#WomenInStem: Amparo Novejarque

Por Carmen Agustín Pavón, el 11 febrero, 2016. Categoría(s): Ciencia

Cuando @tvaldessolis nos habló de recordar a nuestras científicas favoritas, pensé en Rita Levi-Montalcini. Quién mejor que una premio Nobel que elogiaba la imperfección. Pero entonces @eliatron comentó que por qué no una coetánea. Y claro, inmediatamente me vino a la cabeza la que es, en realidad, mi científica favorita: Amparo Novejarque.

Recuerdo mi primera conversación con Amparo: fue sobre música. Ella estaba en el despacho del que sería nuestro director de tesis, Fernando Martínez-García (hace de esto unos catorce años, y Fernando no disponía de laboratorio propio), recogiendo con un pincel lonchas finísimas de cerebro de ratón, y en el radiocasette (hace casi catorce años, el CD aún estaba naciendo) sonaba Radio 3. Yo estaba emocionada: era una estudiante de cuarto de Biología que soñaba parecerse a aquella científica que exploraba el cerebro.

Ya he contado en otro lugar que mi aterrizaje en el laboratorio de Neuroanatomía funcional y comparada llegó por casualidad. Desde el primer momento, Amparo fue compañera, maestra, y amiga. Había empezado como estudiante colaboradora hacía unos años, pero acababa de ganar una beca de doctorado. Pese a su juventud, Amparo siempre tuvo un don para trabajar en el laboratorio: era ordenada, meticulosa; sus preparaciones histológicas eran de una perfección que nunca he vuelto a ver, y que yo misma soy incapaz de reproducir.

Amparo era un tipo de científica bastante raro y por ello precioso: aquél que colabora más de lo que compite, que nunca tiene demasiado trabajo como para no poder ayudar a un compañero, que valora la belleza del trabajo bien hecho sobre las prisas del publicar o morir. Aunque nuestros proyectos de tesis, en un primer momento, estaban bastante alejados, nunca dejó de ayudarme, tanto en el trabajo experimental como en el intelectual. Nunca olvidaré las largas tardes de experimentos de comportamiento, hasta las nueve o las diez de la noche, cuando no quedaba nadie en la laboratorio y ella se quedaba conmigo sólo por hacerme compañía, con un café de la máquina, un paquete de rosquilletas, y banda sonora de Franz Ferdinand. Después me llevaba a casa en su cochecillo de veinte años. Nunca se lo podré agradecer bastante.

Amparo era una artista, como Levi-Montalcini: sus trabajos están llenos de preciosas ilustraciones del cerebro.
Amparo era una artista, como Levi-Montalcini: sus trabajos están llenos de preciosas ilustraciones del cerebro.

La tesis de Amparo consistió en el trazado de los circuitos amígdalo-estriatales en la lagartija y el ratón. Su trabajo añadió evidencias en contra de la tan manida teoría del “cerebro triuno” de McLean (esa que postula que hay tres cerebros, el de reptil, el de mamífero, y el de neomamífero), demostrando que las estructuras emocionales que se suponen únicas en los mamíferos ya se encuentran en la humilde lagartija. Además, el trabajo de Amparo fue imprescindible para que surgiera la hipótesis de la que derivó el último artículo de mi tesis: demostró que hay una parte de la amígdala, que recibe información olfativa, que está conectada con una parte del estriado ventral, la que, simplificando mucho, está implicada en el control del placer. Gracias al trabajo de Amparo, hipotetizamos que esa zona era necesaria para que las ratonas encontraran placentero el olor de macho: ¡la lesionamos, y comprobamos que las ratonas perdían el interés por el mismo!

En resumen, Amparo me enseñó a trabajar en un laboratorio, me acompañó y me ayudó siempre. Leyó la tesis unos meses antes que yo, y unos meses antes que yo, emigró. A Londres, donde trabajó durante tres años en Imperial College, en la neurobiología dolor, hasta que, con dolor, el sistema de producción de ciencia fue incompatible con las circunstancias de su vida. Ahora Amparo vive en Oxford, y aunque ya no cobre por serlo, siempre será mi científica favorita.

Amparo Novejarque y quien suscribe, en el congreso de la Sociedad Española de Neurociencia en 2005, y en el Carnaval de Notting Hill en 2009.
Amparo Novejarque y quien suscribe, en el congreso de la Sociedad Española de Neurociencia en 2005, y en el Carnaval de Notting Hill en 2009.


Por Carmen Agustín Pavón, publicado el 11 febrero, 2016
Categoría(s): Ciencia