Un nuevo estudio desvincula a las vacunas con timerosal del autismo

Por Colaborador Invitado, el 20 octubre, 2015. Categoría(s): Medicina

Vacuna polio

Aquellos grupos vacunofóbicos que se oponen a la inmunización han elegido a un preservante de algunas vacunas denominado timerosal como motivo de preocupación. Sin evidencias, y de manera persistente durante décadas, lo han vinculado en niños a un trastorno severo del desarrollo neurológico llamado autismo. Lo hacen a contramano de numerosos estudios científicos que descartan tal asociación. Entre ellos, uno reciente en el cual la exposición de monos macacos Rhesus al compuesto no desencadenó alteraciones en el comportamiento, ni mucho menos lesiones en el sistema nervioso central descriptas en casos de autismo.

Con la ayuda de un microscopio en tejidos neuronales de pacientes autistas es factible observar algunas anomalías tales como por ejemplo: neuronas de menor tamaño a nivel del sistema límbico, es decir en una serie de  estructuras cerebrales encargadas de respuestas fisiológicas ante estímulos diversos. También puede detectarse disminución en el número de células de Purkinje a nivel de otra región denominada cerebelo. Dichas células cumplen un importante rol en la coordinación de movimientos. Dwight German, miembro de la estadounidense universidad de Texas Southwestern, lideró un grupo de investigadores que participaron en un trabajo publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. Intentaron dar con las citadas lesiones en algunos animales de experimentación previamente expuestos a timerosal.

Para ello diseñaron un ensayo que incluyó a 79 macacos infantes divididos en seis grupos. Algunos recibieron el calendario de vacunación administrado durante 1990 en los Estados Unidos. Entre ellas vacunas contra hepatitis B, difteria, tétanos, tos convulsa, sarampión, paperas, rubeola e infecciones por bacterias tales como Haemophilus influenza B. Eligieron dicho calendario debido a que incluyó varias vacunas con timerosal y por ende el nivel de exposición de la población pediátrica durante ese año fue mayor.

Otros animales recibieron el mismo plan de vacunación, pero de manera más acelerada. Fundamentalmente debido a que los macacos suelen tener un desarrollo neurológico más rápido si se lo compara con humanos. Un tercer grupo sólo recibió las vacunas con timerosal del citado calendario, y un cuarto únicamente la vacuna triple viral contra sarampión, paperas y rubéola. Sin hallazgos sólidos a dicha vacuna también se ha intentado asociarla con el autismo. Los dos grupos restantes recibieron o bien el calendario de vacunación del año 2008- caracterizado por la ausencia o pequeñas trazas de timerosal y además por ser muy similar al actualmente empleado en los Estados Unidos- o una solución salina a manera de placebo.

Los macacos vacunados con el calendario de 1990, los de 2008 y aquellos que habían recibido placebo fueron todos sacrificados a los 18 meses de edad. En biopsias postmortem los científicos no encontraron las lesiones antes comentadas, ni diferencias significativas en los tejidos neuronales de los tres grupos analizados. Durante el lapso de tiempo que demando el estudio tampoco detectaron alguna alteración del comportamiento atribuible al autismo en ninguno de los grupos. Los niños que padecen desordenes del espectro autista se caracterizan por presentar un déficit en la interacción social y comunicación, además de un comportamiento restringido, repetitivo y estereotipado.

Fobia al timerosal

El timerosal probablemente haya sido elegido como objeto fóbico debido a su parentesco con el elemento químico mercurio. Este último, generalmente bajo la forma de un compuesto llamado metilmercurio, ha demostrado neurotoxicidad en el ser humano. Atraviesa barreras, incluida la que protege al encéfalo, y tiende a acumularse en los tejidos. Un primer punto a tener en cuenta es que el metabolismo del timerosal no genera metilmercurio. Produce en cambio etilmercurio, un metabolito que se elimina más rápidamente y tiende a no acumularse. Otra cuestión que no encaja tiene que ver con que los signos y síntomas vinculados a toxicidad por mercurio en nada remedan a los observados en autismo. Por último, algunos estudios toxicológicos que analizaron pelos, orina y sangre de niños autistas no detectaron valores elevados de mercurio.

Desde 1930 el timerosal ha venido siendo usado en la conservación de vacunas. Su presencia es vital para evitar el crecimiento de bacterias y hongos en preparados que se suministran en viales multidosis. Contribuye a mantener la esterilidad de las mismas en toda la cadena de producción y durante la propia administración. La proporción de mercurio acumulado que se libera a partir del timerosal es menor. La principal vía de intoxicación con mercurio en humanos es la digestiva.

A pesar de ello la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA) en 1999 decidió actuar con cautela, extrapoló lo observado en metimercurio a etilmercurio y solicitó a los fabricantes que desarrollaran productos libres de timerosal para los calendarios de vacunación pediátricos. Lo hizo con la finalidad de evitar sobrepasar los niveles de acumulativos de metilmercurio recomendados como seguros en la población.

La medida lejos estuvo de reducir el número de casos de autismo que anualmente son diagnosticados en los Estados Unidos. Por el contrario luego de la fuerte sugerencia de la FDA, y el posterior paso a retiro del timerosal, la tasa de autismo ha sufrido un progresivo incremento en la población pediátrica. Ningún estudio científico de los varios disponibles hasta el momento ha podido demostrar una relación causal. Con el timerosal no existe relación temporal entre la exposición y la aparición de casos de autismo, tampoco se observa un efecto dosis respuesta. “Las investigaciones científicas más recientes y rigurosas no apoyan el argumento que califica a las vacunas que contienen timerosal como perjudiciales”, sintetizó el Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC).

Vacunas para la salud pública

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la presencia de timerosal en las vacunas no supone ningún riesgo para la salud humana. Conclusión similar ha sido aportada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA). En los Estados Unidos la vacuna antigripal que se emplea actualmente en adultos contiene timerosal y en más de 120 países diferentes se utilizan vacunas con dicho compuesto en la población pediátrica.

Según la OMS en la actualidad la inmunización con vacunas que contienen timerosal presentadas en viales multidosis protege al menos a un 64% de los lactantes y niños frente a cuatro enfermedades con grandes tasas de mortalidad: la difteria, el tétanos, la tos ferina y las infecciones por Haemophilus influenzae de tipo b”. Calculan que el uso de esas cuatro vacunas ha evitado la muerte de por lo menos 1,4 millones de niños de todo el mundo sólo en 2010.

Las vacunas constituyen instrumentos fundamentales de la salud pública. Al igual que la potabilización del agua, han sido quizás la estrategia preventiva que más beneficios ha traído a la humanidad. Una vacuna sin timerosal no puede ser presentada en viales multidosis. Debe ser formulada en monodosis, o con algún conservante sustituyente del timerosal. Cuestiones que no hacen otra cosa que incrementar los costos en los procesos de desarrollo de la vacuna y atentan en definitiva contra su disponibilidad. El impacto sin dudas es mayor en países en vías de desarrollo, en donde cuestiones no menores, tales como capacidad de almacenamiento de vacunas monodosis y el correcto funcionamiento de la cadena de frío, minan la eficacia de la intervención.

German no pudo encontrar lesiones compatibles con autismo en el encéfalo de los macacos estudiados. En sintonía con numerosos estudios epidemiológicos en humanos que niegan toda relación del timerosal con ese grave padecimiento. Por otra parte cuya génesis si bien parece tener una base genética resta aún por ser totalmente dilucidada. Los vacunofóbicos en tanto transitan a contramano. Como aquellos que ya en el siglo XVIII retrataban a los pacientes del médico Edward Jenner convertidos en vacas luego de haber recibido la vacuna antivariólica.

Este artículo nos lo envía Fernando Fuentes. Nació en Argentina. Recorrió aulas de universidades y salas de hospitales tratando de emular a Hipócrates. También pasó algunas horas en un curso de periodismo científico en la Fundación Instituto Leloir, en la ciudad de Buenos Aires. Desde hace algunos años se dedica a la divulgación científica. Ha escrito numerosos artículos acerca de diversas temáticas científicas, siempre destinados al público en general. Puedes visitar su blog o seguirle en twitter.

Referencias científicas y más información:

Dwight C. German, Laura Hewitson et al. “Administration of thimerosal-containing vaccines to infant rhesus macaques does not result in autism-like behavior or neuropathology” PNAS October 6, 2015vol. 112 no. 40 doi: 10.1073/pnas.1500968112



Por Colaborador Invitado, publicado el 20 octubre, 2015
Categoría(s): Medicina