature acaba de publicar un especial sobre este tema (Interdisciplinarity, Special Issue) y la mayoría de las ideas que aquí recojo están sacadas de ahí.

Partimos de una idea bastante extendida en el mundo académico y científico: lo interdisciplinar es para gente que no es buena en su campo y necesita ayuda de otros. Pero la realidad es bien distinta y hoy en día ninguna disciplina tiene todas las respuestas que se necesitan. ¿Cómo podemos entonces favorecer la colaboración? R. R. Brown, A. Deletic y T. H. F. Wong de Monash University (Melbourne, Australia) sugieren cinco ideas para catalizar la colaboración (1):

  1. Definir y compartir un mismo objetivo.

Los investigadores tienen que compartir la misma misión, pero la interdisciplinariedad no es para todo el mundo. Hay que asumir que habrá gente que se queda en el camino, algunos incluso gente muy brillante y con talento. No pasa nada, los que no quieran compartir una misión conjunta mejor que no participen.

  1. Buscar investigadores con un perfil «T».

Perfil “T” quiere decir tener anchura de miras y profundidad. Esta es la clave: investigadores capaces de cultivar su propia disciplina y mirar mucho más allá. Científicos que puedan proporcionar la más alta contribución científica en su campo, y capaces, al mismo tiempo, de involucrarse activamente con otras disciplinas. Hay que tener paciencia, no cerrarse y estar abierto a otras perspectivas. Un perfil “T” requiere mucha modestia y honestidad, empatía, respeto y una mente muy abierta.

  1. Promover el diálogo constructivo.

Los científicos tenemos un vocabulario muy técnico y una cultura diferente según cada disciplina. Un físico, un médico, un ingeniero, un químico o un biólogo, hablamos distinto. Lo más frecuente es que si los pones juntos a trabajar, al principio los nuevos colaboradores tienden a dominar la discusión y a asegurar la primacía de su disciplina. En una segunda etapa, reconocen la importancia de otras disciplinas y adopta una actitud más receptiva. Finalmente, el investigador comienza un diálogo constructivo. Como hemos dicho, esto no es para todos, algunos abandonan. Por eso, el papel de los más veteranos es apoyar a los nuevos hacia una diálogo más dinámico y constructivo. Hay que dedicarle mucho tiempo y esfuerzo para que cada uno reconozca y aprecie las normas, reglas y aproximaciones propias de otras disciplinas. La comunicación es esencial, los investigadores deben tener una mente mucho más abierta y receptiva, para reconocer el valor de otras disciplinas. Sin que haya jerarquías. Qué el ingeniero reconozca al físico como un igual o el médico al biólogo, y viceversa, por su puesto.

  1. Apoyo institucional.

La institución tiene que favorecer las colaboraciones promoviendo seminarios, workshops, grupos de trabajo, tormenta de ideas, debates interdisciplinares. Debe detectar investigadores con ese perfil “T” y atraer y mantener a los mejores. Hay que incentivar la colaboración con fondos semilla, por ejemplo, e invertir en programas interdisciplinares. Dejar de promocionar los proyectos que sean “Yo mismo conmigo mismo y mi mecanismo”. Las instituciones deben tener en cuenta que los proyectos interdisciplinares suelen ser más largos y requieren más tiempo que los individuales. Los grupos interdisciplinares tardan en publicar, se retrasa una media de cinco años la publicación de los trabajos interdisciplinares en una revista de impacto. Pero con el tiempo los trabajos interdisciplinares tienen más citas y un mayor impacto social y económico.

  1. Conectar investigación, política e industria.

Debe haber puentes de unión entre los investigadores, las políticas de investigación y la empresa: eventos conjuntos que posibiliten a los profesionales de la política y la industria que interactúen con los investigadores. Los responsables de asignar fondos para investigación tienen que saber que los proyectos interdisciplinares suelen ser más caros y difíciles de financiar. Deberían proveerse fondos específicos para este tipo de proyectos. Y debería haber más publicaciones específicas para temáticas interdisciplinares en las que los editores y revisores estuvieran abiertos a la innovación entre disciplinas.

Todo un reto, difícil, pero imprescindible. Como hemos visto más arriba, la revista Nature emplea la imagen de unos superhéroes que trabajan todos a una para salvar el mundo para mostrar de forma gráfica lo que es el trabajo interdisciplinar. Para mí la imagen que mejor refleja el trabajo en equipo multidisciplinar es esta:

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Haz aquí un sencillo test para ver cuánto eres de interdisciplinar.

(1) Interdisciplinarity: How to catalyse collaboration. Rebekah R. Brown, Ana Deletic& Tony H. F. Wong. Nature. 2015. 525: 315-317.



Por Ignacio López-Goñi, publicado el 24 septiembre, 2015
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