La pregunta Naukas 2016 – Ambrosio Liceaga

Por Ambrosio Liceaga, el 3 febrero, 2016. Categoría(s): Naukas
3ª edición de la Pregunta NAUKAS
3ª edición de la Pregunta NAUKAS

Si pudieses hacer una pregunta, solo una pregunta, a un extraterrestre de una civilización muy avanzada… ¿Cuál sería?

No es fácil decidir que debes preguntar a un extraterrestre. En mi opinión, es mejor preguntar datos y no opiniones ya que sus opiniones no tienen por qué ser mejores que las nuestras. Datos que sean útiles para mejorar nuestra ciencia, pero sin llegar a darnos todas las respuestas, algo que deberíamos encontrar solos. Conocer los factores de la ecuación de Drake podría ayudarnos de varias formas a la vez.

La ecuación de Drake recibió su nombre del radioastrónomo Frank Drake. Su objetivo es calcular el número N de civilizaciones capaces de comunicarse por radio dentro de nuestra galaxia. La fórmula es más sencilla de lo que parece. Es una simple multiplicación de varios factores que no conocemos con precisión.  Cada uno de ellos es una estimación y da respuesta a una pregunta importante.

Ecuación de Drake
Ecuación de Drake

En realidad, cada factor resume nuestros conocimientos en un campo importante de la ciencia. Los tres primeros factores son el número de estrellas adecuadas para la vida que se forman cada año (R), el porcentaje de estrellas con planetas y el número (n) de planetas de cada estrella donde puede desarrollarse de la vida. Es casi inevitable que sean definiciones ambiguas. Para empezar, no están claras las condiciones necesarias para la vida o las posibilidades de encontrar en satélites, que no planetas, como Europa. Sin embargo, nuestros conocimientos actuales permiten hacer ciertas estimaciones. Una civilización extraterrestre avanzada, es decir capaz de llegar hasta la Tierra, dispondría de datos estadísticos, pruebas experimentales que podría obligarnos a revisar lo que creemos saber.

Los tres siguientes son mucho más especulativos. Representan el tanto de por ciento de planetas donde realmente se ha desarrollado la vida, el porcentaje donde esta vida es inteligente y la fracción de planetas de donde la vida inteligente ha desarrollado la tecnología para comunicar por radio. Para estos tres factores solo tenemos especulaciones. Creemos que la vida se desarrolla rápidamente en cuanto se dan las condiciones adecuadas. Esto encaja con todos nuestros conocimientos, pero no tenemos ni un solo ejemplo fuera de la Tierra. También parece que los organismos pluricelulares tienen ventajas sobre una bacteria, que la inteligencia ayuda a la supervivencia y que la tecnología es una consecuencia lógica de dicha inteligencia. Puras especulaciones. Los insectos son una forma de vida de enorme éxito sin necesidad de una inteligencia elevada. Ciertos mamíferos marinos parecen ser inteligentes y no han desarrollado tecnología alguna. Incluso es posible que la radio sea un campo de poco interés para civilizaciones centradas en la biología o las matemáticas. Mucho que aprender de un viajero espacial con experiencia.

Pero de todos ellos, el factor más inquietante es el último. L representa el número de años de vida media de una civilización capaz de comunicarse por radio. Si aceptamos el principio de mediocridad, también nos indica algo sobre nuestro futuro. Es posible que muchas civilizaciones avanzadas sean destruidas cuando su tecnología supera a su inteligencia para usarla. Quizás en guerras nucleares, ahogadas en sus propios residuos o incapaces de sobrevivir a los cambios que generan en su planeta natal. Nosotros mismos hemos estado cerca de ello. O bien pueden ser eliminadas por alguna interferencia exterior como la recogida en la novela Existence de David Brin.

La falta de datos suficientes hace que las estimaciones sobre N  varíen enormemente. No sabemos si somos la única civilización capaz de comunicarse por radio o hay millones. Pero más que una descubrir una cifra concreta, conocer cada factor nos ayudaría a mejorar nuestra ciencia y atisbar algo sobre los peligros que afrontamos como civilización. A partir de ahí, es nuestra responsabilidad decidir qué hacemos con ese conocimiento.



Por Ambrosio Liceaga, publicado el 3 febrero, 2016
Categoría(s): Naukas